Scarlett y el pubis
?Le han robado las fotos de desnudos a Scarlett Johansson o se las ha hecho ella y su marketing robar expresamente? O en todo caso, ?en qu¨¦ cabeza cabe que en la ducha o en el tocador se haga ella a s¨ª misma fotos en cueros y las guarde despu¨¦s en un m¨®vil que se mueve por todas partes?
Pero, a lo mejor, podr¨ªa ser. Podr¨ªa aceptarse que padeciera esa man¨ªa. El narcisismo es mist¨¦rico. Pero, adem¨¢s, las actrices o los ronaldos tienden a sentirse iconos para s¨ª mismos y acostumbran a ser tan atrabiliarios como desorbitados.
Si hay algo, sin embargo, que hoy ocurre con los medios de comunicaci¨®n audiovisual es que han hecho pasar de lo privado a lo p¨²blico y del pudor a la exhibici¨®n con la proliferaci¨®n creciente de las webcams. Como consecuencia, ya no es tanto el desnudo del cuerpo de la actriz o el ¨ªdolo lo m¨¢s vistoso, sino el desnudo del medio interior, la arquitectura interior, donde se desnuda y yace.
La mirada del cuerpo a pelo vale menos que el fisgoneo promiscuo por los objetos de alrededor
La intimidad de una casa o de un dormitorio, la intimidad de un cuarto de ba?o o una cama deshecha puede ser una oferta sexual mucho mayor que un cuerpo sucinto, un cuerpo sin ropa y aislado del escenario natural donde se gesta.
O bien, el domicilio o la habitaci¨®n, los objetos, los muebles y los espejos que forman el entorno del desvestido neto poseen un plus de excitaci¨®n informativa. La gran atracci¨®n pues de las llamadas sexcams, en constante ascenso entre los usuarios de la Red, se apoya por tanto menos en la coqueta anatom¨ªa del personaje que en su figura m¨¢s la especial decoraci¨®n alrededor.
No se penetra el cuerpo sucinto, sino encuadrado. La mirada del cuerpo a pelo vale menos que el promiscuo fisgoneo por los objetos asociados de alrededor. Los cuerpos se parecen demasiado entre s¨ª, pliegue arriba, pliegue abajo, pero los hogares necesariamente son mucho menos iguales, est¨¢n plagados de sorpresas y, a la fuerza, poseen m¨¢s signos y frunces por desbrozar y juguetear con ellos.
De otra parte, el contacto sexual entre los cuerpos ha ido perdiendo cotizaci¨®n. A mayor facilidad de los encuentros er¨®ticos, menor valor de sus logros en las escalas de apreciaci¨®n social. El sexo siempre es muy divertido individualmente pero se halla cada vez menos retribuido.
La superaci¨®n del cuerpo enteco por la franquicia del h¨¢bitat entero, la expansi¨®n del morbo del desnudo hasta el morbo de la alcoba viene a ser hoy la materia prima presentada por las mejores sexcams.
La peque?a c¨¢mara ense?a un fondo complejo impregnado del primer plano del amo. Ense?a el trasfondo de su condici¨®n y cambia la pobre experiencia de observar una parcela de carne humana, sea el pubis o no, por la interesante visi¨®n del lugar donde esa carne duerme, se acicala, tose o acaso se suicida.
El sexo ¨®ptico adquiere as¨ª una penetraci¨®n en la intimidad no sobre el cuerpo sin m¨¢s, sino sobre el cuerpo con su guarnici¨®n y de la guarnici¨®n adherida como pieza de un cuerpo mayor, m¨¢s diferencial e interesante.
Sin ser iguales, todos somos muy parecidos desnudos, pero los hogares, sin ser iguales, son mucho m¨¢s desiguales que la desnudez. Ver a alguien en cueros resulta al cabo mucho menos que escudri?ar en los pormenores de su guarida.
La casa, la alcoba, la ducha expuesta al otro, procura un plus al eventual disfrute sexual del otro, mucho mayor que el que propicia el fotomat¨®n.
El tiempo que hoy somos capaces de prestar atenci¨®n a un cuadro, una noticia o una foto se ha reducido una quinta parte en unos 20 a?os, de modo que si existe goce efectivo es semejante al fogonazo de un flash. El simple cuerpo desnudo es al coche el¨¦ctrico como su silencio al deleite sin contaminaci¨®n.
Por el contrario, una alcoba, un cuarto de ba?o, un vestidor en donde el desnudo se expone cadenciosamente vuelve a ser la escena de una buena cetrer¨ªa para la que se requiere mayor habilidad, finura y educaci¨®n.
Scarlett Johansson o cualquiera otra de su mismo estatus no pueden ya conformarse con ofrecer al voyeur contempor¨¢neo el aburrido top-less de siempre o la insignificante morfolog¨ªa de su sexo, sino alg¨²n lote esc¨¦nico m¨¢s por donde se pasea, se adormece, piensa, se depila. Es decir, el repertorio casi completo de todo aquello que forma parte de la comunicaci¨®n, limpia o sucia, dulce o acre, en el multipolar universo del deseo y el sexo.
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