Los socialistas y nuestra democracia
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, tras su proclamaci¨®n, el 9 de julio ¨²ltimo, como candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en las pr¨®ximas elecciones legislativas, puso de manifiesto que en Espa?a los socialistas se identifican siempre como tales, mientras que los pol¨ªticos de derechas eluden reconocer esta identidad ideol¨®gica. Fue una observaci¨®n oportuna e inteligente, que guarda relaci¨®n con la decisiva aportaci¨®n de los socialistas a nuestra actual democracia y que ven¨ªa como anillo al dedo al contenido regeneracionista que dio a su exposici¨®n, m¨¢s pedag¨®gica que mitinera, lo que le permiti¨® prescindir del f¨¢cil recurso de atacar a los pol¨ªticos del PP, no "enemigos" del PSOE, sino sus "adversarios", precis¨®. A Mariano Rajoy ni le mencion¨®.
Rubalcaba presenta una propuesta de regeneraci¨®n para la que el PP no parece preparado
Cuando las encuestas -los otros modernos protagonistas de la vida p¨²blica, junto a Internet y los mercados- parecen tener ya decidido el resultado, favorable al PP, de los pr¨®ximos comicios, conviene se?alar la diferencia que existe entre los dos grandes partidos en orden a establecer la "sociedad democr¨¢tica avanzada" que propugna la Constituci¨®n en su Pre¨¢mbulo.
Quede constancia de la capacidad de ambas formaciones pol¨ªticas para incumplir sus promesas electorales, pasar por alto la democracia interna, evitar el consenso y, lo que es peor, alcanzar acuerdos que limitan el disfrute de los derechos humanos o perpetran el reparto de importantes instituciones, en vez de designar para ellas miembros id¨®neos.
Pero si apelamos a la contribuci¨®n de esos dos partidos a la democracia que tenemos, la diferencia es abismal. Ya en el proceso constituyente, los socialistas -ayudados por comunistas y nacionalistas- lograron imponerse a la antecesora del PP, la Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga -que empujaba hacia la derecha a la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) de Adolfo Su¨¢rez, m¨¢s propicia a pactar a diferentes bandas- para edificar unas reglas de juego democr¨¢ticas.
Felipe Gonz¨¢lez se implic¨® personalmente, "como principio y en conciencia", dijo el l¨ªder socialista, "contra la pena de muerte", en uno de los debates m¨¢s emotivos del proceso, igual que Alfonso Guerra pact¨® con el centrista Fernando Abril el complejo art¨ªculo sobre el derecho a la educaci¨®n, y Gregorio Peces-Barba se emple¨® a fondo en la constitucionalizaci¨®n de los derechos humanos.
Desde AP, Fraga -que no era el m¨¢s derechista de su partido, igual que le ocurre hoy en el PP- pele¨® por la inclusi¨®n de la Iglesia cat¨®lica en la Constituci¨®n, con aut¨¦ntica nostalgia del nacionalcatolicismo, mientras que desde el PSOE, Peces-Barba estim¨® que era perjudicial para la propia Iglesia la privilegiada menci¨®n en el texto constitucional. Curiosamente, en este punto Fraga cont¨® con un aliado inesperado, el comunista Santiago Carrillo, que defendi¨® el "hecho objetivo" que significaba la Iglesia cat¨®lica en nuestro pa¨ªs, en relaci¨®n con las dem¨¢s confesiones religiosas.
Finalmente, la Constituci¨®n del consenso resultante de aquellos debates obtuvo una aplastante cantidad de votos: 325 en el Congreso, sobre un total de 350 diputados, y 226 en el Senado, sobre 248 senadores. Por eso result¨® expresivo que de los 16 diputados de AP, cinco votaran en contra y tres se abstuvieran, a pesar de lo cual los dirigentes del PP, herederos de AP mucho m¨¢s que de UCD, se autodenominan "constitucionalistas".
Durante los a?os de permanencia del PSOE en el poder se despleg¨® el Estado auton¨®mico y se desarroll¨® la Constituci¨®n, con alg¨²n exceso, como la llamada ley Corcuera, o de la patada en la puerta, que permit¨ªa registros policiales sin autorizaci¨®n judicial, y que fue corregida por el Tribunal Constitucional. En ese periodo se estableci¨® el Estado de bienestar, conquista socialdem¨®crata que Rubalcaba propone potenciar, desde la pol¨ªtica y la democracia. Por eso plante¨® un impuesto de patrimonio para "los que realmente tienen un gran patrimonio", que "bancos y cajas destinen parte de sus beneficios a crear empleo", potenciar la sanidad p¨²blica, ahorrando, no privatizando, y volcarse en la educaci¨®n: "Es cara", dijo, "pero m¨¢s cara es la ignorancia".
No es extra?o que la derecha medi¨¢tica m¨¢s recalcitrante, mientras otea, desde la caverna, defectos m¨¢s graves en el candidato socialista que su edad o su eventual salud, se hayan lanzado a su yugular con el espantajo del caso Fais¨¢n, el famoso chivatazo a ETA en plena tregua, que no pasa de un error de c¨¢lculo pol¨ªtico en el que ni existen v¨ªctimas ni intencionalidad delictiva. En la retaguardia, siempre les quedar¨¢ la invocaci¨®n de los GAL, dif¨ªcil de argumentar por quienes, como estos cornetas del Apocalipsis, practican a diario la guerra sucia contra quienes discrepan de ellos.
El PP, por su parte, vincula la salida de la crisis con la llegada de Rajoy al Gobierno, como si estuviera convencido de que la desconfianza econ¨®mica la provoca solo la permanencia de Zapatero en el poder y que, "tras las elecciones, estaremos entre los mejores", dice. El encuentro electoral con Rubalcaba no parece tenerlo el PP muy preparado y mucho menos la oferta pol¨ªtica a los ciudadanos, que van a contar, desde el PSOE, con una propuesta de regeneraci¨®n democr¨¢tica que, en estos tiempos de econom¨ªa desbordante, tiene suficiente cr¨¦dito.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.