La estrategia Bartleby
Har¨¢ ahora sesenta a?os, el 9 de julio de 1951, Dashiell Hammett, fundador de la novela negra, estaba citado como testigo en un juicio del que sali¨® sentenciado a seis meses de c¨¢rcel. El tribunal consideraba el caso de Gus Hall, comunista, condenado con otros correligionarios por conspiraci¨®n para derribar al Gobierno de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Hammett, como presidente del Congreso para los Derechos Civiles, hab¨ªa sido uno de los garantes de las fianzas de los once acusados, cuatro de los cuales se dieron a la fuga. Sobre el juicio contra los once comunistas, Hammett hab¨ªa hablado en 1950, en el ¨²ltimo escrito que public¨®: no le parec¨ªa un juicio penal ordinario, sino un juicio pol¨ªtico que, a partir de una acusaci¨®n pol¨ªtica, hab¨ªa concluido con un veredicto pol¨ªtico.
M¨¢s de 80 veces rehus¨® responder Hammett. Y, por desacato y desobediencia, fue a la c¨¢rcel
"Es imposible escribir nada sin tomar partido en alg¨²n momento en los temas sociales"
El d¨ªa antes de comparecer como testigo, Lillian Hellman, la mujer con la que viv¨ªa, le pregunt¨® qu¨¦ iba a decirle al juez. Hammett no pensaba decir nada. Hellman pregunt¨® si no tem¨ªa la c¨¢rcel. ?La c¨¢rcel? "Dar¨ªa mi vida por lo que creo que es la democracia", contest¨® Hammett. Y, en efecto, Hammett no habl¨®, o habl¨® s¨®lo para decir que no iba a hablar. El fiscal le pregunt¨® si era garante del fondo de fianzas, si reconoc¨ªa las actas del fondo de fianzas del Congreso para los Derechos Civiles, si reconoc¨ªa su firma y sus iniciales, D. H., si conoc¨ªa a los presos en fuga, si sab¨ªa d¨®nde estaban. Pregunt¨® por las personas que hab¨ªan aportado dinero para las fianzas. Hammett se convirti¨® en Bartleby, aquel oficinista que prefer¨ªa no hacer nada de lo que su jefe le ped¨ªa. A cada orden, Bartleby contestaba: "Preferir¨ªa que no". Acab¨® en la c¨¢rcel.
La respuesta de Hammett a las preguntas del fiscal fue: "Reh¨²so responder a la pregunta porque la respuesta podr¨ªa incriminarme". Se obstin¨® en invocar la Constituci¨®n y su quinta enmienda, por la que nadie deb¨ªa ser obligado a testificar contra s¨ª mismo en un caso criminal, aunque tambi¨¦n podr¨ªa haber recordado la primera, que trata de la libertad de opini¨®n y reuni¨®n. El juez le orden¨® que respondiera veintitr¨¦s veces. M¨¢s de ochenta veces rehus¨® responder Hammett, consciente de que su actitud lo llevaba a la c¨¢rcel. Y, por desacato y desobediencia, Hammett fue a la c¨¢rcel.
Tambi¨¦n el detective de El halc¨®n malt¨¦s, Sam Spade, sab¨ªa de interrogatorios. Sab¨ªa callar sobre sus clientes, lo merecieran o no, cuando lo acosaba la polic¨ªa. Hammett invent¨® un h¨¦roe de pocas palabras, strong silent man, duro y silencioso: s¨®lo abr¨ªa la boca, o la dejaba cerrada, para producir efectos pr¨¢cticos. En el juicio que lo llev¨® a la c¨¢rcel Hammett encontr¨® un interrogador temible, Irving Saypol, el fiscal que consigui¨® la condena a muerte del matrimonio Rosenberg por esp¨ªas prosovi¨¦ticos. La revista Time, dos semanas despu¨¦s del encarcelamiento de Hammett, trazaba un perfil de Saypol, "perro guardi¨¢n del reba?o", rechoncho y de ment¨®n poderoso, "experimentado perseguidor de comunistas", que "ha llevado a la c¨¢rcel entre otros al escritor de novelas de cr¨ªmenes Dashiell Hammett".
El escritor criminal Hammett volvi¨® a adoptar la Estrategia Bartleby cuando, a finales de marzo de 1953, compareci¨® dos veces ante la subcomisi¨®n del Senado que investigaba actividades antiamericanas, y respondi¨® o rehus¨® responder a las preguntas del inquisidor Cohn, otro de los fiscales del caso Rosenberg, y del presidente de la subcomisi¨®n, el senador Joe McCarthy. Quer¨ªan saber si el novelista era comunista, esp¨ªa, saboteador. El novelista rehus¨® responder veintisiete veces. Le recordaron que no responder equival¨ªa a declararse culpable. Le preguntaron sobre literatura, pol¨ªtica, sociedad y comunismo. ?Hab¨ªa tratado Hammett temas sociales en sus relatos? El autor de Cosecha roja, que hab¨ªa inventado la novela negra, donde las leyes no son siempre buenas ni las cosas son siempre justas, y donde la gente de orden mantiene su orden muchas veces a costa de burlar la ley, cit¨® uno de sus cuentos como posible literatura social, Sombra en la noche. "Trata de las relaciones entre blancos y negros", explic¨®, y especific¨®: "Es imposible escribir nada sin tomar partido en alg¨²n momento en los temas sociales". El escueto y excepcional Sombra en la noche cierra el volumen, excepcional tambi¨¦n, que recoge los tres interrogatorios que afront¨® Hammett.
El objetivo de McCarthy era limpiar de autores pol¨¦micos las bibliotecas. Hammett era m¨¢s que pol¨¦mico. La revista Hollywood Life lo hab¨ªa considerado a ra¨ªz de su condena en 1951 uno de los cerebros rojos de la naci¨®n, quiz¨¢ el comunista m¨¢s peligroso e influyente de Am¨¦rica, de la "alta y distinguida sociedad del caviar y el vodka". Tiempo de canallas llam¨® a aquellos a?os Lillian Hellman, la amiga de Hammett. Las aventuras del detective Sam Spade desaparecieron de la radio. De las bibliotecas fueron eliminadas obras tan subversivas como El hombre delgado, de Hammett, o La monta?a m¨¢gica, de Thomas Mann. A Mann los Estados Unidos le parec¨ªan entonces "una pesadilla con aire acondicionado".
Interrogatorios. Dashiell Hammett. Traducci¨®n de Sara ?lvarez P¨¦rez. Errata Naturae. Madrid, 2011. 118 p¨¢ginas. 10,90 euros.
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