La coartada de la normalidad
Una m¨¢xima policial sugiere que si deseas descubrir un crimen debes seguir la pista que dejan el semen o el dinero. Aderezada con el humo de un cigarrillo, la frase podr¨ªa formar parte de alguna de las tesis de un detective de ficci¨®n como Bernie G¨¹nther, creado por Philip Kerr en la saga Berlin noir. Sucesos y seres de ficci¨®n inspirados en la vida real, que son los hilos que tejen esta historia, este reportaje, que rastrea la atracci¨®n y las sensaciones contradictorias que esto ejerce sobre la gente. Unas pistas las adelantan dos escritores expertos: Joyce Carol Oates y Luis Magriny¨¤. Para la norteamericana, que recre¨® la historia del carnicero de Milwaukee en Zombie, dicha fascinaci¨®n est¨¢ relacionada con la inc¨®moda sensaci¨®n de que tales personas son formas de nosotros mismos, formas descarriadas que han salido horriblemente mal. Un misterio que para Magriny¨¤, editor de la colecci¨®n Alba Oscura, estar¨ªa en que esos individuos "tocan nuestras fibras reprimidas y hay una cierta identificaci¨®n prohibida al menos en lo que se refiere a la fascinaci¨®n por la impunidad".
"El sexo y la codicia act¨²an como los m¨®viles m¨¢s fuertes del adulto y en ellos se basan la mayor¨ªa de los cr¨ªmenes", afirma Ferdinand von Schirach
"Nosotros no somos capaces de movernos sin que nos pongan una multa y ellos parecen ser capaces de evadirse de todas las leyes", dice Luis Magriny¨¤
Un paso m¨¢s all¨¢ lo da uno de los h¨¦roes de esta historia, a quien no le llama la atenci¨®n la literatura negra. A lo largo de los ¨²ltimos 500 a?os, en su familia han predominado los escritores y los juristas y ¨¦l se dedica a ambas materias. Es abogado y se llama Ferdinand von Schirach (M¨²nich, 1964). Por experiencia, este abogado, defensor en ocasiones de figuras pol¨¦micas, sabe que "el sexo y la codicia act¨²an como los m¨®viles m¨¢s fuertes del adulto y en ellos se basan la mayor¨ªa de los cr¨ªmenes". De entre los m¨¢s de 700 procedimientos criminales en los que ha participado, ha seleccionado 11 casos, basados en hechos reales, sobre la delincuencia y sus consecuencias en Cr¨ªmenes, que Salamandra editar¨¢ en septiembre.
En la estela de la escuela creada por Truman Capote en A sangre fr¨ªa, el libro Cr¨ªmenes se ha convertido en un ¨¦xito de ventas en Alemania, donde se ha mantenido 45 semanas en la lista de los m¨¢s vendidos. "Parece que mis libros le llegan al lector, porque se da cuenta de que tambi¨¦n tratan de ¨¦l", cuenta v¨ªa correo electr¨®nico desde M¨²nich Von Schirach. "El criminal no se diferencia demasiado del hombre normal. Es la situaci¨®n que lleva al asesinato. Si tenemos suerte, nunca nos encontramos en una circunstancia as¨ª... Si tenemos suerte".
En su caso, lo de escribir fue un ant¨ªdoto. No duerme bien y una noche sencillamente empez¨® a contar historias. "Desde entonces se han vendido m¨¢s de un mill¨®n de libros en todo el mundo y las historias se publican en m¨¢s de 30 pa¨ªses. Naturalmente, no era mi intenci¨®n y tampoco imaginaba que esto ocurriera. Lo hice para mitigar el insomnio. Todos los casos que se publican en Cr¨ªmenes son reales, pero no en el sentido de que todos sucedieron de esta forma. Imag¨ªnense las bellas antiguas cajas de imprenta que llevan 38 veces la "A" y 44 veces la "E". Si en toda la vida no has hecho otra cosa que ser abogado defensor, tienes una caja de imprenta bastante grande, llena de personajes, acontecimientos y peque?as escenas. Y con estos elementos voy formando la historia. Lo ¨²nico que no cambio es el motivo del crimen o, mejor dicho, el tono fundamental de un caso. Y pienso que es este tono lo que nos impresiona", a?ade.
