En ruinas
Los ajustes para recibir ayuda exterior dejan al pa¨ªs al borde del estallido social
"Tenemos dinero. Pondremos en marcha planes para reactivar la econom¨ªa". Muchos en Atenas recuerdan que el socialista Yorgos Papandreu gan¨® las elecciones con este discurso hace tan solo dos a?os. Desde entonces, en lugar del man¨¢ inversor que anunci¨® el primer ministro, los griegos han visto c¨®mo su nivel de vida se ha desplomado hasta extremos que nunca hab¨ªan podido imaginar. Son los mismos a los que ya no les extra?a que su Gobierno admita que sin ayuda exterior solo le quedar¨ªa dinero para pagar en octubre la n¨®mina de maestros y m¨¦dicos. O los que se han acostumbrado a o¨ªr, como se ha vuelto a decir esta semana, que la quiebra del Estado y la salida del euro es inminente. El augurio no se ha cumplido, pero la amenaza sigue ah¨ª. Nadie sabe qu¨¦ pasar¨¢ dentro de unos d¨ªas.
Las familias han sacado de los bancos 40.000 millones en un a?o
Los planes del FMI y el BCE se basaban en previsiones muy optimistas
"El invierno ser¨¢ duro. Las familias se pensar¨¢n encender la calefacci¨®n"
Los calculos hablan de una econom¨ªa sumergida del 40% del PIB
Hasta el 30% del electorado no votar¨ªa a ninguno de los partidos conocidos
Atenas. Viernes noche. El profesor y escritor Andreas Mitsou llama la atenci¨®n por su pelo blanco en un bar repleto de j¨®venes, que podr¨ªan ser intercambiables con los que llenan cualquier bar de cualquier gran ciudad europea. "Miro a estos chicos y pienso que lo ¨²nico que no voy a perdonar a los que nos han metido en este l¨ªo es la falta de esperanzas que nos dan. Puedo admitir que nos hayamos endeudado mucho y que tengamos que pagarlo, pero no que yo a los 20 a?os, en plena dictadura, tuviera una perspectiva de vida mucho mejor que la que tienen mis hijos ahora", asegura tras su cerveza Mythos.
"Grecia es el canario en la mina. Es obvio que si se intoxica nosotros seremos los primeros perjudicados, pero las consecuencias ser¨¢n muy duras para toda Europa", sostiene Yannis Stournaras. Este economista, que dirige el prestigioso think tank Instituto para la Investigaci¨®n Econ¨®mica e Industrial, y cuyo nombre son¨® como posible sustituto del vituperado anterior ministro de Finanzas, est¨¢ convencido de que la secuencia quiebra-salida del euro-corralito es autom¨¢tica. Y que de paso, se llevar¨ªa por delante todo el sistema financiero griego y gran parte del europeo. "La gente habla de una suspensi¨®n de pagos ordenada, pero nadie sabe qu¨¦ significa eso. Lo que vivi¨® Argentina hace una d¨¦cada es un juego de ni?os en comparaci¨®n con lo que puede pasar aqu¨ª. El orden social y econ¨®mico que conocemos se ir¨ªa por el desag¨¹e", resume. El temor al corralito ya ha llegado: las familias han sacado de los bancos 40.000 millones en un a?o.
Los griegos saben que se enfrentan a un dilema imposible de resolver: o aceptan unas medidas dur¨ªsimas que perjudican sobre todo a la cada vez m¨¢s reducida clase media o se tiran por el precipicio que supondr¨ªa decir basta y renunciar a devolver los 350.000 millones de euros (m¨¢s del 140% del PIB) que debe el Estado. El aislamiento que conllevar¨ªa la declaraci¨®n de quiebra podr¨ªa ser letal para un pa¨ªs con escaso tejido industrial, con una gran dependencia energ¨¦tica y que ni siquiera produce alimentos suficientes para autoabastecerse. Un pa¨ªs que b¨¢sicamente vive de los servicios. As¨ª que el canario se ve obligado a elegir entre inhalar el gas t¨®xico o probar la f¨®rmula de la inanici¨®n.
