Davis, s¨ªmbolo contra la pena capital
La ejecuci¨®n en Georgia del reo pone en tela de juicio el equilibrio racial de la justicia en las condenas a muerte - Troy muri¨® reivindicando su inocencia
Con la ejecuci¨®n de Troy Davis despu¨¦s de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidiera cerrarle todas las puertas legales no solo muri¨® un hombre que posiblemente era inocente del crimen del que se le acusaba; tambi¨¦n se inici¨® un descenso en la credibilidad de un m¨¦todo que a¨²n apoya un 64% de los norteamericanos.
Aunque la ca¨ªda del respaldo dado a la pena capital desde los a?os noventa tiene m¨¢s que ver con el descenso en las cifras de cr¨ªmenes que con el pensamiento dominante, basta con ver la reacci¨®n del p¨²blico durante un debate republicano celebrado a principios de mes en California para constatar su vigencia. Los asistentes aplaudieron las 234 condenas a muerte que ha firmado el gobernador de Tejas, Rick Perry. Seg¨²n ¨¦l mismo dijo, las aprob¨® sin que le temblara el pulso o perturbasen su sue?o.
Un tercio de los estadounidenses cree que Davis no cometi¨® el crimen
Un 64% de los norteamericanos apoya la pena de muerte
La pena capital est¨¢ en tela de juicio tras lo sucedido en Georgia en la noche del mi¨¦rcoles (la madrugada del jueves en Espa?a), cuando Troy Davis fue ejecutado legalmente a pesar de que nunca hubo pruebas determinantes en su contra y de que la gran mayor¨ªa de los testigos que en el momento del crimen volvieron su dedo acusador contra ¨¦l se retractaron luego de sus declaraciones.
Las reacciones contra la ejecuci¨®n de Davis antes de que esta se produjera no sirvieron para lograr la suspensi¨®n de la pena. No sirvi¨® de nada conocer que un antiguo director del FBI, William Sessions, defensor de la pena, sintiera la necesidad de plantear que quiz¨¢, en el caso de Davis, la sociedad se estaba equivocando.
Tampoco se escuch¨® a Jimmy Carter, expresidente de Estados Unidos, que emiti¨® un comunicado en el que dec¨ªa: "Si uno de nuestros ciudadanos puede ser ejecutado con tantas dudas en torno a su culpabilidad, entonces el sistema de pena de muerte en nuestro pa¨ªs es injusto y obsoleto". El exmandatario, que tambi¨¦n fue gobernador de Georgia, fue m¨¢s all¨¢: "Espero que esta tragedia nos empuje como naci¨®n hacia un rechazo total de la pena capital".
Las encuestas dicen que un tercio de los estadounidenses creen que se ha ejecutado a un inocente. A¨²n as¨ª, ese mismo n¨²mero de personas sigue apoyando la aplicaci¨®n de la pena de muerte.
La noche del mi¨¦rcoles fue fren¨¦tica. La vida de Davis pend¨ªa de un tribunal y hubo momentos de tensa espera. El Supremo de EE UU tard¨® casi cuatro horas en tomar la decisi¨®n de rechazar la ¨²ltima petici¨®n de clemencia, en gran medida porque no todos los jueces estaban presentes en la capital ya que el curso judicial no empieza hasta el primer lunes de octubre.
La ma?ana del jueves amaneci¨® como si nada hubiera pasado. Entregado el cad¨¢ver a la familia y callado el clamor internacional, las ¨²nicas voces que segu¨ªan activas eran las de las organizaciones de derechos humanos y contrarias a la pena de muerte.
Pero el debate contra la m¨¢xima pena no se dirime en la calle; no hay manifestaciones en contra, como podr¨ªa esperarse sobre un asunto parecido en Europa. No hay masivos movimientos de protesta. Lo que los detractores esperan que suceda es que, tras la muerte de Davis, se haga patente que el sistema falla, que es imposible evitar que mueran inocentes, que errores de tal tama?o no se pueden corregir y que hay que buscar alternativas a la pena capital. El propio Davis proclam¨® su inocencia hasta el final. Sereno -todo lo sereno que se puede estar cuando se est¨¢ amarrado a una camilla sabiendo que uno va a morir-, el preso de raza negra de 42 a?os gir¨® su cabeza hacia el hijo y el hermano de Mark McPhail, el polic¨ªa de paisano de raza blanca al que Davis asesin¨® en 1989, seg¨²n el veredicto de un juez y de un jurado en 1991. Davis dijo: "Yo no lo hice, yo no ten¨ªa un arma. Siento mucho su p¨¦rdida pero yo no mat¨¦ a su padre, hijo o hermano. Soy inocente".
Davis muri¨® 15 minutos despu¨¦s de que se le suministrara la inyecci¨®n letal. El condenado no ingiri¨® su ¨²ltima cena por deseo propio. Tampoco acept¨® tomar un calmante para enfrentarse a la muerte. S¨ª realiz¨® una ¨²ltima petici¨®n a sus familiares, amigos y abogados: "Seguid investigando, excavando, trabajando [hasta que se pruebe la inocencia]". Quiz¨¢ entonces, si se encuentran nuevas evidencias que prueben su inocencia, s¨ª haya un antes y un despu¨¦s en la pena de muerte en EE UU.
Hasta entonces, el sistema contin¨²a funcionado. El mi¨¦rcoles se ejecut¨® tambi¨¦n a un hombre en Tejas. El d¨ªa 28 ser¨¢ en Florida; el 18 de octubre en Ohio...
Datos del corredor de la muerte
- En enero de 2011 hab¨ªa 3.251 reclusos en el corredor de la muerte.
- California es el Estado con m¨¢s presos esperando a ser ejecutados (721), seguido de Florida (398) y Tejas (321).
- M¨¢s de 130 personas han visto c¨®mo se les conmutaba la pena tras obtener pruebas de su inocencia o evidencias que proporcionaban una duda razonable.
- Entre 1973 y 1999, la cifra de indultos era de 3,1 al a?o. Entre 2000 y 2007, la media subi¨® a 5 indultos anuales.
- Desde 2005 no se ejecuta a j¨®venes por orden del Tribunal Supremo. Desde 2002 tampoco se acaba con la vida de aquellas personas con discapacidades o enfermedades mentales.
- Desde 1976 se ha acabado con la vida de 12 mujeres. Con fecha de abril de 2010 resid¨ªan en los corredores de la muerte 62 mujeres -el 1,9% del total de la poblaci¨®n que espera morir a manos del Estado en EE UU.
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