Su trabajo como abogado defensor le permite escuchar intimidades de homicidas o psic¨®patas que de otra manera no le confesar¨ªan a nadie. Casos como el de un joven que quer¨ªa comerse a su novia, el de un muchacho que ve¨ªa a la gente como n¨²meros, el m¨¦dico que jur¨® no abandonar nunca a su odiosa esposa o el del sicario que mata a dos punkis neonazis que trataban de agredirlo en el metro de Berl¨ªn. En todos los casos se trata de gente que de una u otra forma le muestra su alma. "El abogado defensor no se hace amigo de su cliente. Mantiene la distancia, solo es un observador. No juzga, no moraliza, no lo abandona. Esta actitud profesional y desinteresada resulta importante para el acusado. Todo lo que dice se encuentra protegido por el secreto profesional del abogado. ?l puede abrirse, porque sabe que no va a ser traicionado. Y es m¨¢s f¨¢cil que con un cura, porque el abogado no juzga. Solo el tribunal puede decidir si es culpable. Si lo absuelve, el cliente no es culpable. No importa si yo lo considero culpable o no".
Con frecuencia, el sentido de la justicia de los presos suele ser m¨¢s cruel que el de los jueces, pero en el caso de Von Schirach son los propios reclusos quienes le pasan su nombre a algunos imputados. ?Le agrada estar tan bien considerado en el otro lado? "Debemos diferenciar entre criminales profesionales y personas que pertenecen a la sociedad civil y han incurrido en una pena en una ocasi¨®n. Uno mata a la esposa por desesperaci¨®n y no porque sea su profesi¨®n. Este tipo de cliente suele tener el mismo concepto de justicia e injusticia que un juez. Para un civil, una demanda judicial muchas veces es lo peor que le pasa en la vida. Esto los cambia. Por algo se representa a la Justicia con la espada. Yo defiendo a personas que son acusadas de un crimen. Para eso hace falta estar bien considerado. Y aunque siempre se diga que no hay abogados estrella, de todas formas yo no lo soy ni quiero serlo. Estrellas sobran en los tribunales. Las cosas son demasiado serias para eso".
Claro que entre los malos tambi¨¦n hay grados. Los modales de Anders Behring Breivik, el asesino que sembr¨® Noruega de cad¨¢veres el pasado 22 de julio, rozaban lo exquisito. Calificado como un buen vecino y un tipo simp¨¢tico por sus vecinos, pas¨® meses preparando su macabro plan hasta que se disfraz¨® de polic¨ªa y mat¨® a decenas de personas. Dej¨® 1.500 p¨¢ginas colgadas en Internet donde desgrana su ideolog¨ªa y, una vez detenido, se comport¨® como un corderito. Hasta aqu¨ª su comportamiento no se diferencia nada de otros asesinos, muchos de los cuales desean hacerse famosos. Disfrutan leyendo los titulares de los peri¨®dicos en los que se habla de ellos. En el caso de algunos asesinos en serie, cuando alcanzan la notoriedad, llega ese momento en la carrera de muchos delincuentes que parecen estar pidiendo a gritos que los detengan. En cuanto los pillan, confiesan sin oponer resistencia. Se dir¨ªa que la captura forma parte de su plan. Como sucede con otros fen¨®menos, puede que se trate de individuos carentes de talento o que no haya ninguna base para la fascinaci¨®n, pero cuentan con fans, p¨¢ginas web y algunos, incluso, se casan en la c¨¢rcel. Resuenan, aqu¨ª, las palabras de Joyce Carol Oates, acerca de que la fascinaci¨®n y la repugnancia que despiertan con la sensaci¨®n de que tales personas son formas descarriadas de nosotros mismos.