Algunos creen que el punto de no retorno del hartazgo social se toc¨® el pasado mes de junio, cuando el Gobierno tuvo que dar una nueva vuelta de tuerca: un brutal aumento de los impuestos, m¨¢s recortes sociales y del sector p¨²blico y un ambicioso plan de privatizaciones.
Hasta entonces, muchos ciudadanos eran conscientes de que el Estado hab¨ªa cometido excesos y necesitaba un ajuste. Cuando el Gobierno pidi¨® a la Comisi¨®n Europea y al Fondo Monetario Internacional el primer rescate en mayo de 2010, algunos optimistas pensaron que acababan de firmar un pacto: se sacrificar¨ªan durante un tiempo a cambio de salvar el pa¨ªs. Pero un a?o m¨¢s tarde ya se hizo evidente que los esfuerzos hab¨ªan sido bald¨ªos. Que la Grecia de 2011 estaba peor que la de 2010. Y que tocaba ajustarse a¨²n m¨¢s el cintur¨®n a cambio de un plan del que nadie est¨¢ seguro que vaya a funcionar.
Entre las protestas airadas de miles de personas y la fuerte represi¨®n policial, el Parlamento aprob¨® en junio las nuevas medidas. La ayuda que la Comisi¨®n y el FMI deb¨ªan conceder qued¨® desbloqueada, pero tres meses m¨¢s tarde el fantasma de la quiebra vuelve a revolotear sobre Atenas. ?Por qu¨¦? Primero, porque la coyuntura internacional -y por ende la griega- ha empeorado sustancialmente. Pero tambi¨¦n porque los enviados de la Comisi¨®n y del Fondo, hartos de ver c¨®mo el Gobierno arrastraba los pies cuando le tocaba poner en marcha las reformas a las que se hab¨ªa comprometido, abandonaron la capital hace dos semanas. La marcha de la troika -palabra que de ser un tecnicismo ha pasado a ser omnipresente para los griegos- puso de nuevo sobre la mesa la amenaza de la quiebra. Una vez m¨¢s.
Un rumor que circula por el mundillo pol¨ªtico-period¨ªstico de Atenas revela hasta qu¨¦ punto la econom¨ªa se ha convertido en una pesadilla para los gobernantes. Seg¨²n este malintencionado comentario, Papandreu se habr¨ªa vengado del hombre que os¨® retarle el liderazgo de su partido. Y lo hizo ofreci¨¦ndole el cargo que m¨¢s r¨¢pido pod¨ªa llevarle a la defunci¨®n pol¨ªtica: el de ministro de Finanzas. Este hombre, Evangelos Venizelos, se ha visto obligado a admitir esta semana que la recesi¨®n continuar¨¢ en 2012, en lo que ser¨¢ el cuarto a?o consecutivo de decrecimiento. Adem¨¢s, ha rebajado las previsiones. El PIB caer¨¢ este a?o m¨¢s del 5%.
Los m¨¢s convencidos de la necesidad de ajustes critican la par¨¢lisis reformista que han sufrido en los ¨²ltimos meses Papandreu y sus ministros, y conf¨ªan en que sea transitoria. En este grupo se encuadra Nikos Konstandaras, director adjunto del peri¨®dico europe¨ªsta Kathimerini. "El Gobierno dio la impresi¨®n err¨®nea justo en el momento equivocado. En lugar de jugar el papel de estar comprometido con las reformas, se qued¨® rezagado. Se mov¨ªa tan solo al comp¨¢s que dictaran los mercados. Pero hay que reconocer que antes hab¨ªa tomado decisiones valientes, como iniciar la reforma de la Seguridad Social o reducir los salarios del sector p¨²blico y el n¨²mero de funcionarios", asegura.
"2010 fue relativamente bien para las reformas, pero las cosas se torcieron este a?o. Las privatizaciones se han paralizado en parte por motivos organizativos y en parte porque al Gobierno le ha entrado miedo de vender participaciones cuando el mercado est¨¢ muy bajo. Pero se est¨¢n tomando medidas que empezar¨¢n a dar fruto en 2012", corrobora Stournaras.
Pero no todas las culpas hay que echarlas en el bando griego. Los dos expertos coinciden en que las previsiones sobre las que trazaron su plan la Comisi¨®n, el FMI y el Banco Central Europeo eran excesivamente optimistas. Hay menos demanda y por lo tanto menos ingresos.
