Un tsunami llamado Bibi
Aseguran quienes han vivido un tsunami que poco antes de que el mar se levante se produce un extra?o silencio, fruto del silencio de los p¨¢jaros que ya han huido del escenario de la cat¨¢strofe inminente. No es el caso del tsunami diplom¨¢tico que va a sufrir Israel este mes de septiembre, seg¨²n anunci¨® de forma muy temprana su ministro de Defensa, Ehud Barak, hace casi medio a?o. Cuando quedan apenas 15 d¨ªas para la fecha en que se prev¨¦ el golpe de mar, se multiplican los signos de su llegada dentro de Israel, en los territorios ocupados, en sus fronteras y en la escena internacional.
En las calles de las ciudades israel¨ªes se movilizan sus indignados, ajenos al conflicto palestino, pero disconformes con un Estado que dedica mucho a la ocupaci¨®n de Cisjordania y la seguridad y cada vez menos al bienestar y a la solidaridad. En Cisjordania los colonos se arman y preparan con la ayuda del Ej¨¦rcito para la eventualidad de una tercera Intifada, que sus enemigos palestinos desean pac¨ªfica, pero ellos ven como el episodio central de una guerra de civilizaciones. En la frontera con Egipto crece la inseguridad y se producen atentados e incidentes armados por primera vez desde los acuerdos de paz de 1979, hasta situar las relaciones entre ambos pa¨ªses al borde de la retirada de embajadores. En el ancho mundo se tensan las relaciones con antiguos aliados como Turqu¨ªa, que rebaja las relaciones comerciales, expulsa diplom¨¢ticos y anuncia mayor vigilancia mar¨ªtima en las proximidades de la costa israel¨ª, mientras sigue teji¨¦ndose cada vez m¨¢s espesa la coalici¨®n internacional en favor del reconocimiento de Palestina como miembro de Naciones Unidas.
Barak anunci¨® el desastre al empezar la 'primavera ¨¢rabe', pero Israel nada ha hecho para evitarlo
El tsunami anunciado por Barak llegar¨¢ con la votaci¨®n en Nueva York, en la Asamblea General de la ONU, en la que se prev¨¦ que como m¨ªnimo 140 Estados apoyen el reconocimiento de Palestina, que marcar¨¢ el punto m¨¢s bajo en la historia diplom¨¢tica de Israel. Es evidente que su advertencia sobre "la par¨¢lisis, la ret¨®rica y la inacci¨®n [que] profundizar¨¢n el aislamiento de Israel" ha ca¨ªdo en saco roto. Nada de lo que ha hecho el Gobierno al que pertenece Barak y que encabeza Benjam¨ªn Netanyahu ha servido para mejorar la posici¨®n de Israel en la escena internacional, al contrario. El estallido de la primavera ¨¢rabe aport¨® una bocanada de aire fresco que Netanyahu no quiso aprovechar: nadie quemaba banderas israel¨ªes en las calles ¨¢rabes donde se desarrollaban las protestas, algo que est¨¢ cambiando ahora a toda velocidad, con la aparici¨®n de unas opiniones p¨²blicas democr¨¢ticas que se expresan con la libertad y la desenvoltura que las dictaduras constre?¨ªan.
Israel no aprovech¨® las tres d¨¦cadas transcurridas desde los acuerdos de Camp David con Egipto y las casi dos desde la Conferencia de Madrid y los posteriores Acuerdos de Oslo para resolver el conflicto con los palestinos. Tampoco ha aprovechado la llegada de Obama a la Casa Blanca y su apertura hacia el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Y menos a¨²n estos meses de revueltas ¨¢rabes, en los que ha quedado claro que los ciudadanos de estos pa¨ªses no se conforman pasivamente con ser gobernados por unos dictadores ladrones y corruptos, aliados de Washington y de Israel, que aseguraban la estabilidad y la seguridad de la zona y utilizaban el conflicto palestino como v¨¢lvula de escape. Si hasta ahora se pudo hacer la paz con los aut¨®cratas, ahora hay que hacerla con las sociedades, sus ciudadanos, algo mucho m¨¢s dif¨ªcil y exigente en explicaciones y capacidad de convicci¨®n.
Barak advirti¨® sobre el peligro del tsunami porque cre¨ªa que todav¨ªa pod¨ªa evitarse. La f¨®rmula no ser¨ªa muy distinta de la que estuvo a punto de alumbrar con Arafat y Clinton en 2000, cuando era primer ministro. Los dos Estados, las fronteras de 1967 y Jerusal¨¦n como doble capital israel¨ª y palestina. No lo ve as¨ª Netanyahu, que quiere seguir ganando tiempo, aun a costa de un mayor aislamiento e incluso de un nuevo y virulento conflicto, sin moverse de sus posiciones ni paralizar la construcci¨®n de colonias sobre territorio palestino. El eslogan que quiere imponer ante la votaci¨®n en Naciones Unidas es que la petici¨®n de reconocimiento de Palestina es una decisi¨®n unilateral que deslegitima a Israel. La Autoridad Palestina asegura, en cambio, que es el nuevo camino para sentarse a negociar seriamente, ya de igual a igual, la f¨®rmula de los dos Estados en paz.
El tsunami va a debilitar a Obama, obligado a utilizar el derecho de veto, y a los europeos, que se dividir¨¢n ante el voto en Naciones Unidas. Antes del tsunami, Israel ya ha perdido aliados y amigos por todos lados, incluyendo el bando palestino, donde es imposible que encuentre un socio mejor que Mahmud Abbas. Lo ¨²nico que puede evitarlo es regresar a la negociaci¨®n. Y lo ¨²nico que puede reparar sus efectos tambi¨¦n es el regreso a las conversaciones de paz. Pero ambas cosas son imposibles con este primer ministro al frente de Israel. Bibi Netanyahu es el nombre que tiene este tsunami.
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