N¨ªger considera un problema la posible llegada de Gadafi

Todo el mundo se preguntaba lo mismo ayer en Tr¨ªpoli. ?Viajaba Muamar el Gadafi en el convoy? La confusi¨®n impregnaba las informaciones respecto a la caravana de decenas de veh¨ªculos militares, entre 50 y 200, seg¨²n las fuentes, que desde Libia lleg¨® a N¨ªger entrada la noche del lunes cargada de oro y divisas. El Gobierno de este pa¨ªs sahariano neg¨® que el dictador se hallara en el convoy, en el que se desplazaban oficiales libios y guerrilleros tuaregs que sirvieron al tirano durante los seis meses de una guerra que ya se apaga en Libia. El ministro de Asuntos Exteriores de N¨ªger, Mohamed Bazoum, se ha mostrado tajante y ha comunicado que la presencia de Gadafi en su pa¨ªs "representar¨ªa un problema para su pa¨ªs".

Mercenarios tuaregs que han servido al r¨¦gimen viajaban en el convoy

El Gobierno interino negocia la rendici¨®n del basti¨®n gadafista de Bani Walid

Un d¨ªa antes, el jefe de las brigadas de seguridad de Gadafi, Mansur Dhao, tambi¨¦n escap¨® a N¨ªger y altos cargos del r¨¦gimen son detenidos a diario en la capital libia. La desbandada es general. El tirano es un cad¨¢ver pol¨ªtico por el que casi nadie lucha.

Fuentes militares francesas y de N¨ªger -pa¨ªs que ya ha reconocido al Consejo Nacional de Transici¨®n (CNT)- aseguraron a la agencia Reuters que el enorme convoy, que aparentemente atraves¨® tambi¨¦n territorio argelino, pod¨ªa dirigirse a Burkina Faso, pa¨ªs que dijo haber ofrecido asilo a Gadafi en agosto, aunque ayer su Gobierno lo desminti¨®. Es una ruta que han recorrido miles de inmigrantes subsaharianos que abandonaron Libia desde el comienzo de la guerra, en febrero.

Pero en este misterio en torno al paradero del autodenominado rey de reyes de ?frica, todo son interrogantes. En las carreteras del desierto yacen destripados camiones aislados alcanzados por la aviaci¨®n de la OTAN, a la que no ha podido pasar desapercibido un convoy de semejantes proporciones. El aluvi¨®n de especulaciones fue incesante. El Departamento de Estado de EE UU apunt¨® que altos mandos viajaban en la caravana, pero apostaba a que el fugitivo m¨¢s buscado no se hab¨ªa sumado al grupo de veh¨ªculos militares en fuga y que permanec¨ªa en su pa¨ªs, mientras las autoridades del Ejecutivo interino libio, que aseguran desde hace d¨ªas tener localizado a Gadafi, guardaban silencio.

Solo Abdelaziz Ghoga, vicepresidente del Consejo Nacional, se limitaba a apuntar que los huidos se llevaron oro, dinero y divisas custodiadas en una sede del banco central libio en Sirte, cuna del d¨¦spota sitiada por los insurgentes, y se encaminaban hacia Niamey, la capital, cercana a Burkina Faso.

Al dictador apenas le quedan refugios. La capital que le acoja violar¨¢ las resoluciones que Naciones Unidas impuso a Gadafi y sus ac¨®litos. Burkina Faso ya ha reconocido al nuevo Gobierno libio, es firmante del tratado que estableci¨® la Corte Penal Internacional, y ayer su Gobierno dec¨ªa desconocer planes del tirano libio para desplazarse a su territorio. El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, rechaz¨® responder a la llamada telef¨®nica de Gadafi d¨ªas atr¨¢s; Robert Mugabe se niega a que el dictador pise suelo de Zimbabue.

Si se habla de Burkina Faso es porque este paup¨¦rrimo Estado ha recibido parte del dinero que el tirano sol¨ªa repartir entre los dirigentes africanos, pr¨¢ctica que sacaba de quicio a los ciudadanos libios. El aut¨®crata goza de respaldo popular en la antigua Alto Volta -Gadafi bautiz¨® el monumental palacio de congresos de Sirte con el nombre de Uagadugu, capital de Burkina Faso- y tambi¨¦n en N¨ªger, donde los rebeldes tuaregs tuvieron su apoyo en una revuelta contra el Gobierno central que termin¨® en 2009.

En los casi dos millones de kil¨®metros cuadrados de suelo libio -casi todo desierto-, Gadafi y sus hijos, especialmente Saif al Islam, que apuntaba a ser su heredero, tambi¨¦n se van quedando hu¨¦rfanos de escondites.

En Bani Walid, uno de los ¨²ltimos bastiones gadafistas en el desierto al sureste de Tr¨ªpoli, los rebeldes negociaban -se dan por rotas las conversaciones, pero el Gobierno interino lo intenta una y otra vez- con los respetados l¨ªderes tribales para que los insurgentes puedan tomar la ciudad de 50.000 habitantes sin recurrir al asalto armado. Las negociaciones maduraban anoche. Si el Consejo Nacional lograra entrar en este baluarte del aut¨®crata sin pegar un tiro, ser¨ªa el golpe de gracia para el escurridizo Gadafi.

El centenar de fieles al dictador que controlaban ayer el centro de Bani Walid son acusados de haber perpetrado cr¨ªmenes y temen un castigo ejemplar. Est¨¢n rodeados por el norte, el este y el oeste. En el sur de la ciudad, admit¨ªa un comandante insurrecto, solo se vigila atentamente, pero el despliegue de milicianos es mucho menor. Como si se pretendiera ofrecer alguna v¨ªa de escape.

Rebeldes de Misrata y otras ciudades participan en el asedio a esta poblaci¨®n habitada por miembros de la dividida tribu de los Warfala. Muchos todav¨ªa recuerdan lo sucedido a Ramad¨¢n al Sueihy hace un siglo. Uno de los m¨¢s prominentes l¨ªderes de la rebeli¨®n contra los colonizadores italianos en Tripolitania, Al Sueihy fue entregado por jefes de este clan a los militares ocupantes. Los traidores eran de Bani Walid.

Ahora, los sublevados naturales de Misrata, que sufrieron un bestial castigo de las tropas gadafistas, lamentan que Bani Walid no se alzara en armas. El hecho de que muchos hombres de esta tribu tengan parientes en la ciudad frena el ataque tanto como la pretensi¨®n de las autoridades de conquistar una ciudad sin recurrir al toque de corneta.