Sobre la educaci¨®n en Espa?a
Produce estupor leer la dedicatoria que P¨¦rez Gald¨®s escribi¨® en 1881 para su novela La desheredada y comprobar la vigencia que a¨²n tienen su lamento y su deseo. Gald¨®s, tras referirse a las "dolencias sociales" que acarrea la falta de "reconstituyentes" como la aritm¨¦tica, la l¨®gica, la moral y el sentido com¨²n, y llamar "curanderos y droguistas" a pol¨ªticos y fil¨®sofos, que nos "recetan uno y otro d¨ªa", dedica su novela a los "verdaderos m¨¦dicos" que pueden sanarnos: a los maestros de escuela.
Pasan los a?os, las d¨¦cadas y se suceden los Gobiernos, y la educaci¨®n sigue siendo la grave asignatura pendiente de nuestro pa¨ªs, de esta sociedad enferma. No hay ninguna tentativa de reforma seria que implique una aportaci¨®n presupuestaria de car¨¢cter extraordinario -de emergencia- y una conciencia social de trascendencia hist¨®rica sobre la educaci¨®n como base para el progreso de un pa¨ªs. Lejos de esto, se recortan gastos, equipar¨¢ndolos a los derivados de un despilfarro delictivo o a los de ¨¢reas no prioritarias; y se propician situaciones de deficiencia con las que se atenta contra la calidad de la ense?anza y el ¨¢nimo de los profesores.
Elevar la nota de corte para estudiar en la Universidad espa?ola los t¨ªtulos que conducen a ser maestro de escuela o profesor de Secundaria no cuesta dinero. Reducir los recursos econ¨®micos, materiales y humanos de la educaci¨®n de un pa¨ªs no solo es un suicidio, sino una afrenta.
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