"Los papas han metido en conserva el Vaticano II"
Giovanni Franzoni mantiene el gesto firme, como cuando miraba a los ojos al Pont¨ªfice romano. A¨²n camina erguido, a punto de cumplir 84 a?os, con porte de gal¨¢n de cine y talla de jugador de baloncesto. Fue abad con 36 a?os de la imponente bas¨ªlica de San Pablo Extramuros, la segunda mayor de Roma despu¨¦s de la de San Pedro. La tradici¨®n dice que all¨ª est¨¢ enterrado Pablo de Tarso, el aut¨¦ntico secretario de organizaci¨®n del primer cristianismo, por encima del pescador Pedro. Su abad tiene el privilegio de asistir con voz y voto a los concilios.
Franzoni estuvo en el Vaticano II y su problemas empezaron cuando Pablo VI orden¨® congelar algunas de sus reformas. El todav¨ªa abad alz¨® la voz y fue la primera v¨ªctima. Nacido en Bulgaria, adonde su padre emigr¨® huyendo del hambre, fue cura en Florencia. All¨ª empez¨® a hacerse un cristiano libre, e incluso comunista.
El abad de San Pablo Extramuros fue expulsado por apoyar el divorcio
Ha venido al congreso de la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII. Concilio traicionado, concilio perdido, titul¨® su conferencia. Cincuenta a?os despu¨¦s, el ex abad Franzoni se considera un superviviente en poder de verdades ocultadas. "El Vaticano II cambi¨® el catolicismo durante d¨¦cadas, pero est¨¢ metido en conserva por los ¨²ltimos papas".
Apenas desayuna. Fruta y un caf¨¦. Ha dado rienda suelta a su memoria y, aunque cuenta con gracia chascarrillos sobre eclesi¨¢sticos de post¨ªn, apenas r¨ªe. Mejor dicho, habla siempre con una leve sonrisa. Fue amigo de Pablo VI, que retras¨® cuanto pudo un castigo que la curia reclamaba desde hac¨ªa a?os. ?Su culpa? "Muchas veces, recib¨ª a personas a las que el aparato del Vaticano cerraba el despacho del Papa. Si el papa dice y hace una cosa en San Pedro, t¨² no puedes decir o hacer algo distinto en San Pablo, me dec¨ªan. Tampoco les gustaba lo que predicaba desde el p¨²lpito, o que en las misas hablasen feligreses". "Debes controlar lo que se dice", le insist¨ªan. La presi¨®n fue tan grande que camin¨® hasta el Vaticano y present¨® la dimisi¨®n. Se le acept¨® meses despu¨¦s, en septiembre de 1973, "coincidiendo con el golpe de Pinochet en Chile".
En mayo de 1974 se convoc¨® en Italia un refer¨¦ndum para anular la ley del divorcio. "Se votaba sobre una ley civil, no sobre un sacramento. Pues bien, la Conferencia Episcopal intent¨® imponer, moralmente, no solo a los cat¨®licos, sino a todos los ciudadanos, el voto por la derogaci¨®n. Me opuse, incluso escrib¨ª un libro en defensa de la libertad de conciencia. ?As¨ª fui suspendido a divinis!".
Aquella Italia, que seg¨²n el Vaticano era cat¨®lica al 98%, vot¨® por el divorcio. Un 60%. "Fue un gran golpe para el Papa y sus cardenales, pero no se rindieron".
Quiere hablar tambi¨¦n de Benedicto XVI y la papolatr¨ªa, y de Zapatero. Franzoni admira a Zapatero. "Hay que saber perder. No siempre se puede ganar". Se refiere a la humillaci¨®n del presidente ante el Papa en una ceremonia de la Jornada Mundial de la Juventud. "?No se dijo que Par¨ªs bien val¨ªa una misa? Pues Madrid bien vale una misa". Mar¨ªa Jos¨¦ Gavito, la traductora, pone sobre la mesa el peri¨®dico Corriere della Sera del d¨ªa anterior, donde Berlusconi presume ante el Vaticano de evitar el "contagio Zapatero". Sin m¨ª tendr¨ªas en Italia un Zapatero, titul¨® el diario. "Como ve, en mi pa¨ªs siempre se camina sobre c¨¢scaras de huevo", sonr¨ªe Franzoni.
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