?Desverg¨¹enza!
?Qu¨¦ imagen m¨¢s deprimente la de Castella y Perera haciendo alardes ante unas raspitas birriosas, inv¨¢lidas y cadav¨¦ricas mientras el p¨²blico asent¨ªa con su aplauso! ?Qu¨¦ desverg¨¹enza que quienes se hacen llamar figuras del toreo acepten ser c¨®mplices de tama?o fraude! ?Qu¨¦ dolor! ?Qu¨¦ desolaci¨®n! Resulta inadmisible desde todo punto y hora que estos taurinos violenten de tal manera la grandiosa fiesta de los toros
?C¨®mo es posible que estos se?ores, Castella y Perera, no se planten p¨²blicamente ante esa farsa y se nieguen ser cooperadores necesarios de un enga?o al p¨²blico? ?D¨®nde est¨¢ su dignidad, se?ores toreros? ?C¨®mo tienen el descaro de ponerse traje y corbata para acudir a una entrevista con el ministro del Interior y pedir el traslado de los toros a Cultura cuando son ellos, precisamente ellos, los que m¨¢s denigran con su censurable actitud la fiesta de los toros?
TASSARA, LORENZO / FERNANDES, CASTELLA, PERERA
Un toro despuntado para rejoneo de Flores Tassara, manso, y seis de Carmen Lorenzo, impresentables, inv¨¢lidos y descastados.
Rui Fernandes: metisaca, pinchazo y bajonazo (palmas).
Sebasti¨¢n Castella: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y estocada (ovaci¨®n); media travesada, descabello _aviso_ y cuatro descabellos (silencio)
Miguel Angel Perera: pinchazo y casi entera (ovaci¨®n); pinchazo y casi entera tendida (silencio); estocada ca¨ªda, cuatro descabellos _aviso_, y dos descabellos (silencio).
Plaza de la Malagueta. 18 de agosto. S¨¦ptima corrida de feria. Casi lleno.
?C¨®mo es posible que estos toreros no se planten ante tama?a farsa?
La corrida no fue m¨¢s que un desfile de raspas de sardinas
La plaza de M¨¢laga es de primera categor¨ªa. As¨ª lo dice el Reglamento Taurino andaluz; pero una cosa es la decisi¨®n pol¨ªtica y administrativa y otra la fuerza de los hechos. La realidad es tozuda: ni la afici¨®n, ni la autoridad, ni la empresa de esta plaza son de primera. Si lo fueran, ni la empresa hubiera comprado esta corrida; ni la autoridad la hubiera admitido, ni la afici¨®n la hubiera aceptado. Los taurinos saben que no es f¨¢cil ser de primera, porque ello lleva consigo un conocimiento y una exigencia, y se aprovechan de que la extinta afici¨®n ha dejado paso a un p¨²blico triunfalista y orejil al que le importa m¨¢s aplaudir que el buen toreo. Y, entre los taurinos, las llamadas figuras. Ayer, por ejemplo, estos dos toreros j¨®venes, se supone que plet¨®ricos de fuerza y de ilusi¨®n, reconvertidos en dos jubilados, se erigieron protagonistas de un fraude inadmisible.
As¨ª, no, se?ores Castella y Perera; as¨ª, solo est¨¢n echando tierra a esta fiesta tan necesitada de autenticidad, honradez, integridad y responsabilidad. As¨ª, no, representantes de la autoridad, incapaces de defender los derechos de los espectadores y la pureza del espect¨¢culo.
A estas alturas, no parece necesario insistir en que la corrida de Carmen Lorenzo nunca debi¨® salir al ruedo de la Malagueta. Un desfile toda ella de raspas de sardinas, sin fuerzas, sin casta, sin nada... Y all¨ª estuvo, por ejemplo, Sebasti¨¢n Castella intentando lucirse con su becerrote primero, noqueado y tullido, un muerto en vida, ante el que no tuvo reparos en alardear de valor. Claudicante fue su segundo, al que le dio mil pases a cual m¨¢s soso en una imagen denigrante del toreo verdadero. Y cerr¨® su actuaci¨®n con otra descarada caricatura de toro y de torero. En este quinto de la tarde se vivi¨® un momento de enorme peligro al resbalar el subalterno Isaac Mesa a la salida de un par de banderillas y quedar a merced del toro en las mismas tablas. Aunque se temi¨® la cogida por la aparatosidad de la misma, todo qued¨®, por fortuna, en magulladuras varias.
Breve deber ser tambi¨¦n el an¨¢lisis de la actuaci¨®n de Miguel ?ngel Perera, que ya podr¨ªa explicar qu¨¦ pintaba en este triste episodio antitaurino. Su primer novillo se dejaba dar pases, y all¨¢ que le dio todos los que le vino en gana sin inter¨¦s alguno. La verdad es que su actuaci¨®n parec¨ªa una versi¨®n edulcorada de maltrato animal; un animalito huidizo y con cara de enfermo que ped¨ªa por Dios que lo dejaran tranquilo. Inc¨®modo, deslucido y violento fue el cuarto -que puso en apuros al banderillero Joselito Guti¨¦rrez-, y Perera salv¨® la papeleta sin despeinarse, Y nada que contar del sexto, al que mulete¨® sin apreturas ni convicci¨®n a un animalito que iba y ven¨ªa sin calidad mientras se despoblaban los tendidos.
La gente estaba cansada. Eran las diez menos cuarto y la corrida hab¨ªa comenzado a las siete con la actuaci¨®n del rejoneador portugu¨¦s Rui Fernandes, quien tuvo una actuaci¨®n sobria, fr¨ªa y carente de recuerdos.
La gente estaba cansada porque la desverg¨¹enza deja mella en los generosos esp¨ªritus de esta afici¨®n a la que maltratan y se empe?an en no formar. As¨ª, pierden todos: la fiesta y la propia M¨¢laga, que merece mejor suerte.
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