Frente a los sectores m¨¢s reformistas se sit¨²an los que acusan al Gobierno de practicar una pol¨ªtica de expolio contra los que menos tienen. Una de ellas es Corina Vasilopoulo, periodista de Eleftherotipia, diario de izquierdas cr¨ªtico con el gubernamental Movimiento Socialista Panhel¨¦nico (Pasok). Es una mujer directa y no pierde el tiempo en formalismos. Cenando en una terraza, el periodista comenta la temperatura tan agradable que hace esa noche tras un d¨ªa de calor sofocante. "Mejor que haga buen tiempo, porque el invierno se presenta duro. Despu¨¦s del aumento de los impuestos sobre el gas y el petr¨®leo, muchas familias se lo van a pensar dos veces antes de encender la calefacci¨®n", dispara en un perfecto espa?ol.
"Muy poca gente cree en las recetas de la troika, porque no se ven los resultados por ninguna parte. Ni en las cifras macroecon¨®micas ni en la vida diaria. Estamos ante un paciente al que es evidente que le sienta mal una medicina. Y el m¨¦dico, en lugar de cambiar, insiste en el tratamiento. ?Hasta cu¨¢ndo? ?Hasta que muera?", se pregunta Vasilopoulo. "Es cierto que hay que reducir los desajustes presupuestarios. No estoy en contra de las reformas, pero una econom¨ªa como la griega no puede pasar de un d¨¦ficit superior al 15% en 2009 al 3% en solo cuatro a?os. No es posible", opina Sabas Rovolis, director del Instituto de Empleo, organismo vinculado al sindicato GSEE.
Seg¨²n un sondeo publicado hace dos semanas por el peri¨®dico To Vima -de centro izquierda y cercano al Pasok-, ocho de cada diez griegos no creen que el acuerdo impuesto por la troika garanticen la salida de la crisis. M¨¢s de la mitad desean elecciones anticipadas y el 41% cree que el pa¨ªs necesita un Gobierno de unidad nacional. El partido de centro-derecha Nueva Democracia, en el poder de 2004 a 2009, ganar¨ªa hoy los comicios, pero con una diferencia m¨ªnima.
Todas las encuestas arrojan un desplome del Pasok y la subida de los otros dos partidos de izquierdas. Lo que m¨¢s asusta al stablishment es que entre el 20% y el 30% del electorado no se decantar¨ªa por ninguna de las fuerzas pol¨ªticas conocidas.
El malestar se palpa en cualquier esquina, en cualquier conversaci¨®n. El recuento de da?os que cada ciudadano hace de su situaci¨®n econ¨®mica es incesante. Un profesor universitario asegura que la rebaja de sueldos le cuesta a ¨¦l y a su mujer un total de 1.200 euros al mes y que encima ahora tiene que pagar otros 1.000 por el impuesto sobre la vivienda; un periodista protesta porque despu¨¦s de cumplir con todas sus obligaciones fiscales, le llega un recibo record¨¢ndole que como "tasa de solidaridad" tiene que ceder un 3% de sus salario bruto anual; un empleado del ministerio hace c¨¢lculos sobre si le compensar¨ªa buscarse otro trabajo despu¨¦s de que su salario pase de 2.000 euros a 1.200. Todo el mundo tiene algo que contar.
"Mi mayor cr¨ªtica al Gobierno es que ha hecho cargar el ajuste sobre las espaldas de trabajadores y pensionistas", asegura Rovolis. Este veterano sindicalista se disculpa por tener poco tiempo para entrevistas: hace esperar al periodista porque tiene que atender a un funcionario que no sabe c¨®mo va a vivir con el sueldo y se tiene que ir antes de lo previsto para participar en un encierro en la universidad.
Los informativos ofrecen un goteo de s¨ªntomas de que las costuras que cohesionan a la sociedad est¨¢n cerca de reventar. Comercios que cierran en cada calle. Escolares sin libros de texto. Dos centenares de escuelas universitarias o de formaci¨®n profesional tomadas por los estudiantes. Uno de cada cuatro empleos del sector p¨²blico ha desaparecido. Un sindicato comunista se encarga de levantar las barreras de las autopistas para protestar por el aumento de los peajes. Las cafeter¨ªas y restaurantes, cada vez m¨¢s vac¨ªos porque el IVA ha pasado del 13 al 23%. Y, sobre todo, un distanciamiento cada vez mayor entre los que apoyan las reformas y los que no; entre los trabajadores del sector privado y del p¨²blico; entre los que tienen empleo y los que no...
