Erotismo
Dentro de unos a?os, cuando este verano de 2011 se convierta en humo, la matanza de Oslo, las tiendas de campa?a de los indignados en la Puerta del Sol, la rebeli¨®n de las masas en los pa¨ªses ¨¢rabes, la convulsi¨®n de los mercados financieros, las revueltas de las bandas incendiarias del suburbio de Londres, esos sucesos quedar¨¢n flotando en el aire, pero dentro de ese humo permanecer¨¢ una imagen indeleble. Este ser¨¢, tal vez, aquel verano en que una multitud de j¨®venes cat¨®licos de todo el mundo se derram¨® por las calles de la capital de Espa?a como un inmenso plato de arroz con leche impulsado por un turbi¨®n de hormonas. De ese fen¨®meno religioso, tur¨ªstico, no exento de un erotismo morboso, quedar¨¢ en la memoria una estampa ins¨®lita en los papeles amarillos, la de una ceremonia papal y la misa de un cardenal celebrada en la plaza principal de Madrid con una diosa pagana en la espalda, tirada por dos leones como ¨²nico altar. La Cibeles era en la antig¨¹edad la divinidad de la naturaleza, llave de la muerte y de la resurrecci¨®n, a la cual estos j¨®venes que asistieron a la concentraci¨®n cat¨®lica habr¨ªan adorado hace dos mil a?os. La Cibeles est¨¢ acostumbrada a cualquier clase de irracionalidad que se produzca en Madrid. Durante la Guerra Civil tuvo que guarecerse de las bombas fascistas bajo una monta?a de sacos terreros; despu¨¦s, en tiempos de paz, hay que protegerla con una poderosa valla para que no la devore la pasi¨®n de los hinchas del Real Madrid, que la han elegido como icono de sus triunfos. En el incierto verano de 2011, esta diosa se ha visto de nuevo atacada por la locura de una multitud fren¨¦tica que esperaba del cielo una extra?a salvaci¨®n. Como en los grandes conciertos de rock funcionaron las mangueras cuya espuma se pegaba a las camisetas y marcaba los senos de las monjas y muchachas locas por Cristo. El cardenal Rouco esperaba que de esta concentraci¨®n salieran muchas parejas. La Iglesia acaba de descubrir el erotismo cat¨®lico, alentado con morbo al pie de la Cibeles por ese traficante espiritual llamado Kiko. "?Que suban al altar solo las chicas m¨¢s bonitas!", gritaba este bulero muy salido. El verano de 2011 ser¨¢ aquel en que la Cibeles tuvo que soportar otro bombardeo sin que la cubrieran con sacos terreros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.