"Rajoy no puede perder la oportunidad de acabar con la violencia"
"La oportunidad de acabar con el problema de ETA no tiene precedentes"
Al final, se desbloque¨® la negociaci¨®n sobre el Estatuto y a continuaci¨®n, lleg¨® la visita del Rey a Gernika en v¨ªsperas del 23-F.
Tras el lamentable episodio de la intentona golpista, Garaikoetxea se re¨²ne tres veces en un mes con el nuevo presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, quien antes ha negociado los famosos Pactos Auton¨®micos con Felipe Gonz¨¢lez. El lehendakari se defiende contra esos pactos, porque constituyen una evidente cortapisa para las potencialidades del Estatuto vasco, como luego se demostr¨® con su desautorizaci¨®n por el propio Tribunal Constitucional. Es la ¨¦poca de la LOAPA, y los desencuentros con Calvo Sotelo son permanentes. "Era un hombre correcto, con ese porte estirado, buen dial¨¦ctico y con ese sentido del humor que la gente no conoc¨ªa, que no trascend¨ªa de su figura", apunta Garaikoetxea.
"La derecha no se ver¨¢ hostigada como lo ha sido el PSOE"
"Las v¨ªctimas merecen siempre la compasi¨®n, el respeto y la solidaridad"
"Sospecho que seguir¨¢ habiendo contactos con ETA y se sabr¨¢ despu¨¦s"
"Pedirle a alguien que maldiga todo su pasado es muy dif¨ªcil"
"En el giro que ha dado la izquierda 'abertzale' hay una autocr¨ªtica absoluta"
Es tambi¨¦n la ¨¦poca en la que en cada viaje a Madrid para entrevistarse con el Rey y con Adolfo Su¨¢rez aprovecha para verse con Santiago Carrillo y con Felipe Gonz¨¢lez. "Carrillo era encantador. Fue un hombre siempre muy comprensivo con nuestras posiciones", opina el exlehendakari. "Conoc¨ªa bien este pa¨ªs, sab¨ªa de la realidad del Pa¨ªs Vasco y de lo que aqu¨ª hab¨ªa de reivindicaci¨®n real y no de generaci¨®n artificiosa como se produjo con las 17 autonom¨ªas que establecieron un caf¨¦ para todos, pero que fue una complicaci¨®n a?adida. Y eso Carrillo lo entend¨ªa muy bien, y fue muy receptivo y muy constructivo en todos los contactos".
"Tanto ¨¦l como Felipe", contin¨²a rememorando Garaikoetxea, "siempre fueron muy amables conmigo y muy considerados. Ven¨ªan al Hotel Palace, donde estaba hospedado. Por cierto, que a la segunda o tercera vez ya asom¨® por all¨ª el puntilloso de Alfonso Guerra, quej¨¢ndose de que la reuni¨®n no se hiciese en Ferraz. Tampoco le gustaban nuestras ruedas de prensa conjuntas".
Con Gonz¨¢lez los encuentros fueron bastante frecuentes, incluso con una aproximaci¨®n personal por encima de lo estrictamente institucional o pol¨ªtico. "En una de las reuniones que se alargaba me dijo: '!Oye!, que es el cumplea?os de Carmen [Romero]. ?Por qu¨¦ no subimos a cenar los tres?' En este sentido siempre apreciar¨¦ la naturalidad y la aproximaci¨®n personal, familiar y amistosa que tuvo Felipe".
Han pasado los a?os de plomo, pero siguen siendo tiempos muy duros. Sin embargo, y pese a las buenas relaciones personales, Garaikoetxea recuerda esa ¨¦poca como negativa desde el punto de vista del desarrollo auton¨®mico que es lo que le compet¨ªa abordar.
En 1982, se produce la gran controversia con la posterior desautorizaci¨®n del Constitucional, pero el Gobierno de Gonz¨¢lez impulsa una serie de leyes b¨¢sicas que vienen a cumplir la misma funci¨®n restrictiva que pretend¨ªa la LOAPA con car¨¢cter general. "Pol¨ªticamente son a?os est¨¦riles", destaca hoy el exlehendakari. En pol¨ªtica interior su impresi¨®n se matiza en funci¨®n del ministro de turno. Con Martin Villa son "m¨¢s tensas" y "peliagudas", mientras que con Juan Jos¨¦ Ros¨®n las relaciones directas con el entonces consejero de Interior, Luis Mar¨ªa Retolaza, resultaron "cordiales" y "fruct¨ªferas", sobre todo en el desarrollo de la Ertzaintza, "aunque se pod¨ªa haber conseguido m¨¢s cosas con ¨¦l".
