Oto?o castellano
Posada Mingaseda, un caser¨®n del XIX en Navafr¨ªa (Segovia)
Un hotel que ofrece a sus hu¨¦spedes un ejemplar del Retrato de un artista adolescente, de James Joyce, en la mesilla de noche de sus habitaciones es que tiene su aquel... A poco que haya buen tiempo, el propietario los invita adem¨¢s a compartir mesa y piscolabis en la terracita lateral al port¨®n de entrada. Sencillo e intimista, este caser¨®n instalado desde el siglo XIX en el casco urbano de Navafr¨ªa goza de una milagrosa tranquilidad gracias al empe?o de la familia Lobo por gestionarlo como un aposento aparte de su negocio principal, el restaurante Lobiche, no muy lejos de la posada Mingaseda. La estaci¨®n fuerte aqu¨ª es el oto?o, cuando los montes permutan sus tonalidades y los primeros fr¨ªos invitan a descubrir los puertos que inspiraron al Arcipreste de Hita.
Posada Mingaseda
PUNTUACI?N: 5,5
Categor¨ªa oficial: posada real de Castilla y Le¨®n. Direcci¨®n: Campillo, 12. 40161 Navafr¨ªa (Segovia). Tel¨¦fono: 921 50 69 02. Fax: 921 50 69 06. Tel¨¦fono alternativo: 902 36 44 85. Internet: www.posadamingaseda.es. Instalaciones: jard¨ªn, sal¨®n de reuniones para 30 personas, tienda, comedor. Habitaciones: 14 dobles con calefacci¨®n, aire acondicionado, tel¨¦fono, TV sat¨¦lite, wifi gratis, minibar, secador de pelo. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, se admiten animales dom¨¦sticos. Precios: desde 96 euros, IVA y desayuno incluidos.
Sencillo encanto
Muros de piedra, balcones de forja y port¨®n de madera: as¨ª de buc¨®lico pinta el lugar. Sin esconder cierta obsolescencia en su mobiliario -que no significa mal conservado-, lo cierto es que todo aqu¨ª guarda su primigenio y sencillo encanto. Podr¨ªamos pensar que ya no se llevan las casitas de mu?ecas con las paredes tintadas de burdeos, el mampuesto a la vista, las puertas de cuarterones, los medios portones, los suelos de gres, las escriban¨ªas anta?onas, en fin... Pero para qu¨¦ cambiar nada si lo esencial es la personalidad que transmiten al hu¨¦sped sus due?os y las ganas manifiestas de seguir con una idea de negocio rural.
Despu¨¦s de las presentaciones, sin ning¨²n tr¨¢mite registral, los dormitorios. Cada uno de un ambiente y un color. El Carrizal, Pe?alara, El Duque, Los Cerrillos, Los Pinos, El Navar, El Cega, El Martinete, El Bosque, La Bardera, El Retamar, El Nevero, Cerro Picarde?a, Las Lagunillas. Dif¨ªcil escoger uno, aunque el m¨¢s sobrio y luminoso es este ¨²ltimo, que une de alg¨²n modo el rigor de la sierra y la austeridad del yermo castellano. Esto se hace notar mucho en el cuarto de ba?o, cuyas toallas con encajes de abuela confeccionados artesanalmente en Toledo (y a la venta en recepci¨®n por 26 euros el juego) suponen una lija para la piel de lo gastadas que est¨¢n. En el mismo ba?o, bajo la encimera de los lavabos, resuena el motor del minibar, un sitio verdaderamente insospechado para esconder un artefacto as¨ª.
Abajo se encuentran los salones, muy lindos seg¨²n la a?eja definici¨®n del encanto. Y el comedor, decorado con lamparitas de jaula, sillas con lazos, potros de alfarer¨ªa, sillones llenos de cojines, un banasto de gavillas, manzanas sobre el alf¨¦izar... pero clausurado en cuanto desciende la ocupaci¨®n de sus mesas. No importa: el cercano Lobiche asegura buen vino y mejores carnes a la brasa.
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