A¨²n hacen falta cuotas raciales
Las pol¨ªticas de EE UU a favor de hispanos y negros despiertan el victimismo en una minor¨ªa blanca - Las tasas de pobreza revelan la desigualdad
El racismo se disfraza, hoy en d¨ªa, de victimismo. Seg¨²n diversos estudios recientes en Estados Unidos, despu¨¦s de medio siglo de pol¨ªticas gubernamentales para acabar con la segregaci¨®n institucional, una minor¨ªa blanca se siente discriminada y exige que se d¨¦ por acabada la protecci¨®n del Estado a grupos raciales y ¨¦tnicos minoritarios, principalmente afroamericanos. Defienden esos nuevos agraviados blancos que las diversas razas ya est¨¢n en igualdad de condiciones y que, en tiempos de crisis econ¨®mica, las empresas deber¨ªan tratar a todos los ciudadanos con imparcialidad y los Gobiernos deber¨ªan abstenerse de malgastar fondos en pol¨ªticas de igualdad. Las estad¨ªsticas socioecon¨®micas, sin embargo, les contradicen. Las divisiones raciales siguen tan abiertas como siempre. Recientes investigaciones aseguran que el racismo no es un juego de estrategia, como quieren ver algunos, en el que unos ganan a costa de otros: es un mal institucionalizado que aun no se ha erradicado de la sociedad.
El Supremo aval¨® las reservas en las instituciones educativas
En el Tea Party, muchos creen que los blancos sufren discriminaci¨®n
En la universidad han surgido estudios sobre la raza cauc¨¢sica
Un 21% de los afroamericanos carece de seguro m¨¦dico
"Se debe estar ciego para no ver las desigualdades", dice un profesor
"No pueden deberse a razones culturales o de estilo de vida", a?ade un experto
Un reciente estudio de dos investigadores de dos reputadas universidades constata un incremento de la victimizaci¨®n blanca en EE UU. Esos expertos, Michael Norton, de Harvard, y Samuel Sommers, de Tufts, han encuestado a ciudadanos norteamericanos regularmente desde los a?os cincuenta y han llegado a la conclusi¨®n de que hoy en d¨ªa una minor¨ªa blanca est¨¢ convencida de que es v¨ªctima "de un emergente sentimiento de prejuicio antiblanco". Atestiguan los profesores la existencia de "una tendencia general que est¨¢ ganando terreno entre los blancos de Norteam¨¦rica hoy en d¨ªa: la idea de que los blancos han sustituido a los negros como v¨ªctimas principales de la discriminaci¨®n". Esa idea ha ganado muchos adeptos entre las filas del Tea Party, el movimiento ultraconservador albergado en el ala derecha del Partido Republicano de EE UU.
Hace ahora un a?o, ese grupo radical aprovech¨® el ic¨®nico aniversario de uno de los discursos m¨¢s c¨¦lebres del activista Martin Luther King [el celebrado I have a dream] para reunirse en el mismo lugar en que este lo pronunci¨®: el monumento a Lincoln, en Washington. Miles de personas respondieron a la convocatoria de Glenn Beck, un comentarista muy pol¨¦mico y apreciado en esos c¨ªrculos. ?l mismo hab¨ªa dicho, en 2009, en su programa de televisi¨®n, algo que refleja ese nuevo sentimiento de racismo inverso, en referencia a Barack Obama, primer presidente afroamericano del pa¨ªs: "Este presidente, creo yo, se ha desenmascarado repetidamente como un tipo que tiene un odio muy asentado en contra de los blancos y de la cultura blanca".
Norton y Sommers aseguran en su estudio, titulado Los blancos ven el racismo como un juego de suma cero que ahora pierden, que hay m¨¢s blancos que negros que creen que ahora hay plena igualdad entre razas. Entre esos blancos, un grupo reducido asegura que esa igualdad se ha conseguido a su costa, de ah¨ª el concepto de suma cero, que en teor¨ªa del juego se utiliza para describir una situaci¨®n en la que las ganancias de una parte (la igualdad de los negros) se consiguen a costa de las p¨¦rdidas de otra (desventajas para los blancos). "A efectos pr¨¢cticos", aseguran los profesores, "las pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva dise?adas para incrementar la representaci¨®n de las minor¨ªas, han hecho que la atenci¨®n de los blancos se centre en las cuotas que afectan a su acceso a la educaci¨®n o a puestos de trabajo, algo que afecta negativamente a sus recursos".
Desde los a?os cincuenta, y seg¨²n las estad¨ªsticas de esos investigadores, ha descendido de forma radical la noci¨®n de que hay discriminaci¨®n contra los negros. Hoy en d¨ªa, un 11% de los blancos encuestados opina que hay un predominante racismo antiblanco en la sociedad actual. Solo un 2% de esos mismos cauc¨¢sicos asegura que pervive a¨²n un sentimiento institucional de racismo contra los negros. Esa tendencia se ve en diversos ¨¢mbitos de la sociedad y ser¨ªa un error tacharla de residual o marginal. En el ¨¢mbito acad¨¦mico, han surgido en las pasadas dos d¨¦cadas nuevas disciplinas aunadas en un campo bautizado como Estudios sobre raza blanca, impartidas en instituciones universitarias diversas. Es una imitaci¨®n de los llamados Estudios afroamericanos, surgidos en los a?os de lucha por los derechos civiles, el siglo pasado.