Durante las presidencias de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar le tocan dos momentos muy diferentes. En la primera legislatura, cuando Aznar est¨¢ recabando apoyos para gobernar, se encuentra con un personaje que de cerca se muestra menos ¨¢spero que en la distancia. Le dice incluso, siempre en un tono muy cordial:
-"Carlos, ?t¨² no votar¨ªas ahora gustosamente esta Constituci¨®n?"
-"Yo sigo pensando lo mismo que entonces; mientras no se reconozca el derecho de autodeterminaci¨®n...
- "!Pero que dices!"
Pocos a?os m¨¢s tarde, la reuni¨®n que mantienen ambos tras el pacto de Lizarra resulta muy tormentosa. Garaikoetxea apunta que Aznar le pregunt¨® con mirada "oscura" y profunda: "?Hab¨¦is llegado a alg¨²n acuerdo con ETA?" Y ¨¦l le contest¨® que no hab¨ªan "consumado" ning¨²n acuerdo. "?Qu¨¦ quiere decir eso de consumar?' La misma palabra lo dice, a?ad¨ª". Garaikoetxea no quiso ser m¨¢s explicito.
Lo que hab¨ªa sucedido es que se hab¨ªan producido unas conversaciones de representantes del PNV y de EA, el partido fundado en 1986 por el propio Garaikoetxea tras la escisi¨®n peneuvista, con ETA.
El encargado por el PNV de cont¨¢rselo le dijo que Arzalluz y ¨¦l ten¨ªan que reunirse. "Como de costumbre, Arzalluz no apareci¨®, y en la reuni¨®n que tuvimos en nuestra sede de Donostia, les dije: 'Este acuerdo no puede asumirse as¨ª, sino que tiene que constar que el cese de la violencia implicar¨¢ el cese de toda vulneraci¨®n de derechos humanos, de toda expresi¨®n de violencia'. La tregua indefinida, que entonces cre¨ªmos que era un logro sin precedentes, no pod¨ªa ser objeto de interpretaci¨®n unilateral, sino de todas las partes, sabiendo como ETA se las juega. Como me tem¨ªa, Egin tergivers¨® el documento, sin publicar nuestras condiciones". Su tensa reuni¨®n con Aznar fue su ¨²ltimo contacto directo con un presidente del Gobierno.
Pasan los a?os. Garaikoetxea se considera hoy retirado de toda actividad pol¨ªtica de cara a Madrid y no tiene relaci¨®n con Zapatero. Pero esta vez s¨ª desea abordar los ¨²ltimos a?os y analizar la segunda legislatura socialista de cara a la situaci¨®n vasca y al problema del terrorismo. "El fiasco de las negociaciones de 2006 produce ya un repliegue del Gobierno espa?ol y, desafortunadamente, tiene sus consecuencias en otro momento como el actual, en que la oportunidad de dar el finiquito al problema de ETA no tiene precedentes tan favorables, pudiendo haber coronado la legislatura de Zapatero con el gran ¨¦xito del fin de la violencia", considera.
-?Qu¨¦ m¨¢s pod¨ªa haber hecho el Gobierno?
-"Ha habido inhibici¨®n, aunque sospecho que indirectamente seguir¨¢ habiendo contactos y que se sabr¨¢ a posteriori", responde. "Es mi convicci¨®n, con todo el respeto al que diga lo contrario. Es una pena que entre el acoso del PP y la ruptura del 2006 no se haya acelerado el fin de ETA".
-?Qu¨¦ se puede hacer adem¨¢s de pedir la disoluci¨®n de ETA?
-"Tener un esfuerzo de di¨¢logo para las cuestiones que est¨¢n al final de estos conflictos, siempre como temas inconclusos, llamados t¨¦cnicos: la verificaci¨®n del cese, el desarme, la pol¨ªtica penitenciaria".
-?Eso puede forzar a ETA a disolverse? ?C¨®mo abordar entonces la situaci¨®n de las v¨ªctimas?
-"Son cuestiones claves, sin las cuales el ep¨ªlogo por lo menos va a durar, porque es muy dif¨ªcil que una organizaci¨®n de 50 baje la persiana sin hablar de esas materias. Como es muy dif¨ªcil tambi¨¦n, a veces, cambiar el tipo de lenguaje que se pretende de quienes est¨¢n ya abjurando de la violencia. Pedirle a alguien que maldiga todo su pasado es muy dif¨ªcil, pero hay que saber leer en todas las expresiones que se formulan".
