Orqu¨ªdea salvaje

El gremio de los cascadeurs, los especialistas de escenas de riesgo, tiene que estarle enormemente agradecido a Luc Besson, que, en su faceta de productor, parece centrar todos sus esfuerzos en la supervivencia de un cine de acci¨®n europeo tuneado al gusto de las multisalas. En Colombiana, el objetivo parece ser la fundaci¨®n de una nueva minifranquicia al modo de Taxi (1998-2007) y Transporter (2002-08), con ecos de esa celebraci¨®n del arquetipo de la hero¨ªna de acci¨®n que el propio Besson desarroll¨® en Nikita (1990). Todo suena a vieja f¨®rmula en esta pel¨ªcula dise?ada para proporcionar un placer epid¨¦rmico y condenada a ser olvidada -o confundida con otros t¨ªtulos del cat¨¢logo Besson- al abandonar la sala oscura: una figura protagonista al otro lado de la ley, unos villanos de mal tebeo, una inesperada presencia c¨®mplice en las zonas residuales de integridad del entorno policial y una historia delgad¨ªsima que avanza a golpe de set pieces de acci¨®n.

Zoe Salda?a invierte energ¨ªa en el tr¨¢mite y Jordi Moll¨¤ est¨¢ algo contenido en esta nueva entrega de su peri¨®dico encasillamiento como narco turbio, pero el director Olivier Megaton, que no hace demasiado honor a su falso apellido, solo logra que Colombiana alce el vuelo en sus notas m¨¢s exc¨¦ntricas: un episodio carcelario donde Zoe Salda?a ejerce de felina Musidora de nueva generaci¨®n y la escena ambientada sobre una piscina infestada de voraces tiburones.