De rodillas
Finalizaba ayer la m¨¢s viscosa y bronca legislatura de los ¨²ltimos tiempos, y yo, entre tremendos dolores morales de barriga patria, escuchaba en directo a los l¨ªderes de las dos oposiciones mientras transitaban por los agostados senderos de la palabrer¨ªa, pisoteando lo que ya podr¨ªamos llamar los cardos de nuestra esperanza. Menudo jard¨ªn, el nuestro. Y sobre todo, menudos jardineros, los del pasado reciente y los del futuro inminente.
Ahora la pregunta que debemos hacernos los espa?oles es: ?conseguir¨¢ la implantaci¨®n de una derecha pura y dura, al tim¨®n -por usar tambi¨¦n un t¨¦rmino retr¨®grado, a lo invasi¨®n de Perejil- de este pa¨ªs, tranquilizar a lo que hemos dado en llamar mercados? Perm¨ªtanme que lo dude. Ninguno de los responsables de esta crisis econ¨®mica, iniciada en 2008 (la debacle ¨¦tica empez¨® mucho antes), ha pagado por los desmanes cometidos. Al contrario, pel¨ªculas hemos visto, y hemos le¨ªdo libros y art¨ªculos, gracias a los cuales nos podemos dar por enterados de que los responsables han sido resarcidos por los Gobiernos. Al ser demasiado grandes para caer, cuanto m¨¢s engullen m¨¢s se les mantiene. Y m¨¢s sobornos reparten entre sus beneficiarios. Ninguno de los privilegiados han visto peligrar sus bonos, nadie ha pagado por las canalladas especulativas perpetradas con el ahorro privado y las hipotecas de la gente. No creo que semejante caterva se conforme ni siquiera con una derecha dispuesta a recortar todo lo recortable. Exigir¨¢ m¨¢s. ?Se acuerdan del gordo de El sentido de la vida, de los Monty Phyton? Pues algo as¨ª tenemos que sufrir: los depredadores padecen -le robo la definici¨®n a una amiga- de "egobesidad m¨®rbida".
La derecha solo pondr¨¢ m¨¢s polic¨ªa en las calles para reprimir las protestas y echar las culpas al anterior Gobierno. Pero no dejar¨¢ de arrodillarse, aunque sea en reclinatorio forrado de terciopelo.
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