Retrato de un indignado
Fernando Tarrida del M¨¢rmol fue uno de los nombres fundamentales del anarquismo espa?ol del cambio de siglo XIX-XX y el principal promotor de la campa?a internacional contra el proceso de Montju?c
El pasado d¨ªa 18 se cumplieron 150 a?os del nacimiento de un ingeniero y publicista libertario de cuya memoria se ha perdido el rastro casi por completo. Y, sin embargo, Fernando Tarrida del M¨¢rmol, a quien ahora evocamos, fue un pensador y un agitador determinante en las cuitas del anarquismo espa?ol en el cambio de siglo XIX-XX. Junto con otros nombres hoy igualmente preteridos (como Anselmo Lorenzo, Federico Urales, Ricardo Mella, Soledad Gustavo, Teresa Claramunt, Jos¨¦ Prat, etc¨¦tera), formaba parte de una generaci¨®n que aliment¨® las ideas y las esperanzas de un movimiento que se hallaba por entonces en plena crisis, como consecuencia de su propia deriva individualista y violenta y de la respuesta represiva de los Gobiernos de la restauraci¨®n.
Libertario desde los 18, defendi¨® la ense?anza laica, el libre pensamiento y la movilizaci¨®n obrera
La formulaci¨®n que le dio mayor celebridad fue sin duda la del 'anarquismo sin adjetivos'
Este hombre de ciencias y librepensador se distingui¨® sin duda por sus or¨ªgenes acomodados, por su preparaci¨®n intelectual y por sus elaboraciones te¨®ricas, tres rasgos muy poco corrientes en el anarquismo de su ¨¦poca. Cultivaba asimismo una prosa clara y concisa y era un brillante orador, cualidad que se acompa?aba de una viv¨ªsima gesticulaci¨®n del cuerpo que le hac¨ªa aparecer, en palabras de Max Nettlau, como un aut¨¦ntico perpetuum mobile parlante. A todo ello a?adi¨® unas cualidades humanas y un magnetismo personal que le fueron un¨¢nimemente reconocidos.
Tarrida naci¨® en Santiago de Cuba el 18 de agosto de 1861, hijo de un industrial catal¨¢n que regres¨® a su Sitges natal tras enviudar de una criolla. Se gradu¨® como ingeniero industrial en la Universidad de Barcelona (1886) y muy pronto repudi¨® sus or¨ªgenes familiares y se busc¨® la vida, dando clases y dirigiendo una Academia Polit¨¦cnica. Mientras tanto, y gracias a su voracidad lectora, abandon¨® sus incipientes ideas republicanas para abrazar la militancia anarquista a los 18 a?os.
Fue en esa ¨¦poca, tambi¨¦n, cuando forj¨® una profunda amistad con Anselmo Lorenzo. Esta evoluci¨®n se consolid¨® en varias plataformas y publicaciones que en aquellos a?os mantuvieron una incansable actividad: nos referimos al grupo librepensador La Luz, fundado en 1885; a la revista sociol¨®gica Acracia, la mejor publicaci¨®n ¨¢crata espa?ola del siglo XIX, fundada en 1886; y al C¨ªrculo Obrero La Regeneraci¨®n, que desde 1887 editaba el diario colectivista El Productor.
El joven y activ¨ªsimo Tarrida pronunciaba conferencias y m¨ªtines, escrib¨ªa en la prensa y se iniciaba en sus aportaciones te¨®ricas, en las que siempre coloc¨® las teor¨ªas cient¨ªficas como principio inspirador. Sin embargo, la formulaci¨®n que le dio mayor celebridad fue sin duda la del anarquismo sin adjetivos (1899), que logr¨® dar salida a los debates relativamente est¨¦riles sobre los procedimientos revolucionarios y las escuelas econ¨®micas en los que se hab¨ªa enfrascado el anarquismo. Fueron, aquellos, unos a?os de efervescencia en los que Tarrida asisti¨® tambi¨¦n a sus primeros congresos internacionales, dedicados al libre pensamiento, a la ense?anza laica o al movimiento obrero, con intervenciones que hu¨ªan siempre del mero doctrinarismo y buscaban v¨ªas de conciliaci¨®n.
No mucho m¨¢s tarde, concretamente en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XIX, el anarquismo catal¨¢n, siguiendo una din¨¢mica de alcance europeo, se desliz¨® hacia la propaganda por el hecho, dando lugar a una oleada terrorista que se aliment¨® a su vez de la desorbitada represi¨®n de los Gobiernos de la restauraci¨®n. Uno de los hitos de este proceso fue sin duda la explosi¨®n de una bomba de incierta autor¨ªa en la calle de los Cambios Nuevos de Barcelona, el 7 de junio de 1896, que caus¨® 12 muertos y unos 50 heridos. La explosi¨®n desencaden¨® una dur¨ªsima respuesta represiva por parte de las autoridades, que supuso la clausura de los centros obreros y el arbitrario encarcelamiento de un gran n¨²mero de anarquistas -muchos m¨¢s de los 400 que suelen mencionarse-, entre ellos, Tarrida de M¨¢rmol, quien, sin embargo, logr¨® abandonar el castillo de Montju?c a los 38 d¨ªas gracias a la influencia de amigos y parientes.
