Los palestinos reciben con orgullo pero sin j¨²bilo la propuesta de Abbas
Un hombre muere por disparos de soldados israel¨ªes en la regi¨®n de Nablus
No fue la jornada de violencia que Israel tem¨ªa. Tampoco se registr¨® una gran explosi¨®n de j¨²bilo entre los palestinos, aunque en Ramala miles de personas vitorearan a Mahmud Abbas. Fue un viernes no muy distinto a los dem¨¢s. Incluso la muerte de un ciudadano palestino por disparos de soldados israel¨ªes pudo encuadrarse dentro de lo habitual. Lo distinto, en todo caso, fue un difuso sentimiento de orgullo entre una poblaci¨®n que lleva 44 a?os bajo la ocupaci¨®n israel¨ª y ayer tuvo la sensaci¨®n de que, gracias a la atenci¨®n del mundo, se abr¨ªa un peque?o resquicio de esperanza.
Israel despleg¨® sus fuerzas de forma abrumadora en los territorios palestinos, muy especialmente en Jerusal¨¦n oriental. Fueron movilizados 22.000 soldados y polic¨ªas. La Ciudad Vieja de Jerusal¨¦n y sobre todo la explanada de las mezquitas fueron cerradas a los palestinos varones menores de 50 a?os (con excepci¨®n de los residentes) y se establecieron controles en casi cada esquina. Los colonos israel¨ªes advirtieron de que usar¨ªan armas de fuego en cuanto se aproximara a sus asentamientos un grupo de palestinos, fuera numeroso o reducido.
Israel despleg¨® sus fuerzas en Jerusal¨¦n de forma abrumadora
En la concentraci¨®n de Ramala hubo un cierto tufo oficialista
El Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu se hab¨ªa preparado con todos los medios a su alcance, muchos, para hacer frente a disturbios, levantamientos populares y agresiones contra sus colonos. En parte porque exist¨ªa la posibilidad de serios brotes de violencia, en parte porque el discurso pol¨ªtico de la coalici¨®n de Netanyahu necesita insistir en que los palestinos constituyen una amenaza permanente a la seguridad de Israel. La Autoridad Palestina tom¨® sus propias medidas y mantuvo bajo control los posibles excesos de entusiasmo, que no se produjeron porque a nadie se le escapaba que lo de ayer era solo un paso. Muy digno, pero solo un paso.
El palestino muerto, identificado como Issam Kamal Odeh, de 35 a?os, participaba en una manifestaci¨®n de unas 300 personas en Qusra, al norte de los territorios, en la regi¨®n de Nablus. Cumpliendo con las amenazas formuladas previamente, los colonos israel¨ªes de la zona organizaron una contramanifestaci¨®n para reivindicar su propiedad sobre el territorio. Los dos grupos se enfrentaron a pedradas. Varias patrullas militares se desplazaron al lugar para controlar "los violentos disturbios" y utilizaron "diversos medios para dispersar a los manifestantes", entre ellos armas de fuego, seg¨²n un comunicado del Ej¨¦rcito de Israel. Tres palestinos sufrieron heridas de bala y uno de ellos muri¨®. No hubo heridos entre los colonos.
Tambi¨¦n se registraron incidentes en el paso fronterizo de Kalandia, que separa Jerusal¨¦n de Ramala, aunque muy menores en comparaci¨®n con viernes anteriores, y en algunos puntos de Jerusal¨¦n oriental.
Las autoridades palestinas quer¨ªan mostrar im¨¢genes de alegr¨ªa y apoyo a su presidente, no de violencia o de multitudes fuera de control. La plaza Arafat de Ramala se llen¨® desde media tarde para escuchar el discurso de Abbas en la ONU gracias a una pantalla gigante de televisi¨®n, y se hizo lo necesario para conseguir un ambiente de fiesta popular: m¨²sica, banderas, ni?os. Como en casi todo lo que ocurre en Ramala, sede administrativa de la Autoridad Palestina y de la OLP, hubo un cierto tufo oficialista en la concentraci¨®n popular. Incluso la exhibici¨®n de fotos de Mahmud Abbas al t¨¦rmino del discurso pareci¨® no del todo espont¨¢nea.
Sin embargo, fue innegable que la gente se sent¨ªa orgullosa de su presidente, un hombre sin gran carisma y sin legitimidad democr¨¢tica. Fue el gran d¨ªa de Abbas y los suyos se lo reconocieron, en Ramala, en Hebr¨®n, en Nabl¨²s, en Bel¨¦n, e incluso, pese a los esfuerzos de Ham¨¢s por distanciarse del asunto para no tener que reconocer ni siquiera de forma impl¨ªcita el derecho de Israel a existir, en Gaza.
Ham¨¢s, que se opone a las negociaciones, a la petici¨®n a la ONU y a la existencia de Israel, no convoc¨® su propio "viernes de la ira". Lo hizo, sin embargo, en Cisjordania, donde su influencia es reducida y donde la polic¨ªa, controlada por sus rivales de la OLP, acogota a los islamistas en cuanto salen de casa. En su feudo de Gaza, Ham¨¢s solo permiti¨® manifestarse a mujeres y ni?os, para no arriesgarse a que las protestas se volvieran en su contra.
Las diferencias entre Abbas e Ismail Haniya, el primer ministro de Gaza, respecto a un asunto tan crucial como la petici¨®n de reconocimiento ante la ONU, demostraron que la viabilidad de un Estado palestino a¨²n resulta muy problem¨¢tica en t¨¦rminos pr¨¢cticos: Cisjordania y Gaza siguen divididas geogr¨¢fica y pol¨ªticamente.
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