Estados Unidos como problema
En Am¨¦rica Latina, hist¨®ricamente hemos vivido la eterna lucha de los bancos centrales para defender nuestras monedas de las subidas del d¨®lar. Las dram¨¢ticas devaluaciones jalonan la historia con una profunda marca. Nunca se nos ocurri¨® pensar que esos mismos bancos iban a luchar desesperadamente para mantener el valor del d¨®lar y que no se devaluar¨¢ a¨²n m¨¢s en nuestros mercados.
Desde luego, hubo momentos, en ciertos planes de estabilizaci¨®n, que revaluaron nuestras monedas m¨¢s de la cuenta con relaci¨®n al d¨®lar, momentos en los que este result¨® en una moneda particularmente apta para importar. Fueron los tiempos -por ejemplo- del "deme-dos" que singulariz¨® al p¨²blico argentino en Miami, comprando de todo, cuando la famosa ley de convertibilidad de 1991 fij¨®, por una larga d¨¦cada, la igualdad de las dos monedas. Al principio fue muy ¨²til a fin de quebrar las expectativas inflacionarias pero luego los costos internos crecieron m¨¢s de la cuenta, desequilibraron la ecuaci¨®n y se termin¨® en otra devaluaci¨®n. O sea, que se trat¨® de un fen¨®meno circunstancial y espec¨ªfico de Argentina, muy distinto a lo que hoy vivimos como resultado de una situaci¨®n general, nacida del deterioro progresivo de la moneda estadounidense. Como consecuencia, los Estados latinoamericanos se ven obligados a comprarla para reserva, a fin de que su deterioro no contin¨²e y dificulte a¨²n m¨¢s las exportaciones. Por esa v¨ªa, Brasil super¨® los 300.000 millones de d¨®lares en reservas y M¨¦xico los 130.000, verdaderos r¨¦cords hist¨®ricos.
No hay moneda que no se deprecie cuando su emisi¨®n supera la oferta de bienes y servicios
Lo peor es que el d¨®lar no tiene perspectivas de fortalecerse. Basta observar que, pese a los problemas de Europa, el euro, el amenazado y discutido euro, sigue valiendo un 40% m¨¢s que un d¨®lar, luego de comenzar su vida debajo de la paridad. Y si seguimos observando que la emisi¨®n norteamericana no se detiene, la conclusi¨®n se robustece.
Desde la quiebra de Lehman Brothers, en 2008, a hoy, la circulaci¨®n de d¨®lares se ha triplicado. As¨ª como suena. Pas¨® de 834 a 2.390 billones norteamericanos (millones de millones). ?Puede ser ello gratuito, puede resultar inocuo? No somos economistas, pero -desde la experiencia- no dudamos en afirmar que este empapelamiento se seguir¨¢ reflejando en la cotizaci¨®n monetaria.
A partir de esa situaci¨®n, ya de por s¨ª escandalosa, el Congreso norteamericano ha ofrecido un espect¨¢culo digno de nuestras peores ¨¦pocas de populismo latinoamericano, d¨¢ndole al mundo la sensaci¨®n inequ¨ªvoca de encontrarse en el umbral de una cat¨¢strofe por falta de entendimiento parlamentario entre las bancadas de los dos grandes partidos.
La generalidad pensaba que era irreal que los legisladores llevaran la situaci¨®n hasta el extremo de producir esa ca¨ªda y que, en alg¨²n momento, iba a aparecer la autorizaci¨®n para aumentar el tope del endeudamiento a cambio de restricciones en el gasto de gobierno u otras condiciones.
Pero el solo hecho de que todos los diarios, en los cinco continentes, estuvieran alertando sobre la posibilidad de la quiebra, configur¨® un da?o irreparable. No se trataba simplemente de un asunto financiero. Mostraba mucho m¨¢s que un tema monetario porque desnudaba, incluso, un sistema pol¨ªtico que no luce a la altura de sus responsabilidades.
Michael Rostovtzeff, el cl¨¢sico historiador ruso de la econom¨ªa de la Roma Antigua, el primero en mirar en su conjunto el desarrollo de esa notable construcci¨®n que fueron la Rep¨²blica y el Imperio, se?al¨® ya la importancia que tuvo en su declinaci¨®n el envilecimiento de la moneda. Cuando hoy observamos lo que est¨¢ ocurriendo en Estados Unidos, no dejamos de recordar aquel lejano antecedente, tan revelador.
La l¨®gica de los hechos, desgraciadamente, es implacable: no hay sustituto para el equilibrio fiscal y no hay moneda que no se deprecie cuando su emisi¨®n supera la oferta de bienes y servicios.
Aun sin afiliarnos a las teor¨ªas apocal¨ªpticas, que anuncian con clarines triunfales la decadencia de la superpotencia, lo que nadie puede discutir es que por este camino va muy mal y nada de lo que ocurre le resultar¨¢ gratuito. Ni a Estados Unidos, ni a nosotros, porque si antes fue un problema por su poder¨ªo, ahora empieza a serlo por sus fragilidades.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti fue presidente de Uruguay y, actualmente, es abogado y periodista.
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