Un verano raro
Hace tan desapacible ah¨ª fuera que he decidido encerrarme en la lectura. No es nada excepcional en m¨ª; lo raro es que lo haga para aislarme de los elementos -de las Bolsas, las agencias de rating, los bildularis, el asesino de Oslo, los disturbios de Londres...-, elementos que, lejos de hallarse, como pens¨¢bamos, bajo el influjo de agentes racionales se nos presentan como el granizo, o como los chaparrones: tan pronto jarrea como escampa. No consigo entender nada de lo que ocurre y como considero nefasto vivir en un estado de estupor permanente, me he aferrado a una lectura amiga. Ya que el tiempo que me ha tocado vivir me est¨¢ demostrando que mi inteligencia es muy limitada, para que ¨¦sta no se sofoque del todo he decidido agarrarme a un libro. Ya ven que ¨¦stos tambi¨¦n sirven para algo; sirven ni m¨¢s ni menos que para avivar una inteligencia que se est¨¢ cayendo a pedazos. Son tambi¨¦n un ecosistema en el que uno se puede refugiar de esa naturaleza salvaje en la que han derivado los asuntos humanos.
Y leo a Anthony Grafton, un profesor norteamericano experto en temas renacentistas y un gran defensor del libro, y me voy a tomar la libertad de hablarles de su semblanza de Johannes Trithemius. Grafton lo considera v¨ªctima de "schadenfreude", un t¨¦rmino alem¨¢n, aunque ya muy internacionalizado, que se utiliza para expresar la alegr¨ªa por el mal ajeno, un sentimiento, seg¨²n Grafton, mucho m¨¢s com¨²n en los medios acad¨¦micos que el amor o el odio. Pues bien; Trithemius fue un monje benedictino alem¨¢n nacido en 1462 que fue nombrado siendo un veintea?ero abad de Sponheim, donde reuni¨® una important¨ªsima y famosa biblioteca. Adem¨¢s de c¨®mo bibli¨®filo, fue reconocido como bibli¨®grafo e historiador, pero al final de su vida fue acusado de utilizar poderes m¨¢gicos con la ayuda del Diablo. La posterioridad a¨²n se ha ensa?ado m¨¢s con ¨¦l, al convertirlo en paradigma de los enemigos de la revoluci¨®n digital. Aunque particip¨® activamente en el desarrollo del libro impreso, se atrevi¨® a escribir lo siguiente: "El libro impreso est¨¢ hecho de papel y, como el papel, desaparecer¨¢ r¨¢pidamente, mientras que el escriba, trabajando en pergamino, garantiza un duradero recuerdo para s¨ª mismo y para su texto". Como ¨¦l, los amantes del libro impreso y reacios a las nuevas tecnolog¨ªas del libro, estar¨ªan condenados al fracaso y a desaparecer.
Todo parece condenado a desaparecer ante el impulso de la revoluci¨®n digital. Veo que se discute si los disturbios de Londres han sido promovidos desde Twitter o desde Blackberry's Messenger. Surgieron en Tottenham y se ha recurrido a explicaciones anal¨®gicas para tratar de entenderlos: la reacci¨®n de un barrio deprimido tras la muerte a tiros por la polic¨ªa de un joven de color, etc¨¦tera. Son explicaciones que se atienen a un sentido de la realidad que parece sobrepasado. Quiz¨¢ la realidad se est¨¦ configurando ya en otra parte y por eso no entendamos nada. Yo sigo con mi libro. ?Pobre Trithemius!
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