Reclamar cuando nadie escucha
La crisis dispara el n¨²mero de denuncias contra las entidades financieras
Un muro. Un coche a gran velocidad. Una noche oscura. Un estr¨¦pito. Estas son las im¨¢genes y los sonidos que nos vienen a la mente cuando pensamos en litigar contra una entidad financiera. Ya sea un banco, una caja de ahorros o una agencia de calificaci¨®n de riesgos, esa sensaci¨®n de tener el partido perdido antes de empezar a disputarlo convive dentro de uno. Pero a pesar de ello, las quejas siguen creciendo y continuamos protestando. El Banco de Espa?a recibi¨® 14.760 reclamaciones en 2010, un 8,2% m¨¢s que el a?o anterior. El guarismo m¨¢s alto de la ¨²ltima d¨¦cada.
La actividad financiera genera problemas en lo micro (cl¨¢usulas suelo de las hipotecas) y en lo macro (notas de las agencias de rating). No es una cuesti¨®n de tama?o. Las quejas sobre cobertura de riesgos de tipos de inter¨¦s aumentaron un 340% el pasado ejercicio en comparaci¨®n a 2009. De 669 a 2.946. Este porcentaje se debe sobre todo a las incidencias procedentes de hipotecas. "La crisis est¨¢ tensando la relaci¨®n entre los particulares y las compa?¨ªas, por un lado, y el sistema financiero por otro", afirma el director de un banco privado suizo.
Los procesos suelen ser lentos, farragosos y, sobre todo, caros
Esta tensi¨®n se percibe, incluso, en la orilla de los grandes bancos. Citibank afirma no haber observado una mayor litigiosidad contra ellos por parte de asociaciones de consumidores o clientes particulares (con la excepci¨®n de los pleitos que se produjeron en su d¨ªa debido a las notas estructuradas emitidas por Lehman Brothers), pero "s¨ª somos conscientes", reflexionan, "de que ha aumentado en otras instituciones por la venta de derivados".
Otro gran banco, en este caso del Ibex, admite que "en toda ¨¦poca de crisis econ¨®mica la litigiosidad aumenta", y no solo hablamos de la que procede de particulares o asociaciones de consumidores, sino tambi¨¦n de peque?as y medianas empresas que "est¨¢n pasando por dificultades para asumir sus compromisos de pago".
Sin embargo, "denunciar", o cualquier otro verbo an¨¢logo en infinitivo: "reclamar", "litigar", "protestar" no garantiza el resarcimiento (generalmente econ¨®mico) que busca el denunciante. De los 2.319 informes favorables al reclamante que emiti¨® en 2010 el Banco de Espa?a, solo en 466 ocasiones las entidades rectificaron. O sea, en un reducido 20% bancos y cajas de ahorros dijeron "s¨ª". No hay que olvidar que estos informes que emite la autoridad monetaria no son vinculantes, pues al final son los propios bancos y cajas quienes deciden. Si el cliente no est¨¢ de acuerdo, entonces deber¨¢ ir a los tribunales.
Sin duda reclamar es un ejercicio que da v¨¦rtigo. Hay que hacer frente -enumera el responsable de altos patrimonios de un banco espa?ol- al coste de la demanda, que por t¨¦rmino medio oscila, en casos de cierta complejidad, entre 12.000 y 50.000 euros, y adem¨¢s con la incertidumbre de si se lograr¨¢, o no, la compensaci¨®n. Por el contrario, para la entidad financiera solo supone un gasto marginal ya que son sus servicios jur¨ªdicos quienes se ocupan de responder a los litigios. Y, por si fuera poco, el tiempo juega en contra del cliente.
Un proceso judicial se dilata entre seis y ocho a?os, para las reclamaciones importantes, y rara vez se resuelven en las primeras instancias (queja directa al banco y luego al defensor del cliente), por lo que se termina en los tribunales. Y dentro de ellos prosiguen los problemas. Al ser temas muy t¨¦cnicos, existen pocos abogados que se manejen con soltura. Adem¨¢s, la gran complejidad de muchos productos financieros hace necesario dominar diversos ¨¢mbitos jur¨ªdicos y las leyes de distintos pa¨ªses. Esto encarece y dificulta la demanda.