Ya libre, Tarrida se exili¨® a Par¨ªs, donde inici¨® una campa?a internacional de denuncia de los encarcelamientos y de las torturas infligidas a los detenidos, as¨ª como de las irregularidades procesales y de la arbitrariedad de las condenas, que en mayo de 1897 condujeron a cinco hombres inocentes ante el pelot¨®n de ejecuci¨®n y a muchos otros anarquistas a presidios espa?oles o al exilio. La campa?a, que arranc¨® con varios art¨ªculos en la prensa francesa, salt¨® despu¨¦s a Reino Unido y empez¨® a despertar algunos ecos en la prensa espa?ola. Otros peri¨®dicos y comit¨¦s de apoyo de toda Europa, de Estados Unidos y de Hispanoam¨¦rica se fueron sumando a la causa.
Mientras, Tarrida del M¨¢rmol multiplic¨® sus iniciativas y reuni¨® sus art¨ªculos en un libro exitoso titulado Les Inquisiteurs d'Espagne, si bien en agosto de 1897 fue obligado a abandonar Francia y se instal¨® en Londres, donde permanecer¨ªa hasta el final de su vida. Generalizada ya la campa?a en el seno de la prensa y de la sociedad espa?ola, con el apoyo decisivo de los sectores republicanos y de personajes como Federico Urales o Alejandro Lerroux, un extendido clamor acab¨® logrando en enero de 1900 la promulgaci¨®n de un vergonzante indulto, que para la mayor¨ªa de los afectados se tradujo en un extra?amiento fuera del territorio espa?ol. Hubo entonces que acoger dignamente a los desterrados y proseguir todav¨ªa la campa?a en busca de la definitiva liberaci¨®n de los ¨²ltimos presos y de la revisi¨®n de la causa.
Tras los efectos del proceso de Montju?c, a Tarrida le qued¨® una vida relativamente breve pero agotadora en la capital inglesa. Para ganarse el sustento, se convirti¨® en corresponsal de varios peri¨®dicos espa?oles, franceses, argentinos y belgas. Durante nueve a?os (1901-1910), fue remitiendo casi diariamente telegramas y cartas al Heraldo de Madrid en los que recog¨ªa la actualidad de la sociedad brit¨¢nica. M¨¢s tarde, recuper¨® su presencia en la prensa madrile?a, esta vez a trav¨¦s del diario republicano El Pa¨ªs, al que enviaba unas cr¨®nicas m¨¢s espaciadas y prolijas. Trabajaba sin reposo, combinando sus art¨ªculos con la participaci¨®n en toda clase de actividades de signo libertario, sindical, pacifista, librepensador. Muchos de sus trabajos fueron de car¨¢cter cient¨ªfico, algunos de los cuales vinculados a una de sus m¨¢s arraigadas aficiones, la astronom¨ªa. Cabe a?adir tambi¨¦n que asumi¨® en todo momento el papel de representante y embajador del anarquismo espa?ol, al tiempo que cultivaba su amistad con significados pol¨ªticos y sindicalistas brit¨¢nicos y con otros exiliados como Errico Malatesta, Louise Michel o Kropotkin.
Poco antes del indulto de 1900 que hemos mencionado, Fernando Tarrida tuvo que pasar por el terrible trance de perder, en pocos meses, a su joven esposa, May, y a su ni?a del mismo nombre, por las que sent¨ªa un profundo cari?o. Sin embargo, m¨¢s tarde logr¨® rehacer felizmente su vida familiar con Bessie George, una viuda con la que tuvo tres hijos, Margarita, John y Ana.
Con el paso de los a?os, y sin renegar de sus creencias libertarias, Tarrida del M¨¢rmol se fue aproximando poco a poco a lo que los ingleses denominan el socialismo del gas and water, es decir, hacia el socialismo no revolucionario com¨²n en la tradici¨®n inglesa. As¨ª, en unos tiempos de aluvi¨®n en los que grupos y tendencias muy variados fueron confluyendo en lo que acabar¨ªa siendo en 1906 el Partido Laborista, Tarrida se adhiri¨® al Independent Labour Party, animado principalmente por Ramsay MacDonald, gran amigo suyo y futuro premier brit¨¢nico.
Al final de su vida, Fernando Tarrida estuvo delicado de salud, pero nunca abandon¨® sus cr¨®nicas ni los mandamientos de la amistad y de la solidaridad. Y el 15 de marzo de 1915 falleci¨® de repente en Londres, a los 54 a?os, tras un derrame cerebral. Tarrida, que en palabras de Malatesta "tiene una p¨¢gina gloriosa en la historia de la emancipaci¨®n humana", fue enterrado junto a su esposa May y su hijita, en una ignorada tumba del cementerio de Ladywell, cerca de Lewisham. En la modesta l¨¢pida que hoy se?ala el lugar donde descansan sus restos, figuran unas breves y atinadas palabras, hoy medio borradas por la p¨¢tina del tiempo y del olvido: "For liberty and the cause of the humbled he gave all he had" (por la libertad y la causa de los humillados dio todo lo que ten¨ªa).
Antoni Dalmau i Ribalta es escritor e historiador.
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