-?Tendr¨¢n que llegar al reconocimiento de sus errores y de las barbaridades cometidas?
-"Hay cosas que no tienen discusi¨®n", enfatiza el exlehendakari. "Las v¨ªctimas necesitan y merecen siempre la compasi¨®n, en la acepci¨®n etimol¨®gica del t¨¦rmino, el respeto y la solidaridad. Todas y en todo momento. Impl¨ªcitamente, en el giro que ha dado la izquierda abertzale hay una autocr¨ªtica absoluta y su aceptaci¨®n del rechazo de la violencia son pasos importantes. En cuanto a la posibilidad de que, cuando gobierne el PP, se pueda avanzar en esta cuesti¨®n, creo que la derecha no se ver¨¢ hostigada como lo ha sido el PSOE. Si Rajoy es un hombre de Estado no puede desaprovechar la oportunidad. Lo tendr¨¢ m¨¢s f¨¢cil cuando acabe la lamentable reyerta p¨²blica y la campa?a electoral", concluye.Despu¨¦s de estudiar Derecho y Econ¨®micas y trabajar dos a?os en la empresa de ?ngel Berazadi, posteriormente secuestrado y asesinado por ETA (p-m) en 1976, Carlos Garaikoetxea inicia a sus 24 a?os y como director de una compa?¨ªa metal¨²rgica sus primeros contactos profesionales en Madrid de la mano del empresario Gumersino Garc¨ªa. All¨ª llega como un novato que tiene que v¨¦rselas con los grandes popes del autom¨®vil como Eduardo Barreiros, Claudio Boada o altos directivos de la Banca que le miran con cierta "ternura paterno-filial". Siempre le toca tratar con gente mayor que ¨¦l, que le doblan o m¨¢s en edad, y eso le impide, quiz¨¢s, disfrutar un poco de aquel Madrid "alegre" y "abierto" de esos a?os sesenta, al que viaja a menudo. "Eran tiempos en los que lo vasco cotizaba alto, por su mundo empresarial; por el Athletic, que ganaba alguna Copa, y hasta la ETA de aquella ¨¦poca que ten¨ªa una cierta aureola existencialista y antifranquista y no estaba tan mal vista", recuerda ahora el exlehendakari.
En esos a?os, Garaikoetxea est¨¢ muy comprometido con el mundo de las ikastolas, y tocando todas las teclas, sobre todo las eclesi¨¢sticas, que sugieren poner nombres de santos a las escuelas vascas para que tengan cierta vitola de respetabilidad, gestiona en Madrid los permisos. Pero esos contactos no son propiamente pol¨ªticos. Esta actividad la desarrolla en el Pa¨ªs Vasco, "incluyo Navarra en Euskadi", organizando giras, bajo la cobertura de la cuesti¨®n foral, con gente tan variopinta como Urquidi, el director del Banco Guipuzcoano, o los empresarios Olarra y Aranzabal. Eran los primeros escarceos de intencionalidad pol¨ªtica.
Es tambi¨¦n la ¨¦poca en que mantiene relaci¨®n con Manuel Irujo, quien le env¨ªa desde el exilio "papelitos" a trav¨¦s de un tal Inza, que esconde los recados en sus calcetines al pasar la frontera, y, sobre todo, con Juan Ajuriaguerra, el l¨ªder del PNV en el interior, quien le invita a compartir con ¨¦l los contactos con la Internacional Democristiana.
Como miembro del PNV, Garaikoetxea acude a su primera cita con Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez en Madrid a principios de los setenta. "Ruiz-Gim¨¦nez fue una persona especialmente cari?osa, incluso me present¨® en una conferencia del Siglo XXI", rememora. M¨¢s adelante, Ajuriaguerra, "ya cansado", le pide que le sustituya en las relaciones internacionales del partido.
Cuando muere Franco y se celebran las primeras elecciones democr¨¢ticas, como presidente peneuvista Garaikoetxea viaja poco a la capital, y solo cuando es nombrado presidente del Consejo General Vasco, cargo en el que sustituye a Ram¨®n Rubial, inicia sus primeros contactos con Adolfo Su¨¢rez. El exlehendakari recuerda hoy con profusi¨®n de detalles su primera cita en La Moncloa, antes de las elecciones de 1977. "Estuvimos paseando por los jardines en una exploraci¨®n mutua. Su¨¢rez fue desde el primer momento un hombre muy cordial, simp¨¢tico. Me acuerdo que me dijo: 'Ante los fot¨®grafos no me abraces como Tarradellas', quien le hab¨ªa espetado: 'Presidente, no me sueltes mientras nos hacen las fotos. La reuni¨®n tiene que ser importante, tiene que durar m¨¢s de dos horas".
