La ca¨ªda de Gadafi
Nos hemos deshecho de Muamar el Gadafi. Nunca pens¨¦ que iba a poder escribir esas palabras. Cre¨ª que ser¨ªa algo as¨ª como "Gadafi se ha muerto de viejo"; una frase terrible, no solo por lo que significa sino tambi¨¦n por el futuro sombr¨ªo y pasivo que representa. Ahora que las fuerzas rebeldes han llegado a Tr¨ªpoli, podemos decir que hemos arrancado la libertad con nuestras propias manos, la hemos comprado con nuestra sangre; no cabe duda de que estaremos m¨¢s deseosos que nadie de protegerla.
Esta es una victoria de enorme importancia tanto para los libios como para cualquier naci¨®n que pretenda empu?ar las riendas de su futuro. Muamar el Gadafi quiso dar una lecci¨®n magistral a otros d¨¦spotas como Bachar el Asad sobre la mejor forma de aplastar una revuelta civil. Los violentos cr¨ªmenes de la dictadura siria en los ¨²ltimos d¨ªas muestran, adem¨¢s de la estupidez del r¨¦gimen, que es evidente que el ejemplo libio ha servido a El Asad de siniestra inspiraci¨®n. Al mismo tiempo que los pueblos del mundo ¨¢rabe se fortalec¨ªan mutuamente y adquir¨ªan confianza al ver las victorias de los dem¨¢s, las dictaduras ¨¢rabes tambi¨¦n han acudido unas a otras en busca de soluciones para tratar de superar sus dificultades.
La revoluci¨®n libia ha debilitado a todos los Gobiernos totalitarios y a todos los represores
Ojal¨¢ aprendamos de lo que han conseguido en T¨²nez y Egipto
Libia era crucial porque en este pa¨ªs es donde el efecto domin¨® de T¨²nez y Egipto podr¨ªa haberse detenido. Los sirios, hoy, son m¨¢s fuertes, y, aunque conf¨ªo en que no tengan que sacrificar todo lo que nosotros hemos tenido que sacrificar, s¨¦ que sus corazones est¨¢n m¨¢s llenos de coraje hoy que ayer. Ante el edificio de los tribunales de Bengasi, la gente grita: "Sirios, sirios, sirios".
Hay instantes en la historia en los que la hermandad de los pueblos deja de parecer una idea abstracta para convertirse en realidad. La revoluci¨®n de Libia ha debilitado a todos los Gobiernos totalitarios y a todos los individuos represores. Y ha inspirado el elemento m¨¢s profundo que posee cualquier rebeli¨®n: la capacidad de un pa¨ªs de imaginar una realidad mejor.
S¨ª, nos hemos deshecho de Gadafi. Hemos confirmado que somos una naci¨®n que busca la luz, un pueblo dispuesto a morir por la luz.
Hace exactamente 100 a?os que nuestro pa¨ªs combate contra el fascismo: en 1911 tuvimos a los italianos con Il Duce (el jefe), tambi¨¦n conocido como Benito Mussolini, y a partir de 1969, tras un breve par¨¦ntesis con el rey Idris, hemos tenido nuestra propia variedad local de Gobierno autoritario con Al Qaid (que tambi¨¦n quiere decir el jefe). Ambos fueron violentos, tramposos y deshonestos. Ambos robaron nuestras propiedades y violaron a nuestras mujeres. Ambos hicieron desaparecery mataron a nuestra gente. Ambos eran extravagantes, cada uno a su manera, y ambos eran objeto de burla en ciertos c¨ªrculos. En ocasiones, ser libio ha sido como ser un pobre desgraciado al que un payaso rid¨ªculo golpeaba en p¨²blico.
Los seis ¨²ltimos meses no solo han acabado con el Gobierno de Gadafi sino tambi¨¦n con los mitos propagados por su amplia campa?a de relaciones p¨²blicas, orquestada por empresas de Londres y Nueva York y fomentada por Gobiernos y compa?¨ªas occidentales que quer¨ªan hacer negocios con el dictador. Ver a naciones respetables tratar a los matones de Gadafi con deferencia era un constante motivo de indignaci¨®n, sufrimiento y aislamiento para muchos libios. En los ¨²ltimos tiempos, el aut¨¦ntico car¨¢cter del r¨¦gimen de Gadafi se ha hecho patente de la manera m¨¢s espantosa y macabra. Las muertes y el pillaje de los ¨²ltimos meses han causado desasosiego incluso a los libios que m¨¢s familiarizados estaban con las t¨¢cticas y los cr¨ªmenes del dictador.
Los libios han demostrado una capacidad de resistencia y un valor admirables. Nuestra revoluci¨®n es una respuesta contundente contra la tiran¨ªa. Desde hace casi medio siglo, nuestra experiencia nacional hab¨ªa estado caracterizada por la verg¨¹enza, el dolor y el miedo. Hoy, nuestros aliados son el orgullo, la confianza y la esperanza. Y en estos momentos, m¨¢s que nunca, debemos recordar a quienes cayeron en el camino: los que han muerto desde el 17 de febrero y los muchos que murieron antes de esa fecha. Debemos tener presentes en la mente y en el coraz¨®n a los estudiantes que mor¨ªan ahorcados en las plazas durante los a?os setenta; a aquellos disidentes a los que exhib¨ªan en televisi¨®n para luego asesinarlos en estadios durante los a?os ochenta; a los desaparecidos de los a?os noventa; a los disidentes que emplearon Internet en los primeros a?os de este siglo; y a los j¨®venes y hermosos leones que se enfrentaron a los tanques con sus vaqueros ca¨ªdos. Debemos venerar como algo sagrado a nuestros muertos, las plazas de nuestras ciudades, nuestras mujeres violadas.
Por supuesto, lo que nos aguarda es el mayor desaf¨ªo: ?C¨®mo construir una democracia en un pa¨ªs cuyas instituciones y cuya sociedad civil han pasado 42 a?os estranguladas? Habr¨¢ traspi¨¦s y retrocesos, sin duda cometeremos errores, pero no existe otra forma de aprender.
Hemos derrotado a Gadafi en el campo de batalla; ahora debemos derrotarle en nuestra imaginaci¨®n. No podemos permitir que su legado corrompa nuestro sue?o: el objetivo de nuestra revoluci¨®n no era solo acabar con un dictador, sino lograr que un pueblo hallara su verdadera voz. No debemos perder de vista los aut¨¦nticos premios, que son la unidad, la democracia y el imperio de la ley. No busquemos la venganza: eso empeque?ecer¨ªa nuestro futuro.
Uno de los rebeldes que luchaba en Zauiya dijo: "Despu¨¦s de muchos a?os de no saber qu¨¦ hacer, ahora sabemos exactamente qu¨¦ tarea tenemos por delante".
Contar con un prop¨®sito claro es fant¨¢stico, y la victoria lo es a¨²n m¨¢s. Nos hemos deshecho de Muamar el Gadafi. Ahora debemos empezar a construir. Ojal¨¢ aprendamos de lo que han conseguido nuestros vecinos de T¨²nez y Egipto y, como ellos, tratemos de someter a nuestros viejos gobernantes a juicios justos y con garant¨ªas, que est¨¦n basados en el deseo, no de vengarnos, sino de pedir responsabilidades.
? 2011 Hisham Matar
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Hisham Matar es escritor libio residente en Reino Unido.
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