Millones, pirater¨ªa y orgullo patrio
Las empresas tecnol¨®gicas, nuevo icono del poder econ¨®mico de EE UU, emplean su imponente tesorer¨ªa para librar la batalla de las patentes
En el primer tercio del siglo XX, los estadounidenses ten¨ªan como referencia a industriales como Henry Ford, William Crapo, Louis Chevrolet o Walter Percy Chrysler. Eran los pioneros de la industria del autom¨®vil, s¨ªmbolo de la nueva potencia emergente. Los Gobiernos escuchaban atentamente sus opiniones antes de poner en marcha una legislaci¨®n laboral o un plan de rescate de la econom¨ªa nacional en plena Gran Depresi¨®n. Hoy, gran parte del sector automovil¨ªstico est¨¢ en manos del Estado tras la quiebra de las grandes compa?¨ªas como General Motors, y Detroit, otrora la sede manufacturera por excelencia y coraz¨®n del aparato productivo estadounidense. Es el s¨ªmbolo de la decadencia americana, con sus f¨¢bricas abandonadas y sus edificios destartalados. Apenas nadie conoce al presidente de Chrysler o de GM, y se ven tantos coches Toyota y Honda como Chevys circulando por las calles del pa¨ªs.
Obama pide consejo a Page, Jobs, Zuckerberg o Ballmer
Los fabricantes tratan de blindarse con un arsenal de patentes
Las tecnol¨®gicas son m¨¢quinas de hacer caja que no precisan cr¨¦ditos
La pr¨®xima compra puede ser la de Nokia por parte de Google
Am¨¦rica tiene nuevos iconos. Se llaman Larry Page, Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Steve Ballmer. Viven en la soleada California y dirigen Google, Apple, Facebook y Microsoft, las compa?¨ªas m¨¢s famosas del planeta y las m¨¢s valiosas. Apple acaba de convertirse esta semana en la mayor compa?¨ªa estadounidense por valor burs¨¢til, sobrepasando a la petrolera ExxonMobil.
No tienen factor¨ªas, sino incubadoras de ideas. Y sus empleados no visten monos azules y portan llaves inglesas, sino que van con zapatillas de tenis y sudaderas a la oficina, con el rat¨®n y el port¨¢til como ¨²nicos instrumentos de trabajo. Son a ellos a quienes consultan los candidatos en sus campa?as electorales y a quienes convoca el presidente Barack Obama a sus cen¨¢culos en busca de ideas para sacar al pa¨ªs de la recesi¨®n y devolver a sus ciudadanos el sue?o americano.
Sus empresas son un ejemplo de eficiencia. Con costes reducid¨ªsimos, plantillas cortas y m¨ªnimo pago de impuestos gracias a una mara?a societaria en para¨ªsos fiscales, gozan de m¨¢rgenes de rentabilidad por encima del 50% en casi todos los casos. Eso les convierte en una m¨¢quina de hacer dinero.
A diferencia de las tradicionales corporaciones industriales, las firmas de Internet y tecnol¨®gicas no necesitan de los bancos para su financiaci¨®n porque son verdaderas cajas registradoras. Adem¨¢s, muchas de ellas, como Google o Apple, no pagan ni siquiera dividendos a sus accionistas. No es de extra?ar que la marca de la manzana mordida acumule una tesorer¨ªa de 76.000 millones de d¨®lares o que el buscador guarde casi 40.000 millones en caja, y Microsoft, 42.000 millones. As¨ª que inversiones como los 8.000 millones que pag¨® Microsoft por Skype, la empresa de llamadas por Internet, o los 12.500 millones que va a desembolsar Google por Motorola pueden ser digeridos sin mayores problemas por estos gigantes.
Su capacidad de generar dinero contante y sonante en medio de un panorama mundial de restricci¨®n general del cr¨¦dito y ausencia de liquidez hace de estas compa?¨ªas unas privilegiadas y protagonistas de las operaciones corporativas m¨¢s importantes del momento.
Casi se da por descontado que el pr¨®ximo paso ser¨¢ la compra por Microsoft de Nokia, valorada en unos 17.000 millones de euros. La empresa finlandesa es el paradigma de c¨®mo, al contrario del relato mitol¨®gico, en el sector tecnol¨®gico los hijos de Saturno, apenas crecen un palmo, son capaces de devorar a su padre sin miramientos. Hace apenas unos a?os, Nokia reinaba en el mundo del m¨®vil con absoluta autoridad, hasta el punto de que la mitad de los terminales que se vend¨ªan en el mundo llevaban su marca. Su interfaz era amada y reconocida por sus millones de usuarios que hoy le han vuelto la espalda por los smartphones (terminales inteligentes) como el iPhone o el Samsung Galaxy. Nokia lleg¨® a ser la empresa con mayor valor burs¨¢til de Europa. Y hoy se ha agarrado desesperadamente a Microsoft como ¨²ltima tabla de salvaci¨®n para evitar la quiebra.
