La crisis como excusa
Cuando se ha producido un cambio de Gobierno en cualquier Administraci¨®n, es un recurso habitual esgrimir como herramienta pol¨ªtica contra el adversario las cuentas heredadas de su gesti¨®n. Pero... ?qu¨¦ sucede cuando, como es el caso de la Comunidad Valenciana, la situaci¨®n hace aguas por todos los lados y nos gobiernan los mismos desde hace m¨¢s de 15 a?os?
Creo que la mayor¨ªa estar¨ªamos de acuerdo en que, fuera del color que fuera el Gobierno de turno, estos ¨²ltimos a?os de crisis y la dr¨¢stica reducci¨®n de ingresos p¨²blicos que ha conllevado, han afectado al estado de las cuentas del conjunto de las Administraciones p¨²blicas. Pero, en mi opini¨®n, el asunto no est¨¢ exclusivamente en el nivel de d¨¦ficit alcanzado, sino en qu¨¦ porcentaje del mismo se corresponde con la mala gesti¨®n, la imprevisi¨®n o el despilfarro de cada Gobierno municipal, auton¨®mico o estatal.
Resultaba f¨¢cil poner la alfombra y rendirse a la especulaci¨®n inmobiliaria
No hay que olvidar que algunas Administraciones, entre ellas destacadamente la valenciana, hab¨ªan fiado al sector inmobiliario y los ping¨¹es ingresos para las arcas p¨²blicas que se derivaban del mismo, el mantenimiento futuro de los servicios y la propia estructura de la Administraci¨®n. Para muchos responsables pol¨ªticos valencianos, desde hace mucho tiempo, invertir en el tejido productivo tradicional o en el desarrollo y modernizaci¨®n de infraestructuras necesarias para atraer la implantaci¨®n de nuevas industrias era ir contracorriente.
Como si el negocio inmobiliario fuera a durar para siempre y a dar trabajo de por vida a esa legi¨®n de trabajadores con escasa cualificaci¨®n, consecuencia del preocupante ¨ªndice de abandono escolar, algunas Administraciones no han tenido reparos en racanear con el gasto en la ense?anza p¨²blica permitiendo su deterioro, al mismo tiempo que se embarcaban en ingentes gastos en fastos y propaganda. Resultaba m¨¢s f¨¢cil poner la alfombra y rendirse a la especulaci¨®n inmobiliaria, generadora de ingresos p¨²blicos, empleo y, por lo general, de inmensas cantidades de dinero negro en circulaci¨®n como lubricante de la maquinaria y, ahora sabemos, causa fundamental del alt¨ªsimo riesgo asumido, entre otros, por la CAM, y que explica en gran medida el agujero que ha conducido a su intervenci¨®n.
Ahora se ha abierto un agrio debate en torno a la reforma constitucional que fija un tope al d¨¦ficit en las Administraciones p¨²blicas. Es comprensible el escepticismo de unos y la discrepancia frontal de otros que, desde posiciones de izquierda, ven en esta reforma un peligro cierto para el mantenimiento del Estado del bienestar, un lastre futuro para el crecimiento y la equidad territorial.
Sin embargo, son los elevados d¨¦ficits y niveles de deuda alcanzados por distintas Administraciones los que, adem¨¢s de minar la credibilidad de nuestra econom¨ªa y complicarnos la salida de la crisis, est¨¢n sirviendo a algunos responsables pol¨ªticos para justificar recortes sociales, privatizaciones y desmantelamiento de servicios p¨²blicos.
Resulta especialmente sangrante que en nuestra Comunidad, campeona en barracones y fracaso escolar, en interminables listas de espera y hospitales de gesti¨®n privada, paradigma de los "eventos mundiales" econ¨®micamente desastrosos y aeropuertos sin aviones, n¨²mero uno en pol¨ªticos relacionados con casos de presunta corrupci¨®n, nos desayunemos cada d¨ªa con nuevos datos sobre un alarmante estado de cuentas que nos mantendr¨¢ hipotecados como comunidad los pr¨®ximos 20 a?os. ?Es todo esto consecuencia de la crisis? Yo creo que no. Que la crisis, la ca¨ªda en la recaudaci¨®n y el bloqueo del cr¨¦dito est¨¢n sirviendo de excusa para tapar a?os de gesti¨®n irresponsable y despilfarro, sustentados en mayor¨ªas absolutas, propaganda y oscurantismo en las cuentas y en la gesti¨®n, que hasta han merecido condena judicial.
No ha hecho falta ning¨²n l¨ªmite constitucional al d¨¦ficit para que buena parte de los servicios b¨¢sicos del Estado del bienestar en nuestra Comunidad se encuentren en la diana de los recortes. Al contrario, la liberalidad con la que se han despachado los ¨²ltimos 15 a?os los responsables de la cosa p¨²blica valenciana puede haberlos puesto en entredicho ?ya!, conforme a ese principio tan castizo de que "de donde no hay, no se puede sacar". No es balad¨ª, con las elecciones tan cerca, ese juego de declaraciones y desmentidos sobre copagos, tasas, privatizaciones, etc. a que nos tienen acostumbrados los dirigentes pol¨ªticos del PP.
Hay quienes plantean que habr¨ªa sido suficiente que nos mantuvi¨¦ramos en el respeto al Pacto de Estabilidad Europeo y en la Ley de Estabilidad Presupuestaria de 2006. Sin embargo, con estas medidas en vigor, la coyuntura europea en materia de d¨¦ficit es la que es, como tambi¨¦n el creciente temor a una intervenci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, que puede estar detr¨¢s de esta reforma no deseada, pero considerada necesaria por el Gobierno de Espa?a.
Dif¨ªcil papeleta la de aquellos que tienen la responsabilidad de actuar para evitar el peor de los escenarios posibles y la obligaci¨®n moral de no considerar los efectos en t¨¦rminos electorales. No cabe duda que la decisi¨®n de limitar el d¨¦ficit en la Constituci¨®n y la urgencia con que se ha tenido que adoptar no convienen electoralmente al PSOE ni a su candidato. Pero, en mi opini¨®n, que Rubalcaba haya intervenido sin desmarcarse para matizar la propuesta inicial, rechazando incluir cifras concretas y exigiendo m¨¢rgenes de flexibilidad en el d¨¦ficit en situaciones de crisis, es una demostraci¨®n de responsabilidad y de sentido com¨²n que la ciudadan¨ªa deber¨ªa valorar.
Elena Mart¨ªn Crevill¨¦n es portavoz del Grupo Socialista del Ayuntamiento de Alicante
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