Despu¨¦s de la batalla
Cameron mira hacia el futuro para prevenir otra barbarie y evita afrontar los males del pasado
El primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, compareci¨® ayer en los Comunes para dar cuenta de los sucesos que han sacudido Londres y otras ciudades del pa¨ªs, dejando un balance de cuatro muertos, centenares de comercios saqueados y m¨¢s de un millar de detenidos. Ante los miembros de la C¨¢mara, Cameron prefiri¨® hablar del futuro en lugar de concentrarse en las jornadas de barbarie que han padecido los brit¨¢nicos, imaginando que escog¨ªa un terreno m¨¢s propicio para defender la gesti¨®n de su Gobierno. Pero Cameron no lo tendr¨¢ f¨¢cil en ninguna de ambas direcciones.
La muerte de Mark Duggan a manos de la polic¨ªa fue la causa, o la coartada, que desencaden¨® una de las mayores llamaradas de vandalismo sufridas por Reino Unido en un cuarto de siglo. Las primeras versiones oficiales trataron de ocultar que se trat¨® de un error policial de tr¨¢gicas consecuencias, cuyas responsabilidades deber¨¢n establecer los tribunales. A este mal paso inicial se sum¨® la tard¨ªa, confusa e insuficiente reacci¨®n del Gobierno, que dej¨® en el ¨¢nimo de los brit¨¢nicos una sensaci¨®n de desamparo. Este es el pasado del que Cameron tendr¨¢ que dar cuenta, aunque en los Comunes intentase dirigir la mirada hacia el futuro.
Pero el futuro, por su parte, exige medidas que van a contracorriente de las que la mayor parte de los Gobiernos est¨¢n adoptando frente a la crisis econ¨®mica. Una parte de la explicaci¨®n de los sucesos, no de su justificaci¨®n, remite a unas pol¨ªticas en las que Reino Unido fue pionero en tiempos de Margaret Thatcher, y que no se corrigieron durante los Gobiernos de Tony Blair. Los portavoces del actual Ejecutivo se?alaron al principio de las revueltas que resultaba imposible preverlas. Como en el caso de la crisis financiera, no es que no saltaron las alarmas, sino que las alarmas fueron sistem¨¢ticamente desatendidas. Hasta el punto de que hoy la sociedad brit¨¢nica y, con ella, la del resto de Europa, se asombra de los niveles de desigualdad alcanzados en una de las principales econom¨ªas mundiales.
El Gobierno de Cameron ha se?alado la importancia de que las familias se esmeren en la educaci¨®n de los hijos para evitar revueltas como las de estos d¨ªas. La funci¨®n del Estado no consiste en dar buenos consejos, sino en garantizar la seguridad de los ciudadanos y sus bienes, y uno de los instrumentos de los que dispone para lograrlo es no desentenderse de las bolsas de exclusi¨®n. En cuanto a las voces que reclaman el control de las redes de comunicaci¨®n, conviene recordar los l¨ªmites que impone el Estado de derecho. El vandalismo no puede sumar su fuerza a la del terrorismo para limitar las garant¨ªas de las que disponen los ciudadanos. El hecho de que una minor¨ªa de violentos se haya servido de las redes sociales o de los servicios de mensajer¨ªa no puede ser una excusa para que se prive de ellos a la mayor¨ªa, o para que esta pierda el derecho a su privacidad.
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