Android, el hijo saturnino m¨¢s voraz, tiene gran parte de la culpa de ese naufragio: actualmente, el 43% de los smartphones van equipados con el sistema de Google, cuando hace un a?o apena representaban el 17%. Pero no es solo una amenaza para Microsoft y su socio n¨®rdico. Ha crecido tanto que se ha convertido en un quebradero de cabeza para la todopoderosa Apple. Han buscado su punto d¨¦bil y lo han encontrado: la propiedad intelectual, la otra clave, junto a la potencia financiera, para entender la batalla de las tecnol¨®gicas.
La corta vida de Android y el ¨¦xito fulgurante de su implantaci¨®n han despertado las dudas sobre si Google ha sido capaz de innovar tanto en tan poco tiempo. Y esas dudas solo preceden a una catarata de demandas judiciales. La trampa es que los procesos van dirigidos contra los fabricantes que han incorporado Android a sus terminales y no contra la propia Google, puesto que, al tratarse de software libre y abierto, son los licenciatarios los que se hacen responsables de la vulneraci¨®n de patentes.
Las j¨®venes firmas tecnol¨®gicas son muy agresivas a la hora de defenderse de quienes intentan piratear sus programas y, a diferencia de los anquilosados dinosaurios de los medios de comunicaci¨®n que han cedido sin rechistar sus contenidos para hacer grande a Google, no est¨¢n dispuestas a entregar gratis sus esfuerzos de innovaci¨®n.
Las demandas cruzadas por violaci¨®n de patentes son el pan nuestro de cada d¨ªa. Apple ha demandado a Samsung, Motorola y HTC, que a su vez han demandado a la empresa del iPad. Toshiba, Dell, Sony Ericsson, Microsoft, Oracle, LG y Kodak, entre otros muchos, est¨¢n inmersos en procesos judiciales en esta guerra de patentes.
Como dijo el propio Larry Page, uno de los fundadores de Google junto a Sergey Brin, cuando justific¨® la compra de Motorola: "Se trata de proteger el ecosistema de Android frente a las amenazas contrarias a la competencia de Microsoft, Apple y otras compa?¨ªas". Un ecosistema instalado en m¨¢s de 150 millones de dispositivos de 39 fabricantes, incluyendo casi todos los grandes (Samsung, Sony Ericsson, LG, HTC, ZTE, etc¨¦tera).
Todos tratan de blindarse ante la guerra de patentes. Google ha movido ficha haci¨¦ndose con el tesoro de 17.000 patentes de Motorola. Previamente, Apple, junto a Microsoft y Oracle, se hizo con las patentes de Nortel por 4.500 millones de d¨®lares en una subasta de cuya limpieza duda Google, que tambi¨¦n pujaba por las licencias. Ahora que Google tiene su propia marca de m¨®vil, los fabricantes como Samsung, HTC o LG pueden estar tentados de pasarse al enemigo y equipar sus terminales con el Windows Mobile 7 de Microsoft. Y en el camino queda por ver qu¨¦ pasa con los independientes como BlackBerry (HP acaba de tirar la toalla).
"La analog¨ªa con una carrera de armamentos nucleares y la destrucci¨®n mutua asegurada es convincente", dice Ron Laurie, director de LLC Point, una firma que asesora a empresas en las compras de propiedad intelectual. "Google puede haberse convertido en una superpotencia de la patente", enfatiza en declaraciones a la agencia Bloomberg.
Como anta?o las compa?¨ªas automovil¨ªsticas peleaban por ofrecer el motor m¨¢s potente envuelto en la carrocer¨ªa m¨¢s atractiva, las tecnol¨®gicas libran su batalla por lanzar equipos con el mejor dise?o y el sistema operativo m¨¢s eficaz. Apple, Google y Microsoft han sustituido a General Motors, Chevrolet y Ford en la imaginer¨ªa de los h¨¦roes industriales americanos. Y el lema "Lo que es bueno para Ford es bueno para Am¨¦rica" bien puede actualizarse: "Lo que es bueno para Apple y para Google es bueno para Am¨¦rica".
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