Nostalgia del presente
No est¨¢ tan claro que todo ser humano tenga conciencia exacta de lo que es un ser humano y se comporte seg¨²n sus dictados ante s¨ª mismo y ante los dem¨¢s, al contrario que los animales, que aun no sabiendo del todo que lo son, se comportan como si lo supieran. As¨ª, el gato ma¨²lla, el perro ladra, el caballo relincha, etc¨¦tera, y de esa certeza los humanos adjetivan esas conductas con criterios estrictamente humanos que funcionan como dimensi¨®n ilusoria de sus conductas mediante adjetivos fijados por la costumbre: el lince astuto, la rata viscosa, el perro guardi¨¢n. Una adjudicaci¨®n de lo m¨¢s conveniente que, me temo, conviene m¨¢s a los seres humanos que a los animales en sentido estricto, ya que ellos carecen del h¨¢bito de intercambiar impresiones mediante un lenguaje hablado, por lo que se resumen sus ambiciones, si las tienen, en dos o tres rasgos de conducta, y aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. Claro que no siempre los animales se comportan como la certidumbre humana espera de ellos, una observaci¨®n banal que en ocasiones resume grandes disgustos humanos. Ser¨¢ por eso que en ocasiones los humanos reciben como un insulto que se les tilde de animales, cuando tantas veces se encuentra m¨¢s pr¨®ximo al elogio que a la intenci¨®n de vilipendio.
Es verdad que los animales llamados de compa?¨ªa dependen en todo de los humanos que los mantienen, pero ocurre muchas veces que la elecci¨®n no es afortunada o que el animal que acompa?a no est¨¢ del todo contento con esa compa?¨ªa m¨¢s o menos impuesta, o intempestiva, y entonces surgen desavenencias progresivas que pueden terminar en lo peor. Lo peor es una catarata de sospechas, infidencias, sobornos y otras triqui?uelas a medio camino entre el alto estanding y la astucia del trilero callejero. Y me parece que es ah¨ª, en ese preciso momento y en sus desarrollos posteriores, cuando las personas se comportan como animales mientras que ¨¦stos aprenden a pasar de la necesidad al odio, a una inquina muy humana, en el sentido de que media una reflexi¨®n entre el pasado que fue y la nostalgia de un presente que ya no es como era ni, probablemente, lo ser¨¢ jam¨¢s.
No hace falta ser un lince para observar todos esos componentes en las conductas pol¨ªticas, por no mencionar ahora las artima?as financieras. El presente perpet¨²a el pasado, y el amigo de antes denuncia o canta o comete una indiscreci¨®n voluntaria por la que penetran en el territorio de la sospecha, no siempre fugaz, sus compinches de entonces, y se establece un territorio de insidia en el que nadie est¨¢ seguro de cu¨¢ndo le va a tocar la china. La democracia es ultrajada a cada instante y ning¨²n animal no selv¨¢tico se habr¨ªa comportado jam¨¢s como el desdichado Robert Murdoch, por ejemplo, y sus numerosos animales de compa?¨ªa. ?O es que los pol¨ªticos de post¨ªn no acaban como asesores de las grandes corporaciones?
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