Ni diputaciones ni ayuntamientos
Ha vuelto a salir a la superficie el tema de las diputaciones. Rubalcaba apuesta por su eliminaci¨®n. En el PP se oponen -?faltar¨ªa m¨¢s!- y reclaman una reforma en profundidad de la Administraci¨®n P¨²blica. Sin mojarse, como de costumbre.
Discusiones te¨®ricas y pol¨ªticas sobre el d¨¦ficit a un lado (inanidad pol¨ªtica frente a la jugada perversa de los cobradores de frac, los "mercados"), suprimir o no las diputaciones deber¨ªa ser la consecuencia de un discurso coherente sobre la eficiencia de la administraci¨®n "sub-central" y los beneficios de esa eficiencia para el crecimiento econ¨®mico y el bienestar social. No conviene olvidar que un incremento en la eficiencia es tambi¨¦n un ahorro (con posibilidades de crecimiento), ya que se producen m¨¢s bienes y servicios p¨²blicos con el mismo coste. Adem¨¢s, puestos a ahorrar sueldos, las posibilidades -en todas las escalas de la administraci¨®n, pol¨ªticos incluidos- son legi¨®n.
El federalismo fiscal evidencia que es mejor la provisi¨®n descentralizada de los servicios p¨²blicos
El federalismo fiscal se ha encargado de demostrar que, salvo algunas excepciones, es m¨¢s eficiente la provisi¨®n descentralizada de bienes y servicios p¨²blicos, que es la primera funci¨®n que se le asigna al Estado en materia econ¨®mica. Adem¨¢s, coincidiendo con la notable p¨¦rdida de autonom¨ªa de las pol¨ªticas macroecon¨®micas del Gobierno central debido al proceso de integraci¨®n europea (ni moneda, ni tipo de inter¨¦s, ni pol¨ªtica fiscal "independiente"), se ha empezado a discutir seriamente si los gobiernos "subcentrales" (regionales o locales) deber¨ªan o no asumir m¨¢s protagonismo en las otras dos funciones cl¨¢sicas del Estado en el ¨¢mbito econ¨®mico: el crecimiento con estabilidad de precios y la redistribuci¨®n de la renta.
Aunque haya otros factores sociol¨®gicos y pol¨ªticos, parece fuera de toda duda que el federalismo fiscal le ha dado alas en toda Europa al proceso de descentralizaci¨®n. Una descentralizaci¨®n que es m¨¢s eficiente si existe una coordinaci¨®n sensata entre administraciones que evite el enquistamiento de reinos de taifas en forma de gobiernos regionales que no hablan con los gobiernos locales ni con el gobierno central o de gobiernos locales que confunden la autonom¨ªa constitucional con el cortijo.
Una vez establecidas las ventajas de la descentralizaci¨®n y establecidas las competencias (mejor compartidas que exclusivas) de cada nivel podr¨ªamos especificar las reformas a introducir: clama al cielo una reforma general y sensata. Si las autonom¨ªas no pueden rechazar su corresponsabilidad y actuar en funci¨®n de colores pol¨ªticos enroc¨¢ndose en su taifa, los ayuntamientos han de dejar de ser la administraci¨®n marginal del Estado pero a trav¨¦s de una reforma en profundidad de conceptos y contenidos.
Los "sagrados" l¨ªmites municipales cada vez sirven para menos y son, cada vez m¨¢s, un obst¨¢culo para la correcta y eficaz resoluci¨®n de los problemas. Y esto pasa en: a) regiones urbanas, ¨¢reas metropolitanas o cuasi-¨¢reas metropolitanas, donde la ciudad "real" es el conjunto de la aglomeraci¨®n y donde se impone un gobierno supramunicipal; b) regiones intermedias donde una ciudad de cierta dimensi¨®n y capacidad de gesti¨®n se "combina" con una mir¨ªada de peque?os municipios sin que exista la "obligaci¨®n" de la ayuda mutua y c) municipios de ¨¢reas deprimidas donde la mancomunidad forzosa es quiz¨¢ la ¨²nica salida.
Sea como sea, los ayuntamientos deber¨ªan ceder competencias "hacia arriba" (y las autonom¨ªas "hacia abajo") y mantener las funciones de representaci¨®n pol¨ªtica, servicios de primer nivel o instancia, seguridad, cultura e identidad. ?A qui¨¦n deber¨ªan ceder competencias los ayuntamientos y las autonom¨ªas? ?A unas diputaciones provinciales que han dado, en general, sobradas muestras de anquilosamiento, ineficacia y clientelismo? No, por favor. Negarse a una modificaci¨®n constitucional que elimine las diputaciones es aferrarse desesperadamente al pasado para defender privilegios y prebendas indefendibles.
Si hemos hablado de la obsolescencia de los t¨¦rminos municipales no podemos caer en la trampa de que todo cambie (Consejos de Alcaldes en lugar de diputaciones) para que todo siga igual. Ni la correcta asignaci¨®n de usos del suelo, ni la movilidad, el ciclo del agua, el medio ambiente, los residuos, la vivienda, la promoci¨®n econ¨®mica y el turismo y la gesti¨®n educativa y sanitaria deben plantearse a escala municipal. Y tampoco puede resolverse el problema minimizando el papel "local" y maximizando el "regional", m¨¢s distante y menos eficaz y que deber¨ªa centrarse en la coordinaci¨®n y la planificaci¨®n, delegando competencias. ?Pero, de nuevo, en qui¨¦n? Pues en gobiernos locales intermedios (ll¨¢mense governacions, vegueries o como se quiera) que asumir¨ªan estas funciones y que contar¨ªan con el personal y los recursos financieros de las actuales diputaciones y, en menor medida, de los gobiernos aut¨®nomos y de los ayuntamientos con exceso de recursos para las competencias que subsistan. Ya me refer¨ª a estos gobiernos locales intermedios hace 12 a?os (Josep Sorribes. La gesti¨® eficient del territori: una alternativa per al Pa¨ªs Valencia. Reuni¨® de l'Associaci¨® Valenciana d'Estudis Regionals. 1999). Y..., hasta hoy.
???M¨¢s burocracia!!!, clamar¨¢n los de siempre. En absoluto. No hay porque "imitar" la estructura del gobierno regional ni caer en ning¨²n gigantismo. Los alcaldes del ¨¢rea eligen al presidente y ¨¦ste a un gerente y a un reducido y competente grupo de t¨¦cnicos capaces de dirigir al personal transferido. Muy barato. Las decisiones pol¨ªticas, a la Asamblea o Consejo de Alcaldes y a otra cosa. Eliminamos las diputaciones pero tenemos un recambio eficiente, compatible adem¨¢s con toda la flexibilidad del mundo, con los acuerdos "inter", con las ¨¢reas metropolitanas, con las redes formales o informales de ciudades, con la famosa geometr¨ªa asim¨¦trica. Un referente s¨®lido y flexible de gobierno territorial.
La propuesta no gustar¨¢ a los gobiernos aut¨®nomos y a los ayuntamientos (?ceder competencias dice usted?) ni a los partidos pol¨ªticos, que tienen siempre el esca?o en mente. Exige estudiar, hacer n¨²meros y modificar leyes. Adem¨¢s, ser¨¢ tachada de ut¨®pica y pol¨ªticamente incorrecta. Ya estoy acostumbrado, pero..., ?discutimos o improvisamos?
Josep Sorribes es profesor de la Universitat de Val¨¨ncia.
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