El ojo de una actriz
Patti Smith, leyenda del rock y ¨²ltimo National Book Award, repasa la faceta fotogr¨¢fica de su amiga Jessica Lange, la musa de 'King Kong' - El centro Niemeyer expondr¨¢ 78 de sus im¨¢genes
Sobre una mesa hay una caja negra colocada de cualquier modo. De una habitaci¨®n lejana llega un d¨¦bil alboroto de risas familiares. La caja contiene unas cincuenta fotograf¨ªas entresacadas de m¨¢s de una d¨¦cada de trabajo e intr¨¦pidos viajes. Al levantar la tapa llama mi atenci¨®n la imagen de una ni?a vestida de comuni¨®n, girando en la noche. Su cara est¨¢ en sombra, sumida en la oscuridad, pero los pliegues de su vestido y los volantes de sus calcetines parecen emanar luz.
A continuaci¨®n, contemplo otra de un trabajador en un parque de atracciones. El operario del tiovivo ha sido captado en movimiento, un barquero movi¨¦ndose eternamente contra el fondo de un diorama tatuado.
Las siguientes im¨¢genes fueron captadas en Tulum, una peque?a ciudad polvorienta en Yucat¨¢n. Un aroma similar al drama, a semejanza de fotos fijas de una pel¨ªcula que insin¨²a algo misterioso aunque sin malicia.
Una inocente figura andr¨®gina en ropa interior surge de las sombras rodeada de un improvisado halo y flanqueada por una bicicleta.
Una mujer se agacha para ajustarse la tira de sus zapatos negros de tac¨®n. No vemos su rostro pero todo en ella responde a la fuerza y sensualidad de un ¨²nico gesto femenino.
Busco a la artista que est¨¢ atareada en la cocina.
Me quedo en el umbral de la puerta, observ¨¢ndola.
?Qu¨¦ son esas fotograf¨ªas?, pregunto.
Cosas, nada m¨¢s.
Una cadena de nubes en el cielo de Minnesota evoca furgones extendi¨¦ndose m¨¢s all¨¢ de los mont¨ªculos de esquisto, disfrazados de nieve de verano.
Una ni?a en un parque con la cabeza oculta por un globo. Sus manitas extendidas en un gesto de sorpresa.
Un perro parece buscar el rumbo en la densa sombra.
Un ni?o sube las escaleras del Centro Morm¨®n en Salt Lake City, empeque?ecido por un mural panor¨¢mico del cielo.
Im¨¢genes captadas por el ojo de Jessica Lange.
Los paisajes de su c¨¢mara son producto de sus viajes: Yucat¨¢n, Italia, ?frica, Escandinavia, Montana, Minnesota, Nueva Escocia, Escocia, Rusia, Utah, Alabama, California, Ruman¨ªa, y el Medio Oeste.
Su c¨¢mara es una M6. Le gusta la pel¨ªcula sensible que capta la escasez de luz. La luz de luna. La luz de bombillas. La luz que haya...
La cristalina luz de febrero en Minnesota. Y la luz del norte en pleno invierno cuando todo queda suspendido y el sol est¨¢ bajo y produce una luz oblicua.
Jessica Lange naci¨® en Cloquet, Minnesota, una ciudad escasamente poblada conocida por su esp¨ªritu herm¨¦tico y al mismo tiempo comunitario, donde se encuentra la ¨²nica gasolinera dise?ada por Frank Lloyd Wright. De origen finland¨¦s, es una mujer emp¨¢tica e independiente. No le asustan los extremos. Lleva en la sangre el sol de medianoche.
Como actriz, ha sido captada por la misma luz hacia la que ella se siente atra¨ªda. Comprende como nadie que la luz por s¨ª misma puede sugerir el drama. Ha estudiado movimiento y mimo; sabe deslizarse tan discreta y sigilosamente en todas las situaciones, que el fotografiado ni siquiera sabe que est¨¢ all¨ª.
Una pareja joven est¨¢ tumbada en la hierba junto a una se?al: Cherry Chill. El calor del verano se refleja en sus caras y en sus miembros. Es moderna y sin embargo recuerda al ambiente de finales de los a?os cincuenta, reflejado en pel¨ªculas como Picnic y Esplendor en la hierba; el ambiente del D¨ªa del Trabajo cuando los ni?os juegan a Red Rover y los adolescentes sue?an con escabullirse.
Inocencia y anhelo en la feria estatal de Minnesota.
Un joven con los ojos cerrados desbordante de alegr¨ªa.
Un vestido di¨¢fano y una corona de papel. La piel bajo la seda. El deseo inconsciente flotando en la pista de baile.
?C¨®mo conseguiste esa?
Estaban tan absortos...
?l no pod¨ªa quitarle las manos de encima, dice.
La artista adora lo que fotograf¨ªa y habla de ello con asombro.
Su hijo rubio y su nieta emanan un resplandor silencioso.
Suele haber un elemento de curiosidad en su proceso. La emoci¨®n de ver lo que capta la c¨¢mara y lo que deja escapar.
En otra fotograf¨ªa, la cabeza sin cuerpo de un perro asoma desde un tejado como si fuera una g¨¢rgola. Un tendido el¨¦ctrico atraviesa un cielo parcialmente fundido, con la leve huella de una nube. Y sin embargo las luces de Navidad arrastr¨¢ndose por una pared est¨¢n notablemente detalladas. Las puntas de las orejas y de los dientes del perro son afiladas.
Hay algo en la luz de M¨¦xico, dice.
El sol es tan aplastante que todo parece detenerse...
En un reciente viaje a Etiop¨ªa, tom¨® una fotograf¨ªa de los habitantes de un pueblo reuni¨¦ndose para la ceremonia inaugural de su primer pozo. El cielo arroja una luz blanca que contrasta con la brillante negrura de la reuni¨®n vecinal.
Hay algo en la luz de ?frica, dice.
Luego, repentinamente sonr¨ªe.
Supongo que simplemente hay algo en la luz...
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