Mi casa, mi 'container'
Un prototipo de vivienda prefabricada y ecol¨®gica se levanta en Gri?¨®n


"Me pidieron que hiciese dos casitas bioclim¨¢ticas, pero hice otra cosa". El arquitecto duda de las palabras. "No s¨¦ si llamarlo arquitectura; tampoco me gusta 'sostenible". Miguel ?ngel D¨ªaz Camacho prefiere tirar de met¨¢fora: "Es como si te piden una perla, y decides hacer la ostra". Para ello contaba con una parcela de 1.000 metros a las afueras de Gri?¨®n. Un rect¨¢ngulo plano y urbanizable, que, como tantos otros, era un descampado varado en la crisis. "Un terreno es una construcci¨®n cultural", dice D¨ªaz Camacho. Un pedazo de un pueblo agr¨ªcola que en la ¨²ltima d¨¦cada ha duplicado sus habitantes (unos 10.000) gracias a un modelo conocido: chal¨¦s adosados -jard¨ªn y piscina- dependientes del consumo de agua y el coche.
"Por otro lado, un terreno es una cartograf¨ªa energ¨¦tica: hidrograf¨ªa, viento, soleamiento, geotermia, humedad relativa... todo se mapea", explica el arquitecto mostrando planos con la incidencia del sol y los vientos. La parcela forma parte de la Sagra madrile?a, una comarca paisaj¨ªstica que pasa de fronteras pol¨ªticas. "Una planicie castellana de cereal, en la que lo m¨¢s singular es el viento". Por eso siempre hubo molinos, y por ello las casitas TWINS -que consumen 10 veces menos que los chal¨¦s convencionales- tienen aerogeneradores.
Quitando de aqu¨ª y poniendo all¨¢, "como hacen los holandeses con los polders", D¨ªaz Camacho moldea el terreno para aprovechar mejor el viento y el sol. En su parcela no hay vallas "que cortan el preciado terreno como si fuese coca¨ªna": "Todo lo que ves es tuyo, aunque solo lo sea una parte, como el ascensor de una comunidad". Fabricada la ostra, "dentro se podr¨ªa colocar una casa victoriana y ya funcionar¨ªa mejor", dice D¨ªaz Camacho. No es el caso. Sus casas son "burbujas" que comparten las instalaciones comunes ocultas en las dunas del paisaje (caldera de biomasa, redes de aire y agua, depuradora). "Adem¨¢s cambian las reglas del juego inmobiliario". Son un kit: un container con 200 componentes. Para cada uno existe un contrato con el fabricante que se compromete a recomprarlos o al menos reutilizarlos cuando ya no se necesiten. "As¨ª, el usuario no est¨¢ casado con el objeto; te puedes aburrir de tu casa, como del iPhone3, pero te responsabilizas de lo que pasa despu¨¦s con ella". El ciclo se cierra con los muebles (rodantes y plegables) que se encargar¨¢n a un ebanista de Gri?¨®n.
Falta inventar un modelo de gesti¨®n. "?Comprar¨¢ el usuario el container y alquilar¨¢ el suelo? ?O al rev¨¦s? De momento solo est¨¢ claro que quien se mude ha de ser un usuario activo", dice D¨ªaz Camacho. Alguien que cierre y abra ventanas a las horas adecuadas y se mueva por sus 150 metros dependiendo de la ¨¦poca del a?o. "No es ninguna novedad", dice el arquitecto, "es lo que hac¨ªan nuestras abuelas en sus casas de pueblo de Castilla".



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