El veneno de George Clooney
La Mostra de Venecia arranca con The ides of March, un 'thriller' pol¨ªtico dirigido por el actor
Si huele a serr¨ªn, hay operarios corriendo por todas partes y unos se?ores de negro y ce?o fruncido escrutan tu acreditaci¨®n como si estuvieran buscando algo sospechoso es que est¨¢ a punto de empezar la Mostra de Venecia. Esta vez, como los c¨¢nones mandan, lo ha hecho en olor de multitudes y con el rostro de George Clooney como bandera en la proa. Ser¨¢ porque no han llegado todos los que ten¨ªan que estar o porque no est¨¢n todos los que son pero la cuesti¨®n es que en la sala Darsena, y en la proyecci¨®n que daba inicio a la secci¨®n oficial hab¨ªa huecos, asientos vacios, y que los apretones habituales han brillado por su ausencia. Quiz¨¢s el respetable se est¨¦ reservando para el programa doble de ma?ana jueves: Roman Polanski y Madonna prometen crear problemas de orden p¨²blico a poco que Venecia siga siendo Venecia.
Pero el aut¨¦ntico protagonista del d¨ªa ha sido George Clooney, de gris y sin corbata, dominando el escenario como aquellos asesinos que vuelven al lugar del crimen, conociendo todos los recovecos, sabiendo cual es la estampa necesaria para no desentonar y luciendo una docena de sonrisas distintas, dependiendo del grado de sorna de la pregunta respuesta en cuesti¨®n. El estadounidense, que ama a Italia m¨¢s que a si mismo, ha lllegado de buen humor y ha escuchado con una sonrisa los piropos en forma de aplauso que jaleaban la presentaci¨®n de sus actores en una abarrotada (esta vez s¨ª) rueda de prensa: Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood y el propio Clooney. Solo ha faltado Ryan Gosling, ausente por compromisos profesionales. Antes se hab¨ªa visto su The ides of march, una envenenada f¨¢bula pol¨ªtica que hubiese hecho enrojecer a Maquiavelo y que cuenta las idas y venidas de un joven idealista vendido al cinismo... Y todo porque le explota en la cara una bomba de relojer¨ªa (de rostro femenino) con el contador a cero.
Interpreta al joven de marras un descomunal Ryan Gosling, un actor que crece m¨¢s deprisa que la prima de riesgo, y del que se podr¨ªa decir que un d¨ªa de estos va a subir a un escenario de Los ?ngeles a recoger una estatuilla. Su composici¨®n del ingenuo que saca a pasear el hacha compite de t¨² a t¨² con los pesos pesados que interpretan -maravillosamente- Philip Seymour Hoffman y Paul Giamatti y hasta con esa granada de mano que es el personaje de Marisa Tomei, una periodista de bofetada que parece tener cianuro en lugar de sangre: mala pero gustosa.
Clooney, intenso y distra¨ªdo (el personaje, que no ¨¦l) regala al p¨²blico un pol¨ªtico de caza mayor, un gobernador que empeque?ece a medida que crece a su alrededor el humo y el lodo, hasta convertirse en una ardilla atrapada en su madriguera. Su escudero, Seymour Hoffman, es un palad¨ªn de la mala hostia que apaga incendios con un pitillo en la mano y el culo en un sof¨¢; Giamatti, un torpedero en la competencia del gobernador, es sibilino y simp¨¢tico a un tiempo, un cabr¨®n de la vieja escuela, uno de esos tipos que esperar¨ªa a una curva para tirarte del coche.
Con todos ellos y una deliciosa Evan Rachel Wood (en los zapatos de una becaria de la que no conviene desvelar nada m¨¢s) dibuja el divo una trama sin altibajos, una sensacional pel¨ªcula que funciona como cat¨¢logo de debilidades y martillo de c¨ªnicos, una historia m¨¢s vieja que el tiempo pero que nunca ha venido tan al pelo como ahora. The ides of march es la esplendida obra de un tipo maduro, listo, uno de esos que creen que el diablo est¨¢ en los detalles. Enteramente suya es esta pel¨ªcula de tel¨¦fonos, oficinas, m¨ªtines y despachos donde se cuece un mejunje poco comestible. No es que Clooney aspire a ser el cronista oficial del desencanto pero a poco que se lo propusiera el podio ser¨ªa para ¨¦l.
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