Reflexi¨®n sobre el asesinato de Yunis
El asesinato del general Abdel Fatah Yunis, el jefe del Estado Mayor de las fuerzas libias libres, es un acontecimiento importante y, para los que lo conocieron, especialmente tr¨¢gico. Pero en ning¨²n caso se trata de la cat¨¢strofe militar y pol¨ªtica que se deleitan en describir aquellos que, en Francia y en otros lugares, no dejan pasar ninguna oportunidad para desacreditar a los insurrectos.
1. Todas las Resistencias y todas las rebeliones armadas tuvieron que enfrentarse a tragedias de ese tipo, fruto de maquinaciones urdidas de forma m¨¢s o menos evidente por el enemigo. La Resistencia francesa, por ejemplo, conoci¨® un sinf¨ªn de casos de eliminaci¨®n, tras una traici¨®n, de responsables de primer nivel, empezando, salvando todas las distancias, por Jean Moulin. La Alianza del Norte, en Afganist¨¢n, vio c¨®mo su jefe, Ahmed Shah Masud, sufr¨ªa un atentado con una c¨¢mara bomba despu¨¦s de que le vendiera, en el propio territorio de la Alianza, uno de sus supuestos baluartes. Sucedi¨® lo mismo con el FLN argelino, cuyas filas fueron diezmadas por agentes infiltrados o por maquis devueltos por los servicios secretos franceses. Todas las revoluciones se encuentran a merced de un comando durmiente, de una quinta columna, de una banda instrumentalizada. Y sus Estados Mayores pol¨ªtico-militares -hay que haber perdido toda la memoria hist¨®rica para ignorarlo- siempre han sido los blancos favoritos de esos dobles juegos, de esos asesinos salidos de la oscuridad.
La rebeli¨®n libia est¨¢ condenada, m¨¢s que nunca, a unirse y vencer
2. Es verdad que el golpe es duro para Bengasi ya que, con la muerte del general Yunis, el Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT) pierde a uno de sus comandantes que, por haber sido el n¨²mero dos de Gadafi, mejor conoc¨ªa su psicolog¨ªa, los secretos y los mecanismos de su poder, los b¨²nkeres que hab¨ªan construido juntos, su t¨¢ctica y su estrategia (y eso explica que Tr¨ªpoli pusiera precio a su cabeza y lo convirtiera, tanto a nivel personal como militar, en objetivo prioritario). Pero, aunque el golpe es duro para los antigadafistas, no es mortal. En primer lugar porque Yunis, aunque se le atribuyera el m¨¦rito de conocer el sistema enemigo desde dentro y aunque contara por a?adidura con la confianza de los aliados y, en particular de Francia, no era el ¨²nico hombre clave de la situaci¨®n. A continuaci¨®n, porque, no solo en Bengasi, sino tambi¨¦n en Misrata y en las monta?as de Nafusa, donde, al estar alejados geogr¨¢ficamente han tenido que llevar a cabo pr¨¢cticamente solos su propia liberaci¨®n, hay oficiales de carrera y comandantes civiles igual de valientes que Yunis y no menos aptos que ¨¦l para llevar a la Libia libre a la victoria. Y finalmente, porque tras su desaparici¨®n no se ha producido ning¨²n retroceso en ninguno de los tres frentes (Brega, Gualich y los alrededores de Misrata), sino todo lo contrario.
3. Una comisi¨®n de investigaci¨®n ordenada por el CNT se ha comprometido a arrojar luz sobre este asesinato. Pero una cosa es segura. La forma en la que se ha usado como pretexto para presentar al CNT como una coalici¨®n heter¨®clita y opaca de elementos pr¨¢cticamente en guerra los unos contra los otros, es absurda y demuestra, una vez m¨¢s, una preocupante falta de memoria hist¨®rica. S¨¦ muy bien que dentro del CNT hay dinosaurios y modernos, representantes de las tribus y emanaciones de las clases medias urbanizadas, exgadafistas, a veces islamistas apenas arrepentidos y rivales hist¨®ricos, antiguos activistas de los derechos humanos. Pero deducir de ello no s¨¦ bien qu¨¦ fragilidad, por no decir ilegitimidad, de este CNT no tiene sentido. Es olvidar, en primer lugar, que el elemento democr¨¢tico representa en ¨¦l la mayor¨ªa aplastante y que se anota tantos todos los d¨ªas. Y, sobre todo, es olvidar, aqu¨ª tambi¨¦n, la historia general de las Resistencias, que siempre han sido, casi por definici¨®n, unas coaliciones de este tipo que amalgaman en una unidad improbable a todos los elementos de una naci¨®n. ?No es verdad que cuando negamos esta evidencia, y cuando solo queremos ver un ¨²nico cabecilla, como en la Argelia del FLN, las cosas, a la larga, salen fatal? ?Y deber¨ªamos reprocharle retrospectivamente al poder insurgente de Londres el haber mezclado, en 1940, a gente de izquierdas y de derechas, a republicanos de luto por sus valores y a hombres de Acci¨®n Francesa que hac¨ªan responsable a la Rep¨²blica de la derrota, a masones y a nacionalistas, a comunistas y a socialistas y a gaullistas e incluso antigaullistas? Los rumores no cambiar¨¢n nada. La rebeli¨®n libia, tras el asesinato de uno de los suyos, est¨¢ m¨¢s que nunca, y quiz¨¢s por esta misma raz¨®n, condenada a unirse y a vencer.
Traducci¨®n de News Clips.
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