Ch¨¢vez y el nuevo arte del melodrama
El c¨¢ncer del presidente es el tema del ¨²ltimo cap¨ªtulo del gran culebr¨®n bolivariano en el que no falta nada: el viaje a Cuba; las mentiras y la verdad; la quimioterapia y la lucha ¨¦pica del caudillo contra la enfermedad
Norberto Ceressole, probablemente el primer asesor de medios y escritor del guion de la revoluci¨®n bolivariana, perfil¨® el formato medi¨¢tico de un albur neofascista. Una vez asaltados los medios de comunicaci¨®n se establecer¨ªa una relaci¨®n ¨ªntima desde el poder entre Hugo Ch¨¢vez y los dem¨¢s a trav¨¦s de las pantallas, de las primeras planas de los peri¨®dicos y de la entonces incipiente Internet; se encuadrar¨ªa el v¨ªnculo emocional entre el caudillo, el Ej¨¦rcito y el pueblo. El teniente coronel, protagonista de dos cruentas asonadas militares y un proceso electoral exitoso, asumir¨ªa la direcci¨®n y la actuaci¨®n de una telenovela ¨¦pica.
Innumerable han sido los cap¨ªtulos. En solo una d¨¦cada se transmitieron 1995 cadenas de radio y televisi¨®n. La revoluci¨®n venezolana no tuvo una entrada triunfal en Caracas ni asalt¨® el Cuartel de Invierno de los Romanov. La gesta popular desde un primer momento se expres¨® en vivo y en directo en un estudio abierto y se le encuadr¨® para la emisi¨®n de un espect¨¢culo eterno; escena tras escena. La revoluci¨®n bonita gana las mediciones y aviva la dial¨¦ctica melodram¨¢tica entre individualidades, partidos pol¨ªticos, religiosos, due?os de medios, empresarios, jefes de Estado, amas de casa, militares, actores y directores de Hollywood -Sean Penn, Oliver Stone, Danny Glover, etc¨¦tera-, y con esa entelequia llamada pueblo. Todos caben en lo que comienza a llamarse el gran culebr¨®n bolivariano.
En Caracas, se vive la atm¨®sfera de las Bolsas, cada uno da su diagn¨®stico: pr¨®stata, intestino...
Antes de Hugo la verdad era la primera v¨ªctima del poder absoluto; ahora, la aceptaci¨®n de la mentira
Podr¨ªan resaltarse algunos de sus c¨¦lebres cap¨ªtulos: La Constituyente. Los hermanos traidores. El golpe. El regreso. La huelga. Est¨¢s despedido. Militares en la plaza. Fidel y el mar de la felicidad. Refer¨¦ndum. ?Fraude? Bonanza. Ir¨¢n y yo. Aqu¨ª huele a azufre. Plebiscito.
El encuadre m¨¢s reciente lleva por nombre C¨¢ncer.
Exterior d¨ªa: el presidente sale de gira, se despide a las puertas de su avi¨®n, agita su inmensa humanidad ante las c¨¢maras. Segundo encuadre: viaje por Sudam¨¦rica. Tercer encuadre: corta escala en La Habana para saludar a Fidel.
Mientras, lejos de las c¨¢maras: Venezuela est¨¢ sumida en una desproporcionada crisis de electricidad, desabastecimiento. Cr¨ªmenes violentos y motines en las c¨¢rceles.
Argumento en La Habana: la visita de unas horas se convierte en la desaparici¨®n del h¨¦roe. Los ministros van a La Habana y regresan a Caracas, no ocultan un sesgo de preocupaci¨®n, a alguien se le escapa la palabra enfermedad. El ministro de Informaci¨®n niega el rumor en las redes sociales: "Ch¨¢vez est¨¢ como una uva". Basta la afirmaci¨®n anterior para que del murmullo noticioso sobre su salud replique ca¨®tica-mente. Unos diputados del partido de Gobierno lo admiten, otros lo niegan.
La primera verdad: Fidel da un parte; el presidente comandante ha sido operado de urgencia de un absceso p¨¦lvico. Con oportunidad se filtra desde la nada la palabra c¨¢ncer y borbotea por todas las grietas del show nacional. Se vive la atm¨®sfera de una casa de Bolsa. Cada quien le juega a su diagn¨®stico: pr¨®stata, intestino; met¨¢stasis.
Apertura de inciso dram¨¢tico: desmentido oficial. El presidente est¨¢ sano. Se exige un parte m¨¦dico en medio de una estampida reactiva. El ¨¢mbito oficial mantiene la ambig¨¹edad, pero deja entrever una disputa por la sucesi¨®n. Ad¨¢n, el hermano del presidente, llama a una lucha que trascienda el terreno electoral; la oposici¨®n se?ala un vac¨ªo de poder y reclama apego a la Constituci¨®n; el pa¨ªs hace aguas como si nada, escasez, inseguridad, lo de siempre como tel¨®n de fondo.
Segunda verdad y prognosis: Fidel aparece de nuevo en escena y sentencia: Hugo Ch¨¢vez tiene un c¨¢ncer y vencer¨¢. La exaltaci¨®n es general, nadie desea quedarse sin opinar, todas las plataformas medi¨¢ticas se activan. Los entusiastas dicen que por primera vez en muchos a?os el pa¨ªs se atreve a pensar en una realidad sin Ch¨¢vez. Los encuestadores sostienen que la ausencia medi¨¢tica del presidente lo da?ar¨¢ irremisiblemente. (Aparte: Venezuela arde).
