Venecia: se ha cocinado un crimen
Un d¨ªa entre libros y fogones con Donna Leon, una de las autoras de novela negra m¨¢s exitosas
"Muchas cosas han cambiado en Venecia en los ¨²ltimos 40 a?os, y pocas para bien". Lo dice, y con conocimiento de causa, Donna Leon (Monclair, Nueva Jersey, 1942), una de las escritoras estadounidenses de g¨¦nero negro m¨¢s populares del mundo. Vive en Venecia desde 1981 y all¨ª pari¨® a su personaje estrella, el inspector Brunetti, que ha acabado inspirando visitas guiadas por la ciudad tras los pasos del personaje.
Pero el ¨²ltimo libro de Leon no habla de casos sin resolver, de misterio o de cuerpos que aparecen flotando en un canal. En su ¨²ltima incursi¨®n literaria ha dejado la soledad de la autora para trabajar a cuatro manos en una faceta que conoce muy bien: la cocina veneciana. Su c¨®mplice en este trabajo ha sido su amiga Roberta Pianaro, quien acompa?a los minirrelatos de Leon con un impecable recetario que huele a pescado, a pasta, a aperitivos elaborados con materias primas de esas que solo se sirven en lugares como el mercado de Rialto. Un oasis de comida a pocos metros del famoso puente, pero asombrosamente alejado del meollo de las masas.
Cuando la veneciana se pone el delantal no quiere curiosos ni ayudantes
"Le¨ª 20 p¨¢ginas de 'El c¨®digo Da Vinci' y lo tir¨¦ a la basura", dice Leon
Pianaro saluda a troche y moche. La escritora se hace fotos con turistas
La cocina huele a madera, guiso y guerras libradas con el tomate y la cebolla
All¨ª es, precisamente, donde EL PA?S se cita con las sospechosas. El volumen en cuesti¨®n se llama El sabor de Venecia (editado en Espa?a por Seix Barral), con el que miles de fans han saciado su apetito de nuevos casos de Brunetti, a la espera de la pr¨®xima entrega de la saga, prevista para principios de 2012. Las p¨¢ginas de El sabor de Venecia rezuman la "simplicidad" de la comida de las calles estrechas de la ciudad de los canales.
Pianaro, veneciana de pro, cocinera, pintora y joyera, conoce esa otra urbe como la palma de su mano y recorrerla con ella es saludar a troche y moche, un bella por aqu¨ª, otro por all¨ª: a la pescadera que lleva 30 a?os gui¨¢ndola por los vericuetos de gambas, lubinas y doradas; la verdulera con los tomates m¨¢s jugosos y la menta m¨¢s verde... Incluso al tipo que vende los vinos y se enfada cuando le piden permiso para hacer fotos pero que despu¨¦s sonr¨ªe y da su consentimiento en uno de esos ademanes inequ¨ªvocamente venecianos.
Leon firma aut¨®grafos y se hace fotos con al menos media docena de turistas a lo largo de un recorrido que finalizar¨¢ en una peque?a bodega de cuatro palmos y vinos exquisitos donde dos personas ya ocupan el aforo completo. "Esta es la Venecia que nos gusta, la que amamos. No s¨¦ lo que est¨¢n haciendo con ella, con toda esas tiendas insulsas, quitando bancos donde pod¨ªas sentarte para poner tenderetes. Cada vez somos menos los que resistimos aqu¨ª [censo de Venecia en 2011: 59.000 almas]. Los extranjeros se compran una casa, est¨¢n una semana aqu¨ª y luego se cansan, se dan cuenta de lo dif¨ªcil que es vivir aqu¨ª, sin ascensores, con problemas cada dos por tres, sin aires acondicionados, con la suciedad que dejan los turistas... As¨ª es como est¨¢n descuidando esta ciudad maravillosa. ?Crees que hay algo en el mundo como Venecia?", clama Pianaro en flagrante pregunta ret¨®rica.
"Mira, yo trabajaba en Arabia Saud¨ª como profesora de literatura inglesa para mujeres y ya no pod¨ªa m¨¢s con aquellos aires y aquel machismo. Un d¨ªa llam¨¦ a unos amigos para que me ayudar¨¢n a buscar otro sitio donde vivir. Me encontraron una casa y me fui. Estuve yendo y viniendo hasta principios de los ochenta cuando me instal¨¦ definitivamente. No soy veneciana pero me siento como en casa", explica la escritora en lo que parece ser un respetuoso turno de palabra.
Leon es m¨¢s callada que su amiga, m¨¢s observadora, m¨¢s "anglosajona", remarca ella misma, pero las dos parecen formar un binomio indivisible en la que Pianaro marca el tempo y Leon la pausa. El paseo hasta la casa de la primera, un precioso apartamento pegado al canal pero alejado de las hordas de turistas, es otro rosario de saludos y bendiciones. La cocina de Pianaro, que se ha propuesto demostrar al periodista las bondades de la gastronom¨ªa local, es casi tan peque?a como aquel garito visitado al principio y huele a madera, a guiso, a guerras libradas con el tomate y la cebolla, las zanahorias o los calabacines.
Cuando la veneciana se pone el delantal no quiere ayudantes ni curiosos, as¨ª que desalojar el campo de batalla es prioritario. "Berta lleva d¨¢ndome de comer desde hace 40 a?os, no s¨¦ ya cu¨¢ntas veces me he sentado en esta mesa", cuenta Leon mientras Pianaro trae una botella de Prosecco fr¨ªo. "La literatura es impredecible", dice Leon, "nunca sabes qu¨¦ va a funcionar o no. Recuerdo cuando me enviaron las galeradas de El c¨®digo Da Vinci, de Dan Brown. Le¨ª 20 p¨¢ginas y lo tir¨¦ a la basura. Al cabo de un a?o era el autor m¨¢s vendido del mundo. Qui¨¦n sabe c¨®mo funciona esto, yo ya he dejado de intentar averiguarlo".
Es la una y media y el aroma que llega de la cocina empieza a ser peligroso. Pianaro est¨¢ en su salsa, pele¨¢ndose con una avispa, una cacerola, una paella y dos bandejas: "Es una maravilla verla cocinar. Lo mejor es que ella se cocina cada d¨ªa algo para s¨ª misma". Por fin llegan a la mesa los higos con jam¨®n, las bases de alcachofa al pesto y una bandeja de calamares rellenos en jugosa salsa de tomate con gambas. "?Ves? Es muy simple. Es lo que tiene la cocina veneciana: gran materia prima y simplicidad". Ante la cara de circunstancias del periodista por lo de "simple", la cocinera se r¨ªe con ganas. "Bueno, en Venecia tambi¨¦n hay que tener algo de dinero".
Leon anda ahora metida en un proyecto orquestal y habla de batutas y cantantes entre patas de calamar y trozos de pan ba?ados en salsa. Pianaro anda metida en probar el vino Vermentino que hay en la mesa y en mostrar la traducci¨®n de su libro al finland¨¦s mientras reconoce no entender ni papa. Con la cl¨¢sica grappa encima de la mesa, toca preguntarle a la cocinera por el mejor cocinero del mundo: "?Ferran Adri¨¤? ?Y ese qui¨¦n es? No hab¨ªa o¨ªdo hablar de ¨¦l. Yo es que nunca voy a restaurantes".
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