El amor en todas sus formulaciones
Azotados severamente por esta extra?a calorina tardoveraniega, las cosas siguen aconteciendo en Madrid con la misma cadencia amodorrada de julio. Quiz¨¢s por ello los mexicanos de Man¨¢, cuatro chicos siempre tan emp¨¢ticos y enrollados, infligieron ayer media hora de retraso a los 15.000 seguidores que hab¨ªan agotado las entradas ya en agosto y resoplaban de impaciencia en el Palacio de los Deportes. El alivio lleg¨® a las 22.30, cuando pu?os y m¨®viles se elevaron para saludar los primeros acordes de Lluvia al coraz¨®n, el primer sencillo de Drama y luz. Hasta entonces, el entretenimiento hab¨ªa consistido en contemplar, a trav¨¦s de las pantallas gigantes, los escotes de algunas espectadoras despistadas o c¨®mo un se?or deglut¨ªa sus secreciones nasales. Dudoso, muy dudoso.
El grupo mexicano infligi¨® media hora de retraso a sus 15.000 espectadores
Menos mal que ven¨ªamos a hablar de m¨²sica, y a ese respecto el cuarteto de Guadalajara sigue disfrutando, un cuarto de siglo despu¨¦s, de una fidelidad a prueba de bonos basura, desplomes burs¨¢tiles y dem¨¢s calamidades contempor¨¢neas. Esta gira de su octavo ¨¢lbum por otras tantas ciudades espa?olas les est¨¢ refrendando, de largo, como la propuesta latina con mayor predicamento, muy por encima del que Ricky Martin o Juanes acreditaron al comienzo del est¨ªo. Y eso que la escenograf¨ªa, obra del vallisoletano Luis Pastor, conjuga espectaculares pantallas digitales con otros ingredientes mucho m¨¢s dudosos, como esa cortina transparente (y claustrof¨®bica) que a veces se interpone entre el p¨²blico y el escenario.
Man¨¢ siempre ha alimentado su cat¨¢logo con retratos del amor en sus diferentes formulaciones (la dolorosa, la fluctuante, la clandestina, la grupal, incluso la feliz). Y esta tem¨¢tica universal le sigue proporcionando, como vimos anoche, receptores variopintos, desde la pareja talluda al ni?er¨ªo alborotado, el repeinado al acecho y el chavalito a hombros del pap¨¢. A todos ellos les seduce ese rock ligero que a veces mira a la tierra natal (Coraz¨®n espinado, Mariposa traicionera) y muchas m¨¢s a los cl¨¢sicos anglosajones, desde The Police (Oye mi amor o Me vale, con un guitarrista invitado del p¨²blico) a U2. Aunque su pretensi¨®n de crear con Latinoam¨¦rica un reivindicativo Sunday bloody Sunday en castellano se queda en pasqu¨ªn pasado por la reprograf¨ªa.
El nuevo disco, en cambio, incluye algunas digresiones tem¨¢ticas, como Vuela libre Paloma (sobre la fallecida madre del cantante, Fher Olvera) o ese tramo de tremendismo medieval, con orquesta de c¨¢mara incluida, que integran El espejo y Sor Mar¨ªa. Las dos discurren en monasterios, las dos finalizan con sus personajes criando malvas y, sobre todo la primera, desprende una grandilocuencia algo repelente. Entre medias apareci¨®, ?caramba!, el violinista Ara Malikian para exhibirse a raz¨®n de medio millar de notas al minuto.
No faltaron los ingredientes de los grandes conciertos, desde el solo de bater¨ªa al escenario ac¨²stico en mitad de la pista, con Fher y el guitarrista Sergio Vall¨ªn recreando cl¨¢sicos mexicanos como los imborrables El rey y Se me olvid¨®. En las distancias cortas, incluso invitando a una espectadora a bailar, los cuatro de Jalisco recobran aquella empat¨ªa c¨¦lebre. Y 15.000 almas corean Vivir sin aire sin preocuparse por el maldito reloj.
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