Pel¨ªculas de segunda unidad

Cuando, como cronista, se ha tenido la oportunidad de acudir a la filmaci¨®n de una superproducci¨®n de acci¨®n, lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es que, durante m¨¢s tiempo del imaginable, hay varios decorados de rodaje trabajando al alim¨®n. El primero, comandado por el director, lucha para que el protagonista de marras, muchas veces penoso int¨¦rprete, logre decir sus frases con coherencia en las (pocas) secuencias de di¨¢logo. Mientras, un par de dobles, en no pocas ocasiones con una pantalla de croma detr¨¢s, se afanan en las luchas filmados por el director de segunda unidad. El resultado es que los momentos de acci¨®n de ciertas pel¨ªculas estadounidenses actuales parecen siempre los mismos, aunque con un fondo distinto colocado posteriormente por el departamento de efectos especiales.

Es cine sin personalidad alguna, realizado con molde. Es cine de segunda unidad. Como Conan, El B¨¢rbaro, nueva versi¨®n del (discutible) cl¨¢sico moderno dirigido por John Milius en 1982. Una pel¨ªcula en la que m¨¢s del 60% del metraje son secuencias de batalla (debe haber m¨¢s de una veintena), aunque todas cortadas por el mismo patr¨®n.