Una pareja de lujo para Lucerna
El festival asiste al idilio musical entre la Filarm¨®nica de Viena y la Staatskapelle de Dresde con Franz Welser-M?st y Christian Thielemann
En la c¨¢tedra de Lucerna hay pocos directores y orquestas que consigan poner al p¨²blico en pie. De la generaci¨®n de los grandes maestros, Claudio Abbado se lleva la palma; de la de los j¨®venes, Gustavo Dudamel es el que levanta m¨¢s simpat¨ªas. En la ¨²ltima semana han causado gran admiraci¨®n dos directores de la generaci¨®n intermedia, el alem¨¢n Christian Thielemann y el austriaco Franz Welser-M?st al frente de la Staatskapelle de Dresde y de la Filarm¨®nica de Viena. Los dos maestros nacieron en 1959 y 1960 en Alemania y Austria. Por razones de diversa ¨ªndole no hab¨ªan despertado hasta ahora un reconocimiento un¨¢nime. En los ¨²ltimos a?os, el progreso de ambos ha sido espectacular. Adem¨¢s, en esta carrera hacia la madurez, cada uno ha encontrado su orquesta so?ada. El berlin¨¦s se ha identificado con una agrupaci¨®n tan emblem¨¢ticamente alemana como la Staatskapelle de Dresde, el austriaco se ha hecho admirar nada menos que por la Filarm¨®nica de Viena. Cada pareja ten¨ªa adem¨¢s su lado complicado. Los malos, en este tema de las convivencias, eran Thielemann y los filarm¨®nicos vieneses. Por cuestiones de car¨¢cter. Pues bien, est¨¢n ahora en plena luna de miel con la orquesta sajona y con el director de Linz.
En los ¨²ltimos a?os el progreso de ambos directores ha sido espectacular
Thielemann estrenar¨¢ titularidad con la Staatskapelle de Dresde en septiembre del a?o pr¨®ximo, justamente despu¨¦s de dirigir en Bayreuth una nueva producci¨®n de El holand¨¦s errante, de Wagner. Siempre ha sido un director conflictivo, capaz de despertar pasiones y de suscitar desconfianzas. Muchos le identifican como el director de las esencias alemanas, como un nuevo Furtw?ngler. Sus especialidades son Wagner en el terreno oper¨ªstico y Bruckner en el sinf¨®nico. Su lectura de la Octava de Bruckner, en Lucerna, fue sencillamente prodigiosa. Incluso tuvo una componente camer¨ªstica que la conectaba con la quintaesencia musical de Schubert. Su cuidada construcci¨®n formal no limitaba en ning¨²n momento el lado afectivo. El equilibrio resultante rozaba lo milagroso. Un nocturno de Busoni y un concierto para piano de Pfitzner -con el estupendo solista Tzimon Barto- dieron paso en el segundo programa a la Primera de Brahms, avance de una integral que va a grabar con la orquesta de Dresde. Aqu¨ª se pudieron recoger opiniones para todos los gustos, y todas ellas en los extremos, desde la genialidad al rechazo. La l¨ªnea interpretativa estuvo en coherencia con la mostrada en Bruckner. Era un Brahms lleno de ideas, distinto a lo habitual, melanc¨®lico, sin excesos. Los contrastes extremos vinieron con un fragmento de Lohengrin, ofrecido como propina. Se pon¨ªa en evidencia que uno de los motivos de la buena sinton¨ªa de Thielemann con la Staatskapelle de Dresde es que muchos de los m¨²sicos forman parte de la Orquesta del Festival de Bayreuth.
Lo de Welser-M?st con la Filarm¨®nica de Viena es una historia en los ant¨ªpodas, que ha superado con buena nota hasta la prueba del Concierto de A?o Nuevo. La imagen del director austriaco era la de un maestro soso, t¨ªmido, introvertido. Pas¨® por Londres sin pena ni gloria y en Z¨²rich se hizo acreedor a la admiraci¨®n de un sector m¨¢s bien minoritario. Ahora es director musical general de la ?pera de Viena, y la Orquesta de Cleveland, a la que est¨¢ ligada como director desde 2002, le ha renovado el contrato hasta 2018 (con ellos actuar¨¢ en Madrid en octubre en Iberm¨²sica). Lo cierto es que tanto los m¨²sicos vieneses como los estadounidenses le adoran. Su gesto es contenido y su tipo de direcci¨®n poco glamurosa, pero los resultados art¨ªsticos son rigurosos e incluso impecables. El pasado lunes dirigi¨® en Lucerna de una manera admirable la adaptaci¨®n de Mahler de La muerte y la doncella de Schubert, con 60 instrumentistas de cuerda, y una versi¨®n impoluta de la Quinta de Dvor¨¢k. Tal vez su refinamiento callado est¨¢ ligado con una manera de vivir la m¨²sica espec¨ªficamente austriaca. Sea como sea, es un director en alza, valorado cada d¨ªa con m¨¢s convencimiento (en la lista de Festspiele, donde reina Thielemann, el austriaco es n¨²mero cuatro).
Entre ambos maestros, la Filarm¨®nica de Londres, con Vladimir Jurowski, dedic¨® su programa al mito de Prometeo en m¨²sica, con obras de Beethoven, Liszt y Scriabin, y con el estreno de una magn¨ªfica obra para viol¨ªn y orquesta de Matthias Pintscher que permiti¨® la brillant¨ªsima actuaci¨®n como solista de la joven muniquesa de 28 a?os Julia Fischer.
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