Un cuento de hadas
Torre La Mina, un hotel para bodas y reuniones corporativas en Castell¨®n
Aquella casa solariega que a principios del siglo XX funcionara como n¨²cleo de una finca de recreo abri¨® sus puertas hace casi 10 a?os como un hotel para bodas, bautizos y banquetes varios. Eso s¨ª, refinado en sus maneras y distinguido en la clientela que desde el inicio lo eligi¨® para sus ritos y su boato. La comarca en que se emplaza tiene su alcurnia: aqu¨ª se concentra la mayor densidad de f¨¢bricas que han hecho de la cer¨¢mica un producto exportable por Espa?a. Quiz¨¢ por esta raz¨®n lo que comenz¨® como un altar para las alianzas entre castellonenses est¨¢ hoy consagrado con no menos lit¨²rgicos argumentos a las reuniones de empresas y eventos corporativos de las industrias de Villarreal, Alcora, Nules, Onda o Burriana.
TORRE LA MINA
PUNTUACI?N: 7
Categor¨ªa oficial: 4 estrellas. Direcci¨®n: La Regenta, 1. Alquer¨ªas del Ni?o Perdido (Castell¨®n). Tel¨¦fono: 964 57 17 46. Internet: www.torrelamina.com. Instalaciones: jard¨ªn, sal¨®n de reuniones para 350 personas, restaurante. Habitaciones: 8 suites con calefacci¨®n, aire acondicionado, sat¨¦lite, minibar, secador. Servicios: tiene habitaciones adaptadas para discapacitados, animales prohibidos. Precios: desde 160 euros + 8% IVA, desayuno incluido; descuentos para empresas.
Gozosos naranjos
Un damero de jardines muy cuidados entre gozosos naranjos conforman el recinto, accesible desde la carretera por medio de una ilustrada rejer¨ªa de forja. Al fondo aparece, como en un filme de Disney, el extra?o edificio modernista, d¨ªgase ecl¨¦ctico o medievalizante, que bien podr¨ªa haber llevado la firma de Gaud¨ª si no supi¨¦ramos que no lo dise?¨® de ninguna manera el autor de la Pedrera. El cuerpo principal, culminado por una torre de trencad¨ªs, invita a pasar de inmediato y vivir sin recato un cuento de hadas. En las antiguas caballerizas, que no han perdido por fuera su sabor rural, se localiza el restaurante, administrado con los perifollos cl¨¢sicos de quien aspira a celebrar all¨ª una boda privada. Porque el gran espacio del sal¨®n de banquetes se sit¨²a en un edificio posterior, en acero y vidrio estructural, demediado por una canalizaci¨®n brutalista del aire acondicionado. Esfuerzo de modernidad que se aprecia entre tanto pitimin¨ª.
Puede que el servicio no d¨¦ abasto en d¨ªas movidos, pero en general se respira quietud en el lugar y una atenci¨®n pulcra, disciplinada, eficiente como pocas.
En los a?os de la Guerra Civil, todo este complejo sirvi¨® como hospital, por lo que hubo, de una parte, que acometer una rehabilitaci¨®n con ciertos riesgos. De otra, encajar en el edificio madre ocho suites al gusto repollo de los contrayentes. No las hay para todos los gustos, pues su tesitura decorativa es la misma, pero s¨ª para ocho opciones topon¨ªmicas: La Salmantina, con un arco separador entre la alcoba y la zona de estar; La Regenta, en sienas clarinianos; El Repl¨¤, con reclinatorio de terciopelo; Las Hayas, con un ba?o clasicista; El Molifont, la m¨¢s campestre; El Capote, por el rojo sangu¨ªneo de la colcha; El Bar¨®, la m¨¢s sobria, y Torre La Mina, recargada como cabr¨ªa suponer, aunque entrelazada con su altillo por una exuberante escalera helicoidal. ?D¨®nde, si no, habr¨ªanse de hospedar los novios?
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