Barcelona y los toros: fin de la historia
En estos ¨²ltimos a?os se ha escrito mucho sobre la supuesta afici¨®n de los barceloneses a la tauromaquia, repitiendo aquello de la metr¨®poli m¨¢s torera del orbe; la ¨²nica que ha tenido tres plazas funcionando a la vez. A¨²n sin ser del todo cierto, la verdad es que tanto Barcelona como el resto de Catalu?a han vivido varios momentos de fiebre por el toreo a lo largo de su historia. De hecho, el primer festejo con toros documentado en la ciudad se remonta al lejano a?o de 1387 -durante el reinado del rey Joan I-, cuando se alancearon tres morlacos con motivo de unos festejos.
Durante los siglos XVI y XVII, los juegos de toros se van desarrollando. En el a?o de 1601 consta que se improvis¨® un coso en la actual plaza Palau, para celebrar el nacimiento de la primera hija del rey Felipe III, y que en ¨¦l se mataron varios toros. No obstante, no ser¨¢ hasta el siglo XVIII -quiz¨¢s como reacci¨®n a las prohibiciones por parte de la nueva dinast¨ªa borb¨®nica- cuando comenzar¨¢ la afici¨®n taurina barcelonesa. Durante el gobierno de Carlos III, mientras se construyen las primeras plazas permanentes, en Barcelona solo existen cosos provisionales y de ocasi¨®n. Pero poco despu¨¦s, tras la marcha del Ej¨¦rcito napole¨®nico -que tambi¨¦n las hab¨ªa prohibido-, se organizan las primeras corridas estables en el patio del cuartel de las Drassanes, al final de la Rambla.
El Tor¨ªn, Las Arenas y la Monumental fueron los tres cosos de la ciudad
Barcelona se convirti¨® durante d¨¦cadas en referente mundial del toreo
Ayer se puso fin a 300 a?os de corridas en la capital catalana
La manifestaci¨®n antitaurina m¨¢s multitudinaria ocurri¨® en 2007
El toreo bien pronto topa con la oposici¨®n de los liberales. Entre ellos est¨¢ el padre de la Renaixen?a, Bonaventura Carles Aribau, que propon¨ªa prohibir las corridas y restaurar en su lugar los deportes gimn¨¢sticos de los antiguos griegos (las modernas Olimpiadas). En la primera mitad del siglo XIX Barcelona vive de lleno la Revoluci¨®n Industrial. Barrios como la Barceloneta se llenan de obreros que viven en condiciones infrahumanas, y cuya ¨²nica v¨ªa de escape es el alcohol y los toros. Por ese motivo, en 1834 se inaugura all¨ª la primera plaza que tuvo la ciudad, bautizada como El Tor¨ªn.
Estamos en plena guerra carlista. En 1835 llega la noticia de una matanza de liberales realizada por los carlistas. Es domingo -tarde de toros-, y en las gradas no se habla de otra cosa. Ante la mansedumbre de los astados, se produce un tumultuoso mot¨ªn entre los espectadores, que termina con la quema de los conventos y el incendio de la f¨¢brica Bonaplata, en el primer caso de ludismo conocido en nuestro pa¨ªs. Env¨ªan al mariscal Pedro Nolasco Basa a sofocar la insurrecci¨®n, pero termina linchado y su cad¨¢ver es arrastrado por las calles. A ra¨ªz de este suceso, durante 15 a?os no habr¨¢ toros en Barcelona. Aunque poco despu¨¦s de ser reabierta, en 1855 torea en el Tor¨ªn Pedro Aixel¨¤, Peroy, el primer torero catal¨¢n conocido. Tambi¨¦n ser¨¢ en este lugar donde tocar¨¢ por primera vez en la historia una banda de m¨²sica para acompa?ar la faena de un torero. En esa misma ¨¦poca se abre la plaza de Olot, que actualmente es la m¨¢s antigua a¨²n en pie; a la que acompa?ar¨¢n los cosos de Tortosa y Tarragona.
