Palestina, en busca del despegue
El crecimiento econ¨®mico de Cisjordania y la alta formaci¨®n de estudiantes chocan con las trabas de Israel y la dependencia de la ayuda internacional
Como cada ma?ana Faris Odeh se despierta a las cuatro y media de la madrugada para desayunar, vestirse y dirigirse al check-point de Al Yib, desde el que accede al asentamiento de Givat Ze'ev, en la periferia de Jerusal¨¦n. Como ¨¦l, miles de trabajadores de la construcci¨®n cruzan todos los d¨ªas la L¨ªnea Verde para trabajar en Israel. En el paso fronterizo se agolpan, empuj¨¢ndose los unos a los otros dentro de los tornos del control. "Estamos subordinados al humor del soldado de turno", comenta este palestino de 35 a?os, nacido en el pueblo de Bir Nabala.
Aunque el n¨²mero de controles militares israel¨ªes en Cisjordania ha disminuido en los ¨²ltimos a?os, los pasos fronterizos siguen siendo una pesadilla diaria para muchos palestinos. "Hay d¨ªas que los cierran y no podemos pasar", contin¨²a Odeh. Muchas veces se ha tenido que volver a su casa y siempre sin explicaci¨®n alguna por parte del Magav, la Guardia Fronteriza israel¨ª. Aun as¨ª, est¨¢ contento porque tiene trabajo.
M¨¢s del 50% de los ingresos de la ANP procede de donantes internacionales
Las estad¨ªsticas muestran que el crecimiento econ¨®mico de Cisjordania ha mantenido una media del 7% durante los ¨²ltimos cinco a?os. Desde 2005, ciudades cisjordanas como Ramala, capital administrativa de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), han experimentado un aut¨¦ntico boom inmobiliario. Jammal Nimer, un empresario de ¨¦xito que empez¨® vendiendo cer¨¢micas en un peque?a tienda, es hoy el due?o de uno de los hoteles m¨¢s flamantes de la nueva Ramala, el Caesar Palace. "Aqu¨ª en Ramala nos va muy bien, pero tenemos que invertir tambi¨¦n en Jerusal¨¦n Oriental, esa debe ser nuestra capital", a?ade. Pero ese objetivo no resulta f¨¢cil. El Ayuntamiento de Jerusal¨¦n pone trabas a la inversi¨®n de capital palestino en el este de la ciudad, que no dispone de cines ni teatros y cuenta con pocos bares.
Al contrario que en Ramala, donde decenas de cafeter¨ªas y restaurantes han visto la luz en los ¨²ltimos a?os. Es el caso del Orjwan, uno de los preferidos de los clientes m¨¢s cool de la ciudad. Su gerente, Katia Sakakini, de solo 26 a?os, muestra con orgullo su local y pone a su propia familia como ejemplo. "Mis hermanos y yo pedimos un cr¨¦dito y decidimos lanzarnos a la piscina", explica altiva esta joven decidida. "Animo a todos los palestinos que viven en la di¨¢spora a que inviertan y creen empleo". Un reto que se ha marcado el primer ministro, Salam Fayad, desde que comenzara su d¨¦cimotercer plan gubernamental: reducir la tasa del 15% de desempleo en Cisjordania. En Gaza es hoy del 25% aunque en 2010 superaba el 40%, seg¨²n datos de la Oficina Nacional de Estad¨ªstica palestina.
"La mayor¨ªa de los j¨®venes palestinos somos afortunados, tenemos acceso a la educaci¨®n", explica la estudiante Heba Said en referencia a la elevada tasa de escolarizaci¨®n de Cisjordania, el 72% (en Gaza, del 60%), de acuerdo a los datos de Naciones Unidas. "El nivel de formaci¨®n de nuestros estudiantes es muy alto, por eso nuestro reto es que el sector privado se desarrolle en similar medida y les permita su inserci¨®n profesional", apunta Muna Tamimi, una responsable de la Universidad de Bir Zeit.
Sin embargo, los palestinos a¨²n tienen deberes por hacer. Su econom¨ªa es demasiado dependiente del dinero extranjero (m¨¢s de la mitad de lo que ingresa la ANP procede de los donantes internacionales) y si hay retrasos o los israel¨ªes bloquean la transferencia de los impuestos palestinos miles de funcionarios se quedan sin cobrar, como ha pasado una vez este a?o.
La prosperidad no ha llegado por igual al conjunto de Cisjordania. Las ciudades aut¨®nomas, o sea, las calificadas como ¨¢reas A, seg¨²n la divisi¨®n territorial que plantearon los Acuerdos de Oslo, han experimentado un crecimiento sostenido, pero en las B (donde el control administrativo lo ejerce la ANP pero la seguridad es responsabilidad del ej¨¦rcito israel¨ª) y sobre todo en las C (controladas ¨ªntegramente por Israel) que conforman m¨¢s del 60% de Cisjordania, la riqueza se ha quedado por el camino.
"Durante los ¨²ltimos 20 a?os la Cisjordania rural se ha quedado aislada pol¨ªtica y administrativamente y tambi¨¦n con un subdesarrollo econ¨®mico", denuncia Mustafa Barguthi, creador de Al Mubadara, la Iniciativa Nacional Palestina. Este intelectual denuncia la impunidad legal que hay en las ¨¢reas C, un quebradero de cabeza diario para fiscales como Salem Yarrar, fiscal jefe contra el crimen econ¨®mico y financiero de la ANP. "Si tenemos que entrar en un ¨¢rea C para detener a un sospechoso necesitamos previamente un permiso israel¨ª y a menudo, cuando nos llega, el detenido ya ha huido", explica. Por eso, algunos pueblos de la Cisjordania profunda se han convertido en santuarios para los ladrones de coches y otros criminales, ante la desidia de la polic¨ªa israel¨ª.
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