Los amigos de la sociedad cerrada
Me contaba este verano un amigo, director de departamento universitario, las presiones que tuvo que soportar el pasado oto?o despu¨¦s de las elecciones auton¨®micas. Le telefonearon en diversas ocasiones el alcalde de su ciudad, un diputado de la Diputaci¨® y tambi¨¦n desde consejos comarcales diversos para ver si hab¨ªa plazas libres, tal era la cantidad de amigos, conocidos y parientes que se quedaban en la calle despu¨¦s de los comicios. Evidentemente, los sueldos que deb¨ªan cobrar los recomendados no correspond¨ªan a las categor¨ªas laborales de los profesores asociados. El director de departamento no cedi¨® a los deseos de sus se?or¨ªas pero, harto de comentarios, insinuaciones y advertencias, dimiti¨®. D¨¦j¨¤ vu, hasta ahora nada que se parezca a una noticia.
"As¨ª es como funcionan las cosas en nuestro gran sistema, todo el mundo le debe a todo el mundo"
Son las reglas de juego del ecosistema y de sus cadenas tr¨®ficas, hay desplazamientos y migraciones en busca de nuevos pastos. La particularidad del pa¨ªs es que, dada su escala, todos estos movimientos son perfectamente observables y descriptibles y casi, dada su repetici¨®n, predecibles. No hay extinci¨®n alguna. Del Parlament a la Diputaci¨®, de la Diputaci¨® a un consejo comarcal, de la consejer¨ªa a alg¨²n consejo de administraci¨®n de una caja o a una entidad colaboradora... Claro que son tiempos de vacas hambrientas y eso a?ade algo de emoci¨®n a la vida de todos, hasta a la de los jefes de departamento universitario, que ya es decir. Ha habido cierta reducci¨®n de cargos y canap¨¦s, y es dif¨ªcil ver avanzar a alguien sin que pise los juanetes del vecino.
Las reglas de los amigos de la sociedad cerrada se mantienen y se modulan. No faltan ejemplos, de la categor¨ªa a la an¨¦cdota. Categor¨ªas... Los cargos de las instituciones culturales del pa¨ªs contin¨²an sigilosamente en sus cargos mande quien mande. Se imponen tertulianos con la misma facilidad con que se aprietan las clavijas publicitarias. En unas jornadas de reflexi¨®n de la cultura se ven casi las mismas caras que anta?o, l¨¦ase anta?o por siempre. La fraternidad bien entendida, la hermandad, va de las cajas a los museos. An¨¦cdota: el alcalde Trias record¨® con pesar aquella cosificaci¨®n de la sociedad cerrada que fue el banquete de boda del Palau, pero no tard¨® en nombrar a su sobrino director de alguna cosa. Pues bien, el sobrino nos recomendaba este verano en un art¨ªculo, alarde de periodismo independiente, que leamos los libros de Ferran Mascarell. Menudo banquete.
El ex director de departamento me recomend¨® otro libro, La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl R. Popper, que sigue siendo a pesar de las cr¨ªticas (o gracias a ellas) un texto aconsejable, a fin de cuentas el nepotismo y el amiguismo no dejan de ser peque?os totalitarismos. Sin entrar en detalles del libro, la democracia liberal que defiende Popper se aguanta y se entiende con facilidad. Deber¨ªan entenderlo hasta los que en p¨²blico se jactan de dem¨®cratas y liberales pero telefonean al director de departamento para cantarle las excelencias de su amigo, conocido o saludado. A su vez, ya saben, es de bien nacidos ser agradecidos, los amigos de la sociedad cerrada observan siempre las estrictas reglas de la cortes¨ªa.
La situaci¨®n no deja de recordar una de las escenas finales de esa maravillosa pel¨ªcula de Billy Wilder que es Un, dos, tres. El comunista reconvertido en yerno del presidente de la Coca-Cola se queja de que en el mismo momento de convertirse en capitalista le cae encima la deuda de lo que ha costado la boda. "As¨ª es como funcionan las cosas en nuestro gran sistema, todo el mundo le debe a todo el mundo". Es una l¨¢stima que la realidad de por aqu¨ª supere a la comedia tan a menudo.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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