A finales del siglo XIX se produce otro estallido de afici¨®n taurina. Se inauguran las plazas de Figueras, Matar¨®, Caldes de Montbui y Girona. En Barcelona se abre la primera Escuela Taurina, coincidiendo con el inicio de la guerra de Cuba. Y la burgues¨ªa decide abrir coso en el moderno Ensanche. Naciendo as¨ª -en 1900- la plaza de Las Arenas, convertida actualmente en un centro comercial. Aquella era una ¨¦poca de flujos migratorios del sur, y los vecinos barrios de Sants y Hostafrancs rebosaban de emigrantes necesitados de diversi¨®n. Ante la avalancha de aficionados, en 1914 abr¨ªa la plaza de La Monumental, situada al otro extremo de la Gran V¨ªa. Conocida inicialmente como El Sport, fue rebautizada en 1916 con su nombre actual. A diferencia de Las Arenas -bien pronto utilizada para charlotadas, combates de boxeo y lucha libre-, La Monumental fue durante varias d¨¦cadas un referente mundial para el toreo, junto a Las Ventas de Madrid y La Maestranza de Sevilla. A partir de 1927, ambas pasar¨ªan a manos del empresario Pedro Bala?¨¢, convertido de esta manera en el indiscutido patriarca taurino de la ciudad. Mientras tanto, el Tor¨ªn, tras lustros de decadencia y abandono, hab¨ªa cerrado en 1923.
Con el estallido de la Guerra Civil, las dos plazas barcelonesas se convierten en improvisados escenarios para m¨ªtines pol¨ªticos. Las Arenas se usar¨¢ como cuartel de las milicias antifascistas, y despu¨¦s como almac¨¦n de veh¨ªculos de desguace. Mientras tanto, en La Monumental se organizar¨¢n diversas corridas a favor de los combatientes republicanos, en las que torear¨¢n nombres tan famosos como Pedrucho o El Ni?o de la Estrella. Terminado el conflicto, el 30 de agosto de 1939 las autoridades franquistas volv¨ªan a inaugurar la temporada taurina. Durante la posguerra la afici¨®n por los toros vuelve a crecer. En los a?os cincuenta se derriba el antiguo Tor¨ªn y la Escuela Taurina de Barcelona da nombres como Mario Cabr¨¦ o Joaqu¨ªn Bernard¨®. Aparecen tertulias taurinas como las de la pe?a Los de Gallito y Belmonte, de la calle de Xucl¨¤, o la pe?a Bernard¨® del bar Borrell, en el Paralelo. A escasos pasos de all¨ª, el fot¨®grafo Oriol Maspons captaba a los aprendices de torero, hijos del desarraigo y la marginaci¨®n proletaria, dando capotazos en las empinadas calles del Poble Sec.
Con la llegada de la Sexta Flota norteamericana y el posterior turismo del norte de Europa, las corridas se convirtieron en un espect¨¢culo ex¨®tico para turistas. En 1956 abr¨ªa la plaza de Sant Feliu de Guixols, y en 1962 la de Lloret; ambas en la Costa Brava. Sin embargo, la afici¨®n aut¨®ctona fue decayendo, hasta que en 1989 Tossa de Mar promovi¨® la primera iniciativa antitaurina de un municipio catal¨¢n; siendo Barcelona la primera ciudad en declararse municipio antitaurino en 2004. El 17 de junio de 2007 ten¨ªa lugar en Barcelona la manifestaci¨®n contraria a los toros m¨¢s multitudinaria de la historia. Y en 2010, el Parlamento de Catalu?a aprobaba la prohibici¨®n del espect¨¢culo taurino. As¨ª, este pasado fin de semana se habr¨¢n terminado 300 a?os de toros en la capital catalana. Muerte por decadencia o por decisi¨®n ciudadana, ahora ya da igual.
Babelia
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