Victoria con sordina
Tras los descalabros vendidos como victorias, llegan las victorias silenciosas. La actuaci¨®n de la OTAN en Libia confirma un nuevo estilo de guerra o de intervenci¨®n militar adoptado por Estados Unidos bajo la presidencia de Barack Obama, un tipo de contienda en la que el protagonista, la mayor superpotencia militar, se mantiene discretamente en segundo plano, atendiendo m¨¢s a los resultados y a la gesti¨®n pol¨ªtica que a la publicidad de las victorias.
As¨ª sucede con la guerra de los drones, esos aviones no tripulados, cada vez m¨¢s imprescindibles para el espionaje y para los bombardeos y disparos de precisi¨®n, que est¨¢ diezmando a Al Qaeda a mayor velocidad con que la organizaci¨®n terrorista intenta reproducirse. Es tambi¨¦n el tipo de intervenci¨®n dise?ada para Irak y Afganist¨¢n, una vez retiradas las tropas directamente de combate, y utilizada en Yemen, con tareas de apoyo y entrenamiento de las tropas nacionales de cada pa¨ªs en su lucha contra la insurgencia de Al Qaeda.
La guerra de Libia es tambi¨¦n un ¨¦xito europeo, pero exhibe las debilidades de la OTAN y la UE
Los resultados de estas intervenciones con sordina est¨¢n ah¨ª, en forma de dos ¨¦xitos iniciales en Libia: el primero, con la imposici¨®n de la zona de prohibici¨®n de vuelos que fren¨® la matanza que Gadafi preparaba en Bengasi; el segundo, con la ca¨ªda del tirano, sin poner ni un solo soldado a combatir en tierra. Falta el tercero, quiz¨¢s el m¨¢s dif¨ªcil y cuyo protagonismo corresponde entero a los libios, consistente en organizar y constituir la libertad despu¨¦s de haber conseguido la liberaci¨®n.
La victoria libia manda un mensaje inequ¨ªvoco al resto de Estados ¨¢rabes. Para T¨²nez y Egipto, pa¨ªses en dif¨ªcil transici¨®n, es un alivio contar con un vecino al fin en paz que emprenda un camino paralelo despu¨¦s de desembarazarse de su propio tirano. Para Siria, significa situarse ahora en el foco de toda la atenci¨®n: el siguiente en la lista. Para el resto, la seguridad de que el impulso revolucionario, debidamente acompa?ado por el apoyo internacional, sigue vivo e intenso: deber¨¢n tomar nota quienes albergan dudas sobre la necesidad perentoria de reformas y cambios.
El m¨¦todo de Obama en Libia es exactamente el contrario de Bush en Irak. La intervenci¨®n a¨¦rea se ha producido a petici¨®n de los libios, cosa que no fue el caso en Irak. Los bombardeos y ataques, salvo contadas excepciones, han podido evitar las v¨ªctimas civiles. El derrocamiento del dictador ha sido obra de los propios libios. Nadie les va a decir c¨®mo deben organizarse y construir su futuro. Por eso no le han faltado las cr¨ªticas de quienes deseaban una legitimaci¨®n retrospectiva de aquella guerra ilegal, unilateral e injusta que dividi¨® a la comunidad internacional y a Europa, al menos mediante el fracaso de esta guerra legal, multilateral y justa seg¨²n los par¨¢metros del derecho internacional y que ha contado con la cobertura de Naciones Unidas. Una vez derrocado Gadafi, estos cr¨ªticos hacen ahora de aves de mal ag¨¹ero con maldiciones sobre el futuro de Libia para que sea de caos y guerra civil.
Hay muchas razones para invertir aquel esquema nefasto de la misi¨®n cumplida, cuando apenas dos meses despu¨¦s de la invasi¨®n de Irak Bush exhibi¨® imprudentemente sobre un portaviones una victoria que los hechos desmintieron cruelmente hasta el ¨²ltimo d¨ªa de su presidencia. Las victorias b¨¦licas, reales o imaginarias, dif¨ªcilmente hacen ganar elecciones, aunque su conducci¨®n insensata s¨ª puede llevar a perderlas. Las elecciones se juegan hoy en la cancha de la econom¨ªa y del empleo. No corresponde buscar rendimientos electorales a problemas de profundidad estrat¨¦gica como es el cambio que se est¨¢ produciendo en el mundo ¨¢rabe.
Sin EE UU y su apabullante aunque silenciosa participaci¨®n, la OTAN no se podr¨ªa apuntar ahora esta victoria. Los aliados atl¨¢nticos no tienen por s¨ª solos las capacidades, ni siquiera la munici¨®n, para soportar una campa?a como la de Libia. Esta guerra, siendo un ¨¦xito para quienes apoyaron la intervenci¨®n, exhibe las debilidades de Europa -y concretamente de una OTAN dividida y una UE inexistente-, que necesitar¨ªa m¨¢s voluntad pol¨ªtica, conciencia ciudadana y sobre todo presupuesto de defensa para poder actuar en crisis como la libia meramente como la potencia de ¨¢mbito regional que deber¨ªa ser.
Obama ha prestado las alas de esa victoria a Sarkozy y Cameron, que han llevado el peso de la imagen y le van a sacar buen provecho pol¨ªtico; sobre todo el franc¨¦s, que tiene elecciones en 2012 y puede aparecer como vencedor en Libia despu¨¦s de ser perdedor en el T¨²nez de Ben Ali. En el pasivo pol¨ªtico de esta guerra sobresale Alemania, pa¨ªs instalado en la disonancia europea en todos los campos: el euro, Libia y pr¨®ximamente el reconocimiento de Palestina en Naciones Unidas.
Obama dirige desde atr¨¢s, pero Merkel frena desde delante. El primero, sin doctrina, est¨¢ tejiendo una nueva doctrina. La segunda no quiere saber nada de lo que pasa en el mundo si no afecta estrictamente a la caja registradora de votos y de dinero.
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