La estrella del rock y el polvo interestelar

A Brian May le obsesionan las elipsis. "Las lineales, no las circulares", apostilla. Ve su vida como una con forma de cometa: en l¨ªnea recta, a toda velocidad, pero con la obligatoria cuenta del regreso.

Tambi¨¦n cree en la importancia de los par¨¦ntesis. Para ejemplo, su propio destino. Antes de triunfar como guitarrista de una de las bandas de rock m¨¢s exitosas y carism¨¢ticas, estudiaba astrof¨ªsica. Cuando Queen acab¨®, pese a los intentos de redenci¨®n posteriores a la muerte de su divo Freddie Mercury, Brian May recuper¨® sus telescopios: hoy es doctor en astrof¨ªsica y rector honorario de la Universidad John Moores, en Liverpool. Aquel largo par¨¦ntesis de estrella del rock lo cerr¨® de modo un tanto acad¨¦mico.

"Trabaj¨¦ muy duro cuando volv¨ª a la universidad. Fue una cura de humildad"

Sigue tocando todos los d¨ªas, pero ha perdido sensibilidad en algunos dedos

Conoce todas las acepciones de la palabra estrella. La que habla de personas que destacan en su especialidad art¨ªstica ha ocupado intensamente 20 a?os de su vida: desde que se cre¨® Queen -de quien se relanza ahora su discograf¨ªa remasterizada-, hasta la muerte de Freddie. Hoy se centra m¨¢s en esa otra definici¨®n que habla, seg¨²n la Real Academia, de cuerpos celestes que brillan en la noche.

A ambos ejemplos les une un rasgo com¨²n: el polvo. Del desgaste del primero supo mucho con la muerte de Mercury, v¨ªctima del sida, en 1991. Del otro polvo, el interestelar, sabe a¨²n m¨¢s porque su tesis doctoral se basaba en eso. Lo explica ¨¦l, que hace apenas un mes dictaba una conferencia en el Festival Starmus, celebrado en Canarias, en La Palma, el lugar preferido de May para observar las estrellas desde que estudiaba en los a?os sesenta: "En mi tesis", explica, "me fij¨¦ en el movimiento en las nubes que originan esas part¨ªculas, algo diferente a lo habitual, que es centrarse en la luminosidad que desprenden".

Cuando May arranca a hablar de astrof¨ªsica, sonr¨ªe y avisa: "Si me extiendo mucho, por favor, d¨ªgamelo", aconseja con ese aire de caballero apartado del mundo en su mansi¨®n de Surrey, al sur de Londres. All¨ª guarda su m¨ªtica guitarra Red Special, armada por ¨¦l junto a su padre cuando ten¨ªa 16 a?os. Desde hace tiempo la llama "vieja dama". Todos los d¨ªas toca un poco: "Aunque he perdido algo de sensibilidad en la yema de alg¨²n dedo". El instrumento est¨¢ rodeado tambi¨¦n de los animales -zorros, p¨¢jaros- que el m¨²sico rescata con una asociaci¨®n ben¨¦fica para alejarles del maltrato y de una caza segura.

Pero pese a sus rizos de cham¨¢n, su obsesi¨®n por alcanzar y medir los confines del universo y la defensa de las causas perdidas, Brian May, cuando habla, en vez de apariencia exc¨¦ntrica, produce una fuerte impresi¨®n de sentido com¨²n con su t¨¦ entre las manos. El efecto resulta muy raro.

No le cost¨® reengancharse a la f¨ªsica ni al ambiente universitario. "Me hicieron trabajar duro. Fue una cura de humildad, algunos me miraban algo extra?ados, como diciendo, a ver si este, por haber sido famoso, se cree que le vamos a regalar la nota". El encierro para continuar sus investigaciones dio sus frutos y ahora no es extra?o encontrar retratos suyos tocado con birrete. "Saqu¨¦ a relucir en una entrevista mis estudios de astrof¨ªsica y recib¨ª una llamada del encargado del Imperial College ofreci¨¦ndose a dirigir mi tesis. Con 60 a?os me anim¨¦".

Pese al brillante presente de Brian May, que ha dado frutos como su aportaci¨®n al libro ?Bang! La historia completa del universo (Cr¨ªtica), el mundo, a qu¨¦ negarlo, sigue interesado en su pasado. "Siempre huimos de las modas, por eso creo que a¨²n nos escucha la gente. No clasificar lo que hac¨ªamos, ayuda a entendernos mejor. Creo que cre¨¢bamos las cosas muy instintivamente y nos fue bien".

Y todo se defin¨ªa con la voz de Mercury como gran divo, como tenor, y la guitarra de May, en contrapunto y di¨¢logo constante con el solista cual soprano o consiguiendo los efectos de un viol¨ªn o un chelo. Para May, en el rock, es mucho m¨¢s importante la voz que cualquier instrumento. "El cantante es el rey". Mercury lo era. Destacaba. Brillaba. "Era un chico humilde, de barrio, pero en el escenario se transformaba. Cuando Freddie muri¨® me encerr¨¦ a solas con su voz, tratando de ver qu¨¦ pod¨ªa servirnos de lo que nos hab¨ªa dejado. Llegu¨¦ a obsesionarme". Ahora convive en paz con ¨¦l. "Me quedan buenos recuerdos, siempre que nos reunimos y lo recordamos pensamos qu¨¦ hubiera dicho ¨¦l de esto y de aquello. Se le echa mucho de menos. Es muy curioso que ahora Queen haya cumplido 40 a?os y, de ellos, 20 hayan sido con Freddie y otros 20 sin ¨¦l".

Los ¨²ltimos tiempos lidi¨® con la muerte de cara. Pero cantando, sin tener que hablar de ello. Se nota en temas como Show must go on. "Se la escrib¨ª sin decirle en ning¨²n momento la verdadera intenci¨®n que guardaba. A veces me pon¨ªa nervioso pensando en que me lo echar¨ªa en cara, ahora cuando la escucho veo que era una met¨¢fora de su drama. Ese fue mi tributo. Creo que le ayud¨® a trascender la muerte. La ¨²nica pega que me pon¨ªa estaba en las notas altas. Me recriminaba: '?Por qu¨¦ me obligas a meterme en esos putos tonos?'. Pero luego se beb¨ªa unos vodkas y acced¨ªa: 'Vale, perfecto, co?o, lo har¨¦".