Docentes en armas

Las protestas por los recortes presupuestarios en la educaci¨®n p¨²blica, que han suscitado un amplio seguimiento, est¨¢n marcando el inicio del curso escolar. Los primeros tijeretazos que se aplican en 30 a?os alarman a los docentes y padres de alumnos. Es evidente que el aumento de horas lectivas y la consiguiente reducci¨®n del n¨²mero de profesores interinos en 10 comunidades aut¨®nomas puede afectar a la calidad de la ense?anza. Afirmar lo contrario solo ser¨ªa posible si las consejer¨ªas de Educaci¨®n que han aplicado los recortes hubieran presentado un proyecto paralelo para aumentar la eficiencia del sistema. Que no lo hayan hecho, que no hayan sopesado recortes en partidas menos cruciales y solo apelen a la necesidad de reducir gastos, es un indicador demasiado expl¨ªcito sobre la importancia que esas comunidades -en manos del PP en su mayor¨ªa- otorgan a la educaci¨®n p¨²blica.

Lejos de ello, los pol¨ªticos se han lanzado a un cruce de sonrojantes declaraciones que han caldeado el ambiente. Entre ellas destacan de nuevo las de la presidenta de la Comunidad de Madrid y exministra de Educaci¨®n, Esperanza Aguirre, que explic¨® primero que los profesores solo trabajaban 20 horas a la semana, confundiendo las horas lectivas con las laborales, y ahora plantea analizar el fin de la gratuidad de la educaci¨®n no obligatoria, entre la que se encuentra la formaci¨®n profesional y el bachillerato. A estas declaraciones, siempre respaldadas por su partido, se ha sumado la portavoz parlamentaria, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, culpando de todos los males a la ley socialista, la LOGSE. De modo que es esperable que el PP, en la misma l¨ªnea argumental que le permite afirmar que un cambio de Gobierno resolver¨¢ la crisis econ¨®mica, conf¨ªe en una derogaci¨®n normativa para mejorar la educaci¨®n.

Claro que hab¨ªa sobradas razones para la inquietud sobre la calidad de la ense?anza p¨²blica. Pero los recortes llegan cuando se percib¨ªan los primeros s¨ªntomas de mejora en un sistema que sufre d¨¦ficits end¨¦micos. Ello no justifica, sin embargo, sobreactuaci¨®n alguna de los sindicatos, que deber¨ªan medir la proporcionalidad de sus protestas y evitar interferir en la campa?a electoral. Tal actitud solo da alas a pol¨ªticos como Aguirre, da?a su propio cr¨¦dito y hace un flaco favor al ya maltrecho sistema educativo.