Toreando con la senyera

A la fiesta le falta marketing, pens¨® Barrera, y se sac¨® del callej¨®n una muleta a rayas rojas y amarillas, que levant¨® al p¨²blico de sus asientos, al menos el que sab¨ªa que eso no era lo normal. El marketing sirvi¨® para que el p¨²blico gritara libertad, libertad, pero Barrera puso lo dem¨¢s. Con su arrojo honr¨® la bandera catalana. Se arrim¨®, la manch¨® de sangre, se meti¨® entre las buenas astas del de Valdefresno para sacarle redondos, naturales y muletazos efectistas m¨¢s que art¨ªsticos. Pero al p¨²blico le gust¨® su valent¨ªa y su inter¨¦s. El animal le enganch¨® un par de veces la franela, pero la senyera se mantuvo inc¨®lume. Molinetes, manoletinas, todo muy revuelto y r¨¢pido. Mat¨® a lo seguro, un volapi¨¦ descarado para que no se le fuera el triunfo. El p¨²blico enfervorizado quer¨ªa las dos orejas, pero el presidente no le dio al sevillano el plus patri¨®tico. Con su segundo que vest¨ªa astas como ¨¢rboles, no se arrug¨®. El toro acudi¨® de lejos al caballo y a las banderillas y se las vio con la senyera de barrera, que brind¨® al p¨²blico la faena, besando la arena y arrodillado. Tras el marketing se enfrent¨® al astifino peligroso, que se colaba por el lado derecho, le desarmaba, pate¨¢ndolo el bravo la senyera. Ten¨ªa su peligro el toro, pero Barrera quer¨ªa salir por la puerta grande. Cuando la faena se ca¨ªa, la levant¨® otra vez con redondos de rodillas. No le impresionaron las astas a la hora de matar. Se volc¨® sobre ellas dejando la estocada de la tarde.

En m¨¦ritos no se quedaron atr¨¢s tras los compa?eros de terna. Todos triunfaron porque enfrente ten¨ªan seis bombones, y ninguno de licor. Pudieron lucirse, se hartaron de dar pases, y de ah¨ª los tres avisos, pero hubo muletazos de m¨¦rito, como un redondo de Tejele, tan bonito que pill¨® de sorpresa al p¨²blico, por ser el primer pase de su faena, pero que vali¨® por todo ella. Perdi¨® las orejas con la espada. En el que cerr¨® plaza poco pudo hacer Tejele, con un animal que cabeceaba sin cesar. Tejele no pudo correr la mano como en su primero. Una pena. Uceda Leal estuvo bien en sus dos astados, especialmente con el primero, con el que lig¨® elegantes naturales a un toro que era una golosina y aunque se le qued¨® blandito en la muleta, fue de menos a m¨¢s gracias a la insistencia del matador, que conquist¨® al aficionado. En su segundo, repiti¨® gusto y ganas, pero mat¨® mal. Les falt¨® maldad para poner m¨¢s emoci¨®n y misterio a una tarde protagonizada por la senyera de Barrera. Como se extienda la costumbre, me veo al Parlament legislando sobre los colores de los trapos.