Gana Euskadi, gana Ant¨®n
El retorno al Pa¨ªs Vasco, un ¨¦xito de p¨²blico, sin incidentes ni cambios en la clasificaci¨®n
-?Quieres la ikurri?a?, le dice un ertzaina veterano a un independentista al borde de la meta.
-Pero si no he hecho nada... ?Qu¨¦ pasa?
-Te he dicho que no se puede sacar fuera de las vallas.
Todo ocurre al paso de los ciclistas por primera vez por la l¨ªnea de meta de Bilbao. Es un di¨¢logo tranquilo, sin tensi¨®n, con la firmeza del ertzaina y la extra?eza del independentista.
-?Quieres la ikurri?a? No hay problema.
Y el ertzaina quita el palo a la bandera y le devuelve la tela. Asunto liquidado. Ni uno ni otro se enfadan. Empieza bien y acaba bien. Y siguen los af¨®nicos gritos de "?independencia!", las pancartas que reclaman el retorno de los presos a Euskal Herria... El paisaje natural, pero en miniatura. Antes, una cuadrilla, apostada significativamente en el monumento al Sagrado Coraz¨®n de Jes¨²s, silba el paso de la Guardia Civil, que encabeza la caravana de la Vuelta. Son silbidos sordos, que se pierden entre el ruidoso sonar de las motos, los coches, los micr¨®fonos que transmiten la voz del locutor que anima la carrera. Detalles de un cosquilleo que acab¨® convertido en un lev¨ªsimo picor: lleg¨® la Vuelta al Pa¨ªs Vasco sin incidente alguno, con la Guardia Civil asegurando el tr¨¢fico, con la Ertzaintza colaborando (en la pr¨®xima etapa ser¨¢ la responsable) y con una excepci¨®n tan esperada como excepcional: la respuesta del p¨²blico.
Cobo respondi¨® a Froome sin necesidad de morderse los dientes
La Vuelta y Euskadi se necesitan. Las cunetas del Alto del Vivero, llenas, y la Gran V¨ªa, con cuatro filas de espectadores, bajo un sol andaluz, iluminaban una carrera que busca p¨²blico desesperadamente. Y el p¨²blico estaba aqu¨ª, esperando 33 a?os, sin entender por qu¨¦. Un p¨²blico que, por ejemplo, en El Vivero mostraba sus dos aspectos. Muchachos que bland¨ªan sus peque?as pancartas reivindicativas sobre los presos de ETA y que inmediatamente se part¨ªan las manos aplaudiendo a Ant¨®n, al italiano Bruseghin, al kazajo Dyachenko, al vasco Verdugo... Y a todo el que pasara por el estrecho pasillo. El ciclismo pasaba por encima de la pol¨ªtica virtual. El independentismo hizo acto de presencia y se qued¨® a gusto. Sin m¨¢s.
Ganaba Euskadi y ganaba Ant¨®n, lo que supon¨ªa un matrimonio que se espera estable. No era el ciclista de Galdakao (Bizkaia) el llamado, por el perfil, a adjudicarse la etapa. Estuvo llamado a la carrera y acab¨® ganando lo que no esperaba. "No era una etapa que tuviera tachada en mi calendario. Mi sue?o era llegar a Bilbao con el maillot rojo de l¨ªder. Eso habr¨ªa sido una pasada", dijo en la meta, "pero este d¨ªa lo recordar¨¦ como el a?o que hice historia".
Gan¨® Ant¨®n, inesperadamente, tras aprovechar una escapada con Bruseghin, Dyachenko y su compa?ero Verdugo. Una escapada que ven¨ªa bien al l¨ªder, Cobo, porque iba devorando las bonificaciones y reduciendo el sarpullido del Geox ante el posible ataque del Sky de Froome. Era un d¨ªa propicio para las emboscadas. Nervioso, en el pelot¨®n y la organizaci¨®n. Treinta y tres a?os de temor tras los incidentes de 1978 no se curan en un suspiro. Y 13 segundos en la clasificaci¨®n, como frontera del ¨¦xito, son para poner nervioso a cualquiera. Un despiste, un pinchazo, una bonificaci¨®n, con el sol rabiosamente s¨®lido, h¨²medo, de Bilbao (39, 40 grados), pueden ser el mazazo definitivo.
Ant¨®n y compa?¨ªa iba a lo suyo en el primer paso por El Vivero, un lugar habitual para meriendas, antiguamente barbacoas; un remanso cercano a Bilbao donde ayer tocaba sufrir. El Sky fue limando el pelot¨®n en el primer paso en busca de que el hachazo final al Bisonte fuera en el segundo, a 15 kil¨®metros de la meta. Pero el m¨²sculo ya no est¨¢ para exhibiciones. Froome peg¨® su sprint habitual, el de Pe?a Cabarga, en el ¨²ltimo kil¨®metro de ascensi¨®n, pero ni era Pe?a Cabarga ni era un final en alto. Cobo respondi¨® sin necesidad de morderse los dientes.
El kazajo Dyachenko cedi¨® pronto, Verdugo se vaci¨® hasta la extenuaci¨®n y Ant¨®n dio el golpe definitivo a Bruseghin en la segunda ascensi¨®n. A ritmo, se lo quit¨® de en medio. Eran tres carreras que resolvieron pronto. La de la organizaci¨®n se resolvi¨® en un pis pas. Nada de incidentes, nada de incidencias. La de Ant¨®n, en los partes duras de El Vivero, porque con 30 segundos de ventaja en el alto la caza en el descenso es imposible. Y la de Cobo, que viv¨ªa ansioso el hachazo de Froome, de un manotazo.
No se sabe si Cobo habr¨¢ ganado la Vuelta o si a Froome le queda un cent¨ªmetro c¨²bico de gas para incendiar la carrera. Queda Vitoria, antes del presunto paseo por Madrid. Lo que se sabe es que Ant¨®n, por fin, fue feliz en la Vuelta y que la Vuelta, por fin, volvi¨® a ser feliz en Bilbao y Bilbao con la Vuelta. Como lo ser¨¢ hoy Vitoria. En cierto modo, Euskadi es como la Holanda del ciclismo espa?ol, la reina de las cunetas. Quiz¨¢s por eso ganaron todos, aunque quienes subieran al podio, en representaci¨®n del resto, fueran Igor Ant¨®n, como vencedor de la etapa, y Juanjo Cobo, como l¨ªder.
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