El ba?o de Red Bull
Las ¨²ltimas visitas del Bar?a al Bernab¨¦u provocaron situaciones violentas de consecuencias todav¨ªa impredecibles
Las noches del 17 y el 27 de abril, fechas del cl¨¢sico de la Liga y la ida de las semifinales de la Champions, los vestuarios del Bernab¨¦u, con sus pasillos y sus zonas de paso, fueron el escenario de algunos de los momentos m¨¢s tensos de la historia reciente del f¨²tbol espa?ol. Hoy el Bar?a regresa al lugar en el que comenz¨® a abrirse la brecha que afecta a la selecci¨®n espa?ola en un clima de zozobra que condicion¨® particularmente a Jos¨¦ Mourinho, el entrenador madridista. Como cuando descubri¨®, a las 17.00 horas de la tarde del d¨ªa del partido de Liga que en una cadena de televisi¨®n se anunciaba el secreto que hab¨ªa exigido mantener a sus jugadores a toda costa: la alineaci¨®n de Pepe como medio centro, junto a Alonso y Khedira.
El partido acab¨® 1-1. El p¨²blico abandon¨® las gradas, en general, con una mezcla de resignaci¨®n y alivio a pesar de que el resultado sellaba el campeonato a favor del Bar?a. La complacencia de la muchedumbre contrast¨® con lo que se encontraron los jugadores al entrar al vestuario. Ah¨ª estaba Mourinho convocando una reuni¨®n con ademanes nerviosos. "?Sois unos traidores!", gritaba. "?Os ped¨ª que no filtraseis la alineaci¨®n y me hab¨¦is traicionado! ?Se nota que no est¨¢is conmigo!".
Los jugadores nunca le hab¨ªan visto tan angustiados. Seg¨²n dicen los testigos, no paraba de insultarlos. Repas¨® uno por uno a los que ten¨ªa a su alrededor. Cuando se encontr¨® con la cara de Granero, que se desvive por halagarlo, le se?al¨®. Seg¨²n un empleado del club, dijo algo as¨ª: "El ¨²nico amigo que tengo en este vestuario es Granero. ?Pero ya ni me puedo fiar de ¨¦l! ?Me hab¨¦is dejado solo! ?Sois la plantilla m¨¢s traidora que he tenido en mi vida!".
Presa de una emoci¨®n intens¨ªsima, Mourinho cogi¨® una lata de Red Bull y la arroj¨® contra la pared. Al estrellarse, el recipiente se parti¨® y liber¨® el l¨ªquido gaseoso con un efecto de lluvia. Ba?ados con esta bebida energ¨¦tica con sabor a frutos del bosque, az¨²car y cafe¨ªna, algunos jugadores se quedaron perplejos. Otros lo observaron con indiferencia. Casillas se fue a las duchas junto con otros espa?oles. Abatido como parec¨ªa, el entrenador se inclin¨® y clav¨® una rodilla en el suelo y emiti¨® un llanto desconsolado. Luego, se levant¨®, se enjuag¨® los ojos y les asegur¨® a todos, entre sollozos, que hablar¨ªa con el presidente, Florentino P¨¦rez, y con el director general ejecutivo, Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez, que ten¨ªa medios para descubrir al culpable y que, una vez descubierto, emprender¨ªa represalias.
En palabras de uno de los asistentes, Mourinho hizo una analog¨ªa entre la guerra y el f¨²tbol: "Si yo estoy en Vietnam y veo que se r¨ªen de un compa?ero, con mis propias manos cojo una pistola y mato al culpable. Ahora sois vosotros los que ten¨¦is que buscar al que ha filtrado la alineaci¨®n".
A lo largo de toda la semana siguiente, final de Copa incluida, Mourinho reuni¨® a sus jugadores para advertirles de que los ¨¢rbitros favorecer¨ªan al Bar?a en la Champions. No fue una charla. Fueron muchas y continuaron un discurso contra la UEFA que se remontaba a la primera ronda del torneo. La expulsi¨®n de Pepe con tarjeta roja directa por el ¨¢rbitro alem¨¢n Stark, en la ida de las semifinales, el 27 de abril, proporcion¨® a Mourinho un instrumento para apoyar su teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Al terminar el partido (0-2), la mano derecha del t¨¦cnico portugu¨¦s, Rui Faria, esper¨® a los jugadores del Bar?a detr¨¢s de la valla de separaci¨®n del t¨²nel de vestuarios: "?Ahora lo que ten¨¦is que hacer es ir a cambiaros en el mismo vestuario que los ¨¢rbitros! ?Lo gan¨¢is todo por los ¨¢rbitros!". Pinto, Puyol y Piqu¨¦ le invitaron a pasar al otro lado de la valla. Cuando llegaron, los jugadores del Madrid comenzaron a increpar a los del Barcelona acus¨¢ndoles de comprar ¨¢rbitros. Los que se mantuvieron al margen fueron una minor¨ªa.
La plantilla azulgrana se reuni¨® en el t¨²nel y comenz¨® a cantar: "?As¨ª, as¨ª, as¨ª se juega al f¨²tbol...!". El estribillo enfureci¨® a los madridistas. Rui Faria los alent¨® a asaltar el vestuario de los rivales. "?Vosotros cre¨¦is que jug¨¢is al f¨²tbol, pero lo que hac¨¦is es robar con los ¨¢rbitros!", gritaba.
La entrada al vestuario fue la parte m¨¢s suave de una serie de episodios violentos que implicaron a todos los internacionales esa noche. Los jugadores del Bar?a, que a lo largo de la temporada hab¨ªan escuchado acusaciones veladas de soborno, simulaci¨®n, e incluso dopaje, comprobaron que sus compa?eros de selecci¨®n madridistas eran m¨¢s leales a Mourinho de lo que el propio Mourinho pensaba.
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