Luis Magriny¨¤ comparte esa opini¨®n, pero reconoce que, adem¨¢s, en algunos casos puede haber algo m¨¢s, una especie de identificaci¨®n prohibida por la impunidad: "Nosotros no somos capaces de movernos sin que nos pongan una multa y ellos parecen ser capaces de evadirse de todas las leyes". Como editor, hasta su despacho llegan muchos manuscritos que no merecen su atenci¨®n, ni como lector, ni como editor. "Hay mucha basura", a?ade, para justificar c¨®mo desecha los textos que no aportan nada m¨¢s all¨¢ de un resumen completo de lo publicado en los peri¨®dicos o los que ocultan su desconocimiento de los hechos carg¨¢ndolos de adjetivos. Seguramente se trata del g¨¦nero que menos los necesita. Hechos, hechos y hechos, pero bien contados y con muchas fuentes. Alba Oscura publica apenas un par de novedades al a?o, la mayor parte textos firmados por periodistas que han investigado los hechos, abogados que han participado en los procesos, forenses que desvelan c¨®mo su trabajo ayud¨® a aclarar una muerte, psic¨®logas que nos descubren que es posible crear recuerdos falsos o el del polic¨ªa que acu?¨® el t¨¦rmino asesino en serie all¨¢ por los a?os setenta. Curiosamente la mayor parte son autores anglosajones. En Estados Unidos y en Reino Unido existe una gran tradici¨®n por la cr¨®nica negra. Las noticias arrancan en las p¨¢ginas de sucesos, pero no hay asesino o suceso importante que no disponga de su propio libro. Su ¨²ltima apuesta lleva un t¨ªtulo ?sugerente!: BTK (¨¢talas, tort¨²ralas y m¨¢talas). Treinta y un a?os de impunidad para un asesino en serie.
A los 18 a?os empez¨® a robar bragas. Mientras sus amigos so?aban con enamorarse y tomar a sus novias de la mano, ¨¦l solo pensaba en estrangularlas. Dennis Rader, cabeza de familia y presidente de una comunidad luterana, no ten¨ªa tras de s¨ª una infancia atormentada. Los vecinos y su esposa aseguran que se trataba de un tipo de lo m¨¢s normal. Caprichoso y amable, no quer¨ªa saber nada de tacos. Multaba a sus vecinos por no mantener el c¨¦sped al nivel exigido por la ley de Wichita (Kansas), pero esa solo era su coartada de normalidad. Eligi¨® Chipas como apodo para su pene. En octubre de 1974, en una carta a The Wichita Eagle, el peri¨®dico que colabor¨® en su detenci¨®n, descubri¨® su primer asesinato y anunci¨® los siguientes. "Mi contrase?a ser¨¢ bind them, torture them, kill them (¨¢talas, tort¨²ralas y m¨¢talas): BTK. Encontrar¨¢n estas letras en la pr¨®xima v¨ªctima". No fue detenido hasta 2005. Hoy cumple cadena perpetua por diez asesinatos.
El libro, firmado por los redactores que investigaron y ayudaron en la resoluci¨®n del caso (el peri¨®dico public¨® unas 800 informaciones de los cr¨ªmenes), se lee como una novela policiaca. Los retratos de Rader y Ken Landwehr, el polic¨ªa que dirigi¨® la investigaci¨®n, parecen copias: ambos nacieron en el coraz¨®n de Estados Unidos, pertenec¨ªan a familias de clase media que acud¨ªan a misa los domingos; los dos fueron boy scouts, se casaron y tuvieron hijos. Pero uno se convirti¨® en un pervertido que mataba por placer y el otro se hizo polic¨ªa para proteger vidas ajenas. Sus elecciones los convirtieron en adversarios de un juego mortal. Las atrocidades de BTK se siguen en paralelo a la vida de los parientes pr¨®ximos a las v¨ªctimas. Los sucesos violentos suelen acarrear consecuencias adicionales entre los familiares que no encajan en lo ocurrido y cuya vida se destruye tambi¨¦n. Los polic¨ªas cumplen tambi¨¦n con otro de los t¨®picos del g¨¦nero. Beben mucho y gozan de un sentido del humor que solo se entiende como un mecanismo de defensa ante el horror. Tal vez sin ese caparaz¨®n no podr¨ªan seguir adelante. Tambi¨¦n los periodistas del gremio participan de esa escalada verbal de atrocidades. ?Qu¨¦ remedio! Si a veces llegan a tiempo de ver el reguero de sangre dejado tras un homicidio o cruzan la mirada con un asesino que es conducido esposado al calabozo. Palabrotas e insultos rebajan muchas tensiones.