Tercera verdad: aparece Hugo Ch¨¢vez. Poco queda de aquel corpulento y entusiasta comandante. Ha perdido kilos y est¨¢ demacrado. Viste ch¨¢ndal como su mentor; reconoce estar librando una batalla contra la terrible enfermedad. El hombre que clamaba socialismo o muerte, a pesar de sus circunstancias puntualiza que la consigna es la vida. ?Vivir¨¦; viviremos! (Compasi¨®n Un¨¢nime).
Tras un corto periodo de incertidumbre, de alzas y bajas en los rumores, se rompe la unanimidad compasiva y Venezuela acusa malestar al sentir a La Habana como nuevo asiento del poder. Fidel sorprende y declara: Ch¨¢vez les va a dar una sorpresa a los venezolanos. El presidente Ch¨¢vez arriba al aeropuerto Sim¨®n Bol¨ªvar en horas de la madrugada, all¨ª lo espera una multitud de c¨¢maras y micr¨®fonos, se dirige al Balc¨®n del Pueblo en el palacio presidencial donde es televisado ante las multitudes y cuenta su verdad. En su narrativa har¨¢ coincidir cada momento crucial de su lucha por la vida con los eventos bicentenarios de la independencia, superpondr¨¢ una simbolog¨ªa individual a las claves de la emancipaci¨®n.
Enflaquecido pero en¨¦rgico cuenta c¨®mo el 24 de junio, d¨ªa de la batalla de Carabobo, ¨¦l libraba en el quir¨®fano la batalla por su vida; el 5 de julio, d¨ªa de la firma del acta de la independencia, manifiesta su necesidad de vivir en el poder hasta el 2031, porque la revoluci¨®n apenas ha comenzado. Sustituye consignas y cuestiona al color rojo como ¨²nico s¨ªmbolo de su revoluci¨®n. Las tres fases de su proceso de sanaci¨®n coinciden con las fases de la consolidaci¨®n del proceso liberador que dirige. Como Bol¨ªvar en Pativilca ha decidido levantarse y vencer. La multitud grita: ?descanse presidente! Los ministros lloran, las celebraciones bicentenarias de la Independencia comienzan, pero desaparece la emancipaci¨®n como figura central del espect¨¢culo. Las c¨¢maras se centran en registrar las procesiones marciales, ¨¦picas, los holocaustos nacionalistas, las recreaciones de los grandes momentos de la patria en torno a la figura de un Bol¨ªvar reencarnado en las contiendas del comandante Hugo Ch¨¢vez en contra de su mal.
Regresa a La Habana a recibir una dosis de quimioterapia. H¨¦roes y villanos sacan sus cuentas. Al regresar declara que Fidel le dijo, "chico, ya t¨² no tienes nada, te vas a salvar". (Ovaci¨®n). "Fui escaneado por un aparato espectacular y no se me encontr¨® ni una c¨¦lula maligna" (m¨¢s ovaciones). Desde ese momento retoma los medios (?alguna vez los abandon¨®?). A trav¨¦s de cadena nacional de medios de comunicaci¨®n realizar¨¢ sus ejercicios, tomar¨¢ sus p¨ªldoras a mitad de unas letan¨ªas piadosas, muestra su esp¨ªritu de lucha atacando la unidad de los opositores: reta al imperialismo, promueve la lucha contra el sectarismo, tiende puentes a la clase media y fractura la l¨®gica de sus aduladores: "Me han obligado a vestirme de rojo y eso es sospechoso". La audiencia recibe una nueva, est¨¢ "botando" el cabello. Dos secuencias adelante, aparece rapado y le coquetea al imperio su nuevo look.
C¨¢ncer se convierte en una p¨¦sima telenovela de alto rating universal.
Una revoluci¨®n menesterosa de ¨¦pica muestra los apuros de su caudillo. Su lucha contra la oligarqu¨ªa, los golpes, un c¨®lico, el imperio y ahora la ol¨ªmpica contienda contra una enfermedad terminal. El arte enfermo de gobernar. El gobernante confunde el yo social consigo mismo, se convierte en el creador de la realidad. Quiebra la raz¨®n, rompe los pactos de verosimilitud sin consecuencias de aceptaci¨®n. Deja de importar la verdad e interesa lo que acontece en torno a una verdad suspendida, una verdad que nunca se sabr¨¢, una verdad, indefinible, pospuesta. Hugo Ch¨¢vez ha agregado t¨¦cnicas a la manipulaci¨®n e integraci¨®n de los mensajes: el caudillo cabalga sobre las nuevas plataformas comunicacionales, fractura el l¨®bulo frontal de su audiencia e inyecta el suspenso emocional en las zonas l¨ªmbicas del cerebro colectivo.
A¨²n quedan por vivirse muchos cap¨ªtulos del teleculebr¨®n. Vendr¨¢n nuevas sesiones de quimioterapia y tardes en La Habana junto a Fidel; ambos considerar¨¢n el montaje de una agon¨ªa gloriosa, comentar¨¢n a Nietzsche y acariciar¨¢n la idea del renacimiento de Zaratustra. Antes de Hugo, la verdad era la primera v¨ªctima del poder absoluto, ahora ¨¦l ha movido paradigma, la finalidad del melodrama ya no ser¨¢ la revelaci¨®n de una verdad sino la aceptaci¨®n de la mentira. La verdad subyacer¨¢ como un detalle mientras existan un guionista y un actor diestro para banalizarla y dispersarla en miles de farsas.
Israel Centeno es escritor venezolano.
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