Paseo entre alcornocales
Los tesoros de este parque gaditano se re¨²nen en la Garganta de Puerto Oscuro
El parque natural de Los Alcornocales, repartido entre las provincias de C¨¢diz y M¨¢laga, ocupa m¨¢s de 167.000 hect¨¢reas. Un espacio abundante en vegetaci¨®n y fauna, cargado de historia y tradiciones y con evocadores paisajes que pueden verse, condensados, en los menos de dos kil¨®metros de recorrido del sendero de la Garganta de Puerto Oscuro, cerca de Alcal¨¢ de los Gazules (C¨¢diz). Esta ruta, c¨®moda por su corta distancia y porque discurre por un terreno sin dificultad, permite al visitante del parque apreciar sus riquezas en un agradable paseo que le dejar¨¢, adem¨¢s, algunas de las postales m¨¢s interesantes de Los Alcornocales.
El camino parte frente al ¨¢rea recreativa El Picacho, entre los kil¨®metros 13 y 14 de la carretera A-2304 que une Alcal¨¢ y Ubrique. Tras una peque?a subida, que ser¨¢ la m¨¢s pronunciada de toda la ruta, asoma la laguna del Picacho, con el pico del mismo nombre como tel¨®n de fondo. La laguna, de poca profundidad, desaparece en las ¨¦pocas secas y vuelve a llenarse con las primeras lluvias. Tritones y numerosas especies de sapos pueblan y ponen banda sonora a la zona, rodeada de una intensa vegetaci¨®n para resguardarnos del sol.
En dos kil¨®metros de sendero se disfruta de evocadores paisajes
Las huellas del descorche se pueden apreciar durante el recorrido
El alcornoque domina el bosque por el que contin¨²a la ruta. Este ¨¢rbol, que da nombre al parque, no solo proporciona riqueza ecol¨®gica, sino que sirve de base econ¨®mica para muchos habitantes de la zona. La extracci¨®n del corcho y su transformaci¨®n -por ejemplo, para producir tapones- son aqu¨ª una fuente de empleo. El 8% de la producci¨®n mundial de corcho procede de este parque. Cada verano, las cuadrillas de descorche van pelando los ¨¢rboles para quedarse con su corteza. Su trabajo, que tiene sus or¨ªgenes a mediados del siglo XVII, es todo un espect¨¢culo, aunque resulta complicado dar con ellos por casualidad. Cada temporada cambian de escenario porque los alcornoques que se someten al descorche un verano no volver¨¢ a hacerlo hasta una d¨¦cada despu¨¦s. Pero s¨ª podemos calcular, por el color del tronco, cuando pas¨® la ¨²ltima cuadrilla: un marr¨®n apagado para los que ya se han regenerado, un rojizo brillante para los que acaban de ser descorchados.
Adem¨¢s de alcornoques, el camino est¨¢ rodeado de acebuches, lentiscos, jaras o gamones, que otorgan un impresionante colorido a la ruta. Entre la vegetaci¨®n, y en parte camuflado por esta, vemos un antiguo horno de pan realizado en piedra. Es muestra de la intensa actividad humana que siempre han tenido los montes, donde durante siglos carboneros, corcheros y arrieros se han aprovechado de sus recursos y se han convertido, al tiempo, en sus mayores defensores.
El tramo final del sendero corresponde a la garganta de Puerto Oscuro. El descenso acompa?a al arroyo que sirve de nacimiento al r¨ªo Barbate. La ruta permite conocer la t¨ªpica vegetaci¨®n de los canutos, estos bosques de galer¨ªa t¨ªpicos en esta zona donde la alta humedad ha permitido la conservaci¨®n, pese a los cambios clim¨¢ticos, de las especies propias de la laurisilva, un tipo de vegetaci¨®n que encontramos en puntos tan lejanos como Brasil o las Azores. Entre los numerosos helechos destaca el ojaranzo, con sus flores de rosa intenso.
Quedan solo unos metros para llegar al punto de partida de este sendero circular que vuelve a pasar por la laguna del Picacho, para disfrutar ahora de la perspectiva opuesta. Una ¨²ltima bajada nos conduce al final de la ruta en apenas una hora. Solo necesitar¨¢ m¨¢s tiempo el excursionista que desee esperar al paso de alg¨²n corzo o colgarse los prism¨¢ticos para buscar los buitres leonados, alimoches y halcones peregrinos.
Para quienes esta intensa ruta les haya sabido a poco, muy cerca parten otros de los senderos del parque, como la subida al Picacho, que sale del mismo punto en el que se inicia el camino de Puerto Oscuro, o la traves¨ªa del Aljibe.
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