Pero no toda se traduce en sangre y muerte. El g¨¦nero se alimenta tambi¨¦n de numerosos t¨ªtulos, escritos por profesionales de la criminolog¨ªa o la psicolog¨ªa, que buscan hacer m¨¢s humana la justicia y que invitan a reflexionar sobre el sistema judicial. Elizabeth Loftus, una de las psic¨®logas experimentales m¨¢s importantes, explica con sencillez sorprendente c¨®mo podemos crear recuerdos falsos, imaginar escenas completas y jurar que son ciertas. En Juicio a la memoria. Testigos presenciales y falsos culpables narra su participaci¨®n en ocho casos donde las ¨²nicas pruebas contra los acusados eran las declaraciones de los testigos. "El testigo que se?ala con el dedo a un acusado inocente no es un mentiroso: cree de verdad en lo que declara. El rostro que ve ante s¨ª es el del agresor. La cara de la inocencia se ha convertido en la de la culpa. Eso es lo aterrador: la idea ciertamente espeluznante de que nuestros recuerdos pueden cambiar y alterarse sin remedio y que lo que nos parece saber, lo que creemos de todo coraz¨®n, no es necesariamente cierto".
Tras investigar expedientes relacionados con violaciones, asesinatos o pedofilia descubre tambi¨¦n ruedas de reconocimiento delirantes (cuatro hombres blancos y uno negro o todos altos y uno muy bajo), un p¨¦simo trabajo policial o fiscales poco exigentes. Loftus cuenta en primera persona su participaci¨®n en cada uno de los sucesos que relata, incluido el de un asesino en serie o el hombre al que se juzg¨® en Israel como Iv¨¢n el Terrible, guardia de un campo de exterminio nazi. Tras darle muchas vueltas, la doctora Loftus rechaz¨® participar como perito en el juicio contra el acusado de cr¨ªmenes contra la humanidad "por exceso de trabajo y porque soy jud¨ªa".
Cuentos sobre delincuentes, asesinos en serie o literatura criminol¨®gica, entre los lectores de estos temas abundan los fan¨¢ticos de las novelas policiacas, personas relacionadas con el derecho procesal, profesionales especializados o, simplemente, lectores cansados de las novelas. Tambi¨¦n gente como Magriny¨¤ que, en su particular inter¨¦s por los cr¨ªmenes y los criminales, cree detectar un doble fondo que puede calificarse de irracional. Jam¨¢s se ha cruzado con un psic¨®pata violento, reconoce que hay cierto infantilismo en la predilecci¨®n por las figuras malignas que ni las lecturas m¨¢s entregadas han conseguido redimir, "dotarlas de un contexto me ha procurado ideas y un vocabulario y me ha permitido profundizar en c¨®mo se ve y se describe el mal en nuestra sociedad; pero sigue sin decirme nada de por qu¨¦ a¨²n sigo clavado ante la tele cada vez que reponen El silencio de los corderos".
BTK (¨¢talas, tort¨²ralas, m¨¢talas). Treinta y un a?os de impunidad para un asesino en serie. Roy Wenzl, Tim Potter, Hurst Laviana y L. Kelly. Traducci¨®n de Francisco L¨®pez Mart¨ªn. Alba. Barcelona, 2011. 365 p¨¢ginas, 21 euros. Asesinato en Am¨¦rica. Los grandes delitos de sangre de la historia norteamericana relatados por los premios Pulitzer. Editado por Simone Barillari. Traducci¨®n de Sara ?lvarez P¨¦rez, Antonio Garc¨ªa Maldonado, Fernando P¨¦rez Fern¨¢ndez, Carmen Torres Garc¨ªa. Errata Naturae. Madrid, 2011. 349 p¨¢ginas. 22,90 euros. Cad¨¢veres exquisitos. Marilyn Monroe, Robert Kennedy, Janis Joplin, Sharon Tate, Natalie Wood, William Holden, John Belushi y otros cuerpos presentes en la mesa de disecci¨®n desvelan los enigmas de sus ¨²ltimos trances. Thomas T. Noguchi. Traducci¨®n de Ezequiel Mart¨ªnez Llorente. Global Rhythm Press. Barcelona, 2011. 244 p¨¢ginas. 19,50 euros. Cr¨ªmenes. Ferdinand von Schirach. Traducci¨®n de Juan de Sola. Salamandra. Barcelona, 2011. 192 p¨¢ginas. 15, 90 euros. Juicio a la memoria, testigos presenciales y falsos culpables. Elizabeth Loftus y Katherine Ketcham. Traducci¨®n de Concha Carde?oso S¨¢enz de Miera y Francisco L¨®pez Mart¨ªn. Alba. Barcelona, 2011. 402 p¨¢ginas. 23 euros.


Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.