Obligaci¨®n
Cada vez m¨¢s la vida se adecua al formato de la ficci¨®n. Las ecuaciones narrativas terminan por servir para dar cierta l¨®gica a la realidad indomable. La que sostiene que si a la tragedia le sumas tiempo acaba en comedia, hasta ahora funcionaba para algunas peripecias personales, pero no para otros asuntos. M¨¢s bien sucede que dejar pasar el tiempo es el recurso m¨¢s f¨¢cil para eludir las responsabilidades. Vemos constantemente a delincuentes y corruptos sacar pecho orgullosos no tanto porque hayan demostrado su inocencia judicialmente, sino porque han logrado que los delitos prescriban. El reloj se pone de su parte y ellos confunden la legalidad con la moralidad, arrastr¨¢ndonos a todos con su ejemplo a un mundo m¨¢s c¨ªnico. Cuando esto sucede en la pol¨ªtica es siniestro: ah¨ª est¨¢n los que presumen de prescripci¨®n criminal como si fuera un equivalente a inocencia.
En nuestra historia no faltan los ejemplos de c¨®mo el tiempo se ha usado para cauterizar las heridas, pero malcerrar el pasado es lanzar el da?o hacia el futuro. En el caso de los ni?os robados de los ¨²ltimos 50 a?os en Espa?a, este peri¨®dico ha dado espl¨¦ndidos reportajes que bordeaban el terror. Algunas de las v¨ªctimas han logrado el objetivo de reencontrarse y otros, al menos, son conscientes del episodio que les toc¨® vivir. Pero este fin de semana han vuelto a los noticiarios y a la calle porque se encuentran sin amparo judicial, olvidados de todos, a la espera de que el tiempo oculte el problema, no que lo resuelva.
Que los jueces consideren el delito de robo de un ni?o como algo prescrito suena a surrealismo cotidiano. Cuesta imaginar a un beb¨¦ contratando a un abogado o recurriendo a la identificaci¨®n por ADN antes de que el delito prescriba a la vez que aumentan las velitas en su pastel de cumplea?os. Tampoco a las madres solas de aquel tiempo, abducidas por m¨¦dicos mafiosos o monjitas que entend¨ªan la caridad como una fuerza superior que repart¨ªa los ni?os a su antojo, les resultaba sencillo acudir a la justicia. La indefensi¨®n les paralizaba. En la ficci¨®n, si a la mentira le sumas tiempo a?ade algo podrido al asunto, aprendamos de eso. Poner remedio y ayuda en estos cientos de casos es una obligaci¨®n.
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