Informaci¨®n para salvar vidas
Cuando comenc¨¦ a escribir La mirada del suicida pensaba en c¨®mo pod¨ªa amortiguar mi dolor y el de mi familia tras el suicidio de mi padre. Y, tal vez, llegar a disuadir a alguien a quien rondara la ideaci¨®n suicida. Pronto descubr¨ª que el muro de silencio que se hab¨ªa alzado en nuestro caso era compartido y universal: del suicidio no se habla.
Averig¨¹¨¦ el por qu¨¦ del silencio medi¨¢tico en torno a este tema tab¨², fundado en el miedo a desencadenar una conducta imitativa. Y descubr¨ª el terrible bagaje hist¨®rico del suicidio como pecado y como delito, castigado de las maneras m¨¢s terribles hasta hace bien poco. Tambi¨¦n llam¨® mi atenci¨®n el abordaje qu¨ªmico dominante en el tratamiento de las afecciones ps¨ªquicas, cuando muchos casos requieren una terapia oral que permita desanudar conflictos, y no solo anestesiarlos. Aprend¨ª que las variables que se conjugan en esta decisi¨®n son tan complejas que casi nunca se puede hablar de una sola causa. Y, sobre todo, me convenc¨ª de que era absolutamente necesario hablar de ello.
Esa convicci¨®n interna de la necesidad de abrir un debate p¨²blico sobre el suicidio se vio reforzada cuando le¨ª las palabras de Kofi Annan, reclamando desde la ONU mayor atenci¨®n sobre una cuesti¨®n que se cobra un mill¨®n de vidas al a?o. Hasta ahora, el D¨ªa Mundial de la Prevenci¨®n del Suicidio, que se celebra hoy, pasaba casi inadvertido en los medios de comunicaci¨®n espa?oles, m¨¢s por miedo que por desinter¨¦s. S¨¦ que no es f¨¢cil abordarlo, pero una informaci¨®n responsable puede salvar vidas. No es noticia el caso aislado de cada uno de los nueve suicidas an¨®nimos que a diario acaban con su vida en Espa?a, pero s¨ª es de inter¨¦s general el total de esas muertes acumuladas y el fen¨®meno que representan.
El grado de represi¨®n y secretismo que se le ha venido aplicando, cubierto por un extra?o manto tejido de respeto, verg¨¹enza e incapacidad innata para afrontar esta conducta, no hace m¨¢s que aumentar su poder m¨ªtico e impedir tomar medidas abiertas y pr¨¢cticas a la hora de prevenirlo.
No hay que subestimar la ayuda que cualquiera de nosotros puede prestar a alguien que muestre signos de comportamiento suicida. La mejor forma de contribuir a la prevenci¨®n es aprender a reconocer la mirada del suicida, esos ojos que piden auxilio, a¨²n sin hablar, y empezar por ponerlo en palabras.
Juan Carlos P¨¦rez Jim¨¦nez, periodista, es autor del libro La mirada del suicida. El enigma y el estigma.
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