Uno de los s¨ªntomas del sentimiento de animosidad entre ciertos ciudadanos blancos lleg¨® en 2003 a la m¨¢xima instancia judicial del pa¨ªs, el Tribunal Supremo. Se trata del caso Grutter v. Bollinger, en el que la estudiante Barbara Grutter, blanca, de 43 a?os, demand¨® a la Universidad de Michigan por denegarle una plaza en su facultad de derecho. Aleg¨® que, por lo general, en la mencionada universidad se evaluaban las solicitudes en una escala de 150 puntos. A personas de raza negra o etnia hispana se les daba una ventaja autom¨¢tica de 20. La escuela de derecho no se aten¨ªa a ese mismo sistema de puntuaci¨®n pero, seg¨²n Grutter, operaba de una forma similar. La solicitante afirm¨® que, a pesar de sus impecables notas, se la hab¨ªa rechazado por las cuotas raciales. A?adi¨® que, atendiendo a cifras de 1999, la universidad hab¨ªa aceptado a un 81% de negros y solo un 3% de blancos con credenciales id¨¦nticas.
A respaldarla acudieron entonces diversos abogados de la administraci¨®n de George W. Bush, que alegaron que la Universidad de Michigan no actuaba de forma neutral en cuanto a la raza de sus alumnos y que las cuotas en esa y otras universidades pod¨ªan resultar inconstitucionales. El Supremo se decant¨®, en una votaci¨®n ajustada, por mantener la diversidad en las instituciones educativas con el uso de pol¨ªticas determinadas. El tribunal autoriz¨® a los rectorados para que siguieran considerando el color de piel a la hora de conceder plazas en sus programas educativos.
"La participaci¨®n efectiva de todos los miembros de todos los grupos raciales y ¨¦tnicos en la vida civil de nuestra naci¨®n es esencial en el sue?o de alcanzar una naci¨®n indivisible", dijo, en la opini¨®n de la mayor¨ªa, la juez Sandra Day O'Connor. En esa sentencia, recordaba la juez que hab¨ªan pasado 25 a?os desde que el Supremo autorizara por primera vez el uso de cuotas. "Desde entonces, el n¨²mero de solicitantes que pertenecen a minor¨ªas y que vienen con notas medias m¨¢s altas ha aumentado", a?adi¨®. "Esperamos que, dentro de 25 a?os, el uso de preferencias raciales ya no sea necesario para avanzar este tipo de intereses". Han pasado ocho de esos 25 a?os. La esclavitud acab¨® en Norteam¨¦rica en 1865. La segregaci¨®n fue declarada inconstitucional por el Supremo en 1954. Pero las cifras de desigualdad entre cauc¨¢sicos y afroamericanos en EE UU han mantenido un notorio abismo que existe desde hace d¨¦cadas.
Seg¨²n datos de la oficina oficial del censo norteamericano, correspondientes a 2010, hay toda una colecci¨®n de indicadores en que las personas de raza negra presentan una notable situaci¨®n de agravio comparativo en t¨¦rminos socioecon¨®micos.
Los datos hablan por s¨ª mismos: si hay un 7,9% de blancos que no acaba la educaci¨®n secundaria, la proporci¨®n se duplica, hasta un 15,8%, entre los negros. Entre los afroamericanos, el paro es del 16,7%, una cifra que se desploma de nuevo a la mitad, un 8,7%, entre los blancos. Un 25,8% de los negros vive bajo en el nivel de la pobreza, frente al 9,4% de blancos. En t¨¦rminos de riqueza se aprecia que un 4% de los afroamericanos gana m¨¢s de 100.000 d¨®lares al a?o, porcentaje que se triplica entre los blancos, hasta el 12%. Entre las personas de raza negra, el 21% carece de seguro m¨¦dico. En el caso de los blancos, el porcentaje, de nuevo, decrece a casi la mitad (12%).
Otro de los grandes indicadores de desigualdad socioecon¨®mica es el de la demograf¨ªa carcelaria: cu¨¢ntos afroamericanos hay en las prisiones norteamericanas. En 2009 hab¨ªa en EE UU una poblaci¨®n general de presos de 1,6 millones. Seg¨²n un informe del Departamento de Justicia federal, "los varones negros no hispanos, que acumulan un porcentaje de encarcelamientos de 4.749 presos por cada 100.000 residentes norteamericanos, pasan por prisi¨®n a un ritmo que es m¨¢s de seis veces mayor que el de varones blancos no hispanos (que es de 708 presos por cada 100.000 residentes norteamericanos) y que es 2,6 veces mayor que el de los varones hispanos (que es de 1.822 presos por cada 100.000 residentes)". En 2003 ya avanzaba un estudio del Gobierno federal que un 30% de los hombres negros nacidos tras 2001 pasar¨¢ a lo largo de su vida por una prisi¨®n.