Pero una parte de la poblaci¨®n ni se ha enterado de la crisis. Son los que no pagaban impuestos antes, y siguen sin pagarlos. Los que viven de la colosal econom¨ªa sumergida, que algunos consideran que representa el 40% del PIB. Y una clase social alta que sigue viviendo como lo hac¨ªa antes. Algunos de ellos hac¨ªan cola el pasado mi¨¦rcoles en los alrededores de la Acr¨®polis para entrar en el concierto de la famosa violinista Vanessa Mae. Las entradas, agotadas desde hac¨ªa d¨ªas, costaban hasta 180 euros.
A tan solo unos metros de distancia, en la escalinata que da a la Acr¨®polis, varias decenas de j¨®venes reparten folletos. Uno de ellos es Neofitos, inform¨¢tico de 31 a?os que se qued¨® en paro hace meses despu¨¦s de que su empresa cerrara, y que ahora gana unos 10 euros por dar publicidad en la calle. "Si la cosa no mejora, me tendr¨¦ que marchar a Alemania", asegura. ?l encarna a la perfecci¨®n la estad¨ªstica de desempleo juvenil -uno de cada tres entre los que tienen de 15 a 29 a?os- y la de aquellos que se plantean irse de Grecia para encontrar un futuro mejor.
Muchos de los que en Espa?a ser¨ªan mileuristas, aqu¨ª no llegan ni a los 500 euros. Estos j¨®venes con sueldos de miseria y jornadas de ejecutivos, as¨ª como los parados fueron el caldo de cultivo para el ¨¦xito de la convocatoria de los indignados o aganaktismenoi, que se concentraron durante varias semanas del verano en la plaza Sintagma.
Todos los consultados para este reportaje creen que el riesgo de explosi¨®n social es cada vez mayor. Y que la chispa puede prender en cualquier momento. "Si el Gobierno sigue adelante con las reformas que tiene que hacer, como eliminar decenas de miles de empleos en el sector p¨²blico o flexibilizar el mercado de trabajo, va a crear m¨¢s malestar social Lo que hemos visto hasta ahora era solo teatro: manifestaciones, alg¨²n c¨®ctel molotov.... Pero ahora viene lo serio. Tenemos la peor combinaci¨®n de elementos: gente pobre sin ninguna esperanza de dejar de serlo. Personas que adem¨¢s han perdido lo que ten¨ªan, que es peor que si nunca hubieran tenido nada", sintetiza Konstandaras.
Pero no todo es pesimismo. El economista Stournaras cree que si Grecia da los pasos necesarios, sin duda dolorosos, hay posibilidad de un futuro mejor. Y lanza algunas ideas para ello: "Si este pa¨ªs sigue en el euro tiene enormes posibilidades que no se han visto. Podr¨ªa vender terrenos para levantar fincas de turismo de lujo, o destinado a energ¨ªas renovables".
Por lo pronto, Grecia no tiene opci¨®n. En un desesperado intento de convencer a sus ciudadanos de la necesidad de los ajustes, el primer ministro asegur¨® p¨²blicamente que la suspensi¨®n de pagos acabar¨ªa con el sistema de salud, con las escuelas, con el 80% de las pensiones y con los sueldos de todos los funcionarios. "Por eso debemos evitar a cualquier precio que se derrumbe el pa¨ªs", dijo. El comisario europeo Ollie Rehn a?adi¨® esta semana que las consecuencias ser¨ªan desastrosas tambi¨¦n para la eurozona. El periodista de Kathimerini prefiere verlo de una forma m¨¢s personal: "Mi mujer y yo tenemos una buena formaci¨®n y hablamos idiomas. Podr¨ªamos irnos de este pa¨ªs ma?ana mismo. Pero no queremos. Puede sonar a clich¨¦, pero queremos ser parte de la nueva Grecia que puede salir de todo esto, de la Grecia en la que creemos".
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