Como consecuencia pervive un sentimiento de indefensi¨®n en estos procesos. "Es un esc¨¢ndalo, y adem¨¢s muy frustrante, que los juzgados espa?oles no sean receptivos a esta clase de demandas que enfrentan a clientes y entidades, lo que demuestra el anquilosamiento de nuestra justicia comparada con otras jurisdicciones en las que estas denuncias se ven normalmente satisfechas y, adem¨¢s, r¨¢pidamente", incide el socio de un despacho internacional que trabaja para grandes bancos.
Desde Garrigues, que tiene en cartera a varias entidades, valoran el, a su juicio, mayor compromiso de cajas y bancos. "Cada vez est¨¢n m¨¢s presionados para hacer las cosas mejor ante una legislaci¨®n que aumenta la protecci¨®n del cliente", comenta un responsable del despacho. "La sensaci¨®n que tienen los bancos es que hay que ser m¨¢s cuidadosos", a?ade.
Poco extra?a este mensaje autocr¨ªtico despu¨¦s de los desaguisados que han provocado algunos actores del sistema financiero, a los que ahora se les pide explicaciones. La Agencia Federal de Finanzas de Estados Unidos (FHA, en sus siglas en ingl¨¦s) presentar¨¢ una demanda contra una decena de entidades por su actuaci¨®n a la hora de calificar t¨ªtulos hipotecarios en la crisis inmobiliaria. Al tiempo, las agencias de rating siguen sentadas en el banquillo de los acusados.
Steven J. Toll est¨¢ considerado uno de los grandes abogados de Estados Unidos especializados en fraude. Desde hace tres a?os ha puesto a las firmas de rating en el punto de mira a trav¨¦s de su bufete Cohen Milstein Sellers & Toll. Pero las cosas no han ido bien. "Ha sido dif¨ªcil, por no decir imposible, ganar las reclamaciones contra las agencias de calificaci¨®n ya que los tribunales han aceptado sus argumentos de defensa. Sostienen que han hecho uso de la libertad de expresi¨®n, algo que recoge la Primera Enmienda de la Constituci¨®n de Estados Unidos y, por lo tanto, no pueden ser responsables por utilizar un derecho". Adem¨¢s, afirman que ellos "solamente expresan opiniones y no hechos contrastados", relata Steven J. Toll desde Washington.
Estos son los argumentos de la defensa, en los de la acusaci¨®n se mezcla la impotencia y la indignaci¨®n. "Hay evidencias, tanto documentales como en forma de testimonios, que demuestran que las agencias han estado envueltas de manera activa en los enga?os financieros que condujeron a la crisis de cr¨¦dito de 2008. Y que no hayan sido financieramente responsables por los da?os causados es una terrible injusticia", se lamenta Toll. O como precisaba a Reuters Joel Laitman, otro miembro del bufete: "Es la gran injusticia financiera de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas".
La lucha contra este sentimiento es lo que subyace tras la querella presentada en febrero pasado contra las agencias de rating por IU, ICV, ERC y la plataforma ciudadana ATTAC. Rechazada a primeros de este mes por la Audiencia Nacional, y recurrido dicho archivo, supone pedir a las agencias responsabilidades por posible alteraci¨®n artificial de los precios a partir de la difusi¨®n de informaci¨®n enga?osa. "Las calificadoras representan a los especuladores", expresa Enrique Santiago, abogado, miembro de la direcci¨®n de IU y uno de los responsables de la denuncia. "Las agencias sirven a los intereses de los inversores que las contratan. Deber¨ªan ser p¨²blicas y estar controladas por alg¨²n organismo de las Naciones Unidas", aconseja Carlos Mart¨ªnez, integrante de ATTAC Espa?a.
?Qu¨¦ tienen que decir las agencias ante esta marejada de cr¨ªticas? S&P ofrece una as¨¦ptica nota por correo electr¨®nico: "Continuamos trabajando firmemente para cumplir con nuestro papel en el mercado, aportando opiniones independientes, transparentes y comparables sobre el riesgo de cr¨¦dito en todo el mundo. Opiniones basadas en nuestros criterios y metodolog¨ªas, que son p¨²blicos, y elaborando informes rigurosos por parte de nuestros equipos globales de an¨¢lisis". -
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