Son indicadores claros de una desigualdad socioecon¨®mica estructural. "Existe esa idea de que los blancos son un grupo racialmente oprimido", explica Charles Gallagher, que dirige el departamento de Sociolog¨ªa de la Universidad de La Salle, en Filadelfia. "Aseguran esos grupos blancos que Am¨¦rica ya est¨¢ en una fase en la que la raza es indiferente, y que mantener pol¨ªticas de protecci¨®n a las minor¨ªas es discriminatorio. Pero dejan fuera de ese argumento todas esas desigualdades institucionales. No hay discriminaci¨®n institucional o apoyada por el Gobierno, pero sigue habiendo barreras socioecon¨®micas a las que los afroamericanos se enfrentan desde una edad muy temprana. Se debe estar ciego para no ver las desigualdades que a¨²n existen entre blancos y negros en este pa¨ªs, que afectan negativamente a estos ¨²ltimos".
Hay una tendencia, en ciertos c¨ªrculos acad¨¦micos, a defender que las razones del atraso afroamericano obedecen a indicadores culturales. Es decir, hay quienes defienden que existe una cultura que, carente de ambiciones, fomenta la pobreza y la dependencia del Estado. No es algo nuevo: el senador dem¨®crata Daniel Patrick Moynihan ya public¨®, en 1965, un estudio en el que detallaba las razones y las consecuencias de esa cultura de la pobreza negra. Sin rubor, el senador escribi¨®: "La comunidad negra se ha visto empujada hacia una estructura matriarcal que, dado que no est¨¢ en consonancia con el resto de la sociedad americana, impone un serio retraso en el progreso de ese grupo en general, e impone un aplastante peso sobre el var¨®n negro". Es decir, padres ausentes, que no trabajan, y madres que deben cuidar de sus hijos a solas, dependientes de la seguridad social.
El diario The New York Times dec¨ªa recientemente que esa teor¨ªa cultural, que est¨¢ viviendo cierto resurgimiento, es como el p¨¦rfido Lord Voldemort en la saga de Harry Potter: "Su nombre no puede ser pronunciado en c¨ªrculos acad¨¦micos". Seg¨²n el soci¨®logo Charles Gallagher, "de entre todos los argumentos que en el pasado han sustentado las teor¨ªas racistas, ahora se ha elegido el de la cultura. Algunos grupos, blancos en su gran mayor¨ªa, dicen que las razones de la desigualdad son culturales. Es decir: apuntan hacia comportamientos gregarios de grupo para justificar las elevadas cifras de encarcelamientos o de pobreza entre los afroamericanos. Afirman que esas realidades obedecen a una cultura, la afroamericana, que fomenta el abandono o el absentismo laboral".
El profesor, como otros intelectuales y pol¨ªticos progresistas de EE UU, disiente. "Lo que se les deber¨ªa preguntar a aquellos que defienden esa tesis cultural, que esconde un racismo ya cl¨¢sico, es si los 40 millones de personas que viven bajo el nivel de la pobreza en EE UU son todos vagos", explica. "Lo cierto es que hay toda una serie de indicadores que demuestran que los ni?os afroamericanos siguen teniendo muchas barreras sociales y educativas, que a¨²n son estructurales, para llegar tan lejos como los blancos. Las respuestas no pueden ser solo culturales o de estilo de vida".
?Es usted racista sin darse cuenta?
Discriminar con motivo de raza no es algo que siempre se haga de forma reflexiva y consciente. En la mayor¨ªa de ocasiones la preferencia de la raza blanca sobre la negra se hace de forma autom¨¢tica e irreflexiva. La Universidad de Harvard lanz¨®, en 1998, un proyecto online de an¨¢lisis de las preferencias instant¨¢neas de la ciudadan¨ªa, abierto a cualquier internauta, bautizado como Project Implicit. Despu¨¦s de 13 a?os y 4,5 millones de pruebas efectuadas en pa¨ªses de todo el mundo, una de las conclusiones principales confirma que existe en la sociedad norteamericana una discriminaci¨®n institucionalizada: entre el 75% y el 80% de las personas cauc¨¢sicas y asi¨¢ticas muestran una preferencia impl¨ªcita autom¨¢tica de la raza blanca sobre la negra. En el proyecto participan tambi¨¦n las universidades de Washington y Virginia.
El test es muy sencillo, y funciona con la asociaci¨®n de fotos de personas blancas y negras con vocablos y conceptos como bueno o malo, paz y guerra, ¨¦xito o fracaso. Aun en personas que creen y defienden que no prefieren una raza sobre la otra, los resultados entre los cauc¨¢sicos son en su mayor¨ªa de preferencia d¨¦bil, moderada o fuerte hacia su propia raza. Los investigadores aseguran que entre las personas de raza negra las respuestas son m¨¢s variadas: algunas registran una mayor tendencia a ver positivamente a las personas de su raza y otras prefieren la raza blanca sobre la suya propia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.