En ese encuentro de "tanteo mutuo", en el que Su¨¢rez quiso impresionar a su invitado afirmando: "Tengo un dossier as¨ª de grueso sobre ti", Garaikoetxea trat¨® de no entrar en demasiados compromisos, ni pormenorizaciones. Tanto, que le consta que el presidente afirm¨® luego: "He estado hablando con este hombre dos horas y no he podido sacar nada".
Pero, en general, mantiene grata memoria de la hospitalidad de Su¨¢rez en aquella y en todas las numeros¨ªsimas citas que le siguieron. Estas reuniones dieron pie a muchas bromas, como la de que el presidente le ofrec¨ªa sus camisas para que no se fuera y continuara all¨ª durante el proceso de negociaci¨®n del Estatuto.
Garaikoetxea recuerda especialmente y con enorme gratitud c¨®mo a la muerte de su madre, el d¨ªa en que se firmaba el acuerdo sobre el Estatuto, Su¨¢rez puso un avi¨®n a su disposici¨®n para que pudiese asistir al funeral y regresar a Madrid, apremiado porque el asunto ten¨ªa que ir a las Cortes.
La negociaci¨®n estatutaria no fue un "camino de rosas". Para solventar las dificultades, el presidente y Garaikoetxea se reun¨ªan en La Moncloa en paralelo a la comisi¨®n mixta e iban solucionando los problemas. La negociaci¨®n dur¨® varias semanas, vivi¨¦ndose momentos intensos y cr¨ªticos en esos 15 d¨ªas de julio. "Debo reconocer que en esas ocasiones y en otras, Su¨¢rez fue un hombre muy trabajador. Descend¨ªa a los detalles, si hac¨ªa falta hasta el amanecer, a diferencia de Calvo Sotelo, que ten¨ªa frases como decirme: 'Carlos, ?c¨®mo vamos a empeque?ecer nuestro dialogo descendiendo a los detalles?'. Luego no se resolv¨ªa nada y todo quedaba inconcluso".
Su¨¢rez era la ant¨ªtesis de Calvo Sotelo a ese respecto. "Era muy considerado, porque la cuesti¨®n vasca entonces pesaba m¨¢s, y a ¨¦l le criticaron mucho. Incluso hubo algunos peri¨®dicos de Madrid, de los m¨¢s reaccionarios, que se indignaban porque organizaba, dec¨ªan, 'cenas de Estado', cuando ministros del Gobierno como Guti¨¦rrez Mellado y su esposa acud¨ªan con los consejeros vascos y sus mujeres a cenar juntos".
Garaikoetxea precisa que el propio Rey le llam¨® tres veces en 1980 dici¨¦ndole que quer¨ªa viajar al Pa¨ªs Vasco porque hab¨ªa estado en todas partes menos en Euskadi e iban a pensar que "no ten¨ªa bemoles" para visitarla. En esas semanas, el Concierto y la polic¨ªa auton¨®mica, entonces cuestiones muy sensibles, estaban embarrancadas. "Me acuerdo que le contest¨¦ literalmente: 'Mire usted, esto no podr¨¢ ser una fiesta mientras no haya un Concierto Econ¨®mico y unos txapelgorris cuando usted llegue".
"Reconozco", prosigue Garaikoetxea, "que esto le sent¨® como un tiro al Rey, pero a la tercera ocasi¨®n, que fue por el mes de octubre, ya tom¨® alguna providencia en vista de la situaci¨®n y apareci¨® por aqu¨ª Suarez, y no por casualidad, en noviembre de 1980".
Las negociaciones en curso se desatascaron en esa visita. "Mientras yo estaba con Suarez avanzando en los temas, el bueno de Xabier Arzalluz me boicoteaba poniendo las banderas a media asta o prohibiendo a Jos¨¦ Maria Macua la recepci¨®n en la Diputaci¨®n de Bizkaia, en medio de la desesperaci¨®n de Marcelino Oreja, quien se hab¨ªa presentado all¨ª con Su¨¢rez, y me llamaba: 'Lehendakari, ven a salvar esta situaci¨®n; una cosa tan terrible solo me hab¨ªa pasado una vez con Gadafi'. Luego me cont¨® que el dictador libio le hab¨ªa tenido esperando en un ja¨ªma un d¨ªa entero", remata